Cuando en el año 2010, desde la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) desarrollábamos la primera Estación de Telemedicina Móvil del país y creábamos la Red de Telesalud de las Américas dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA), no imaginábamos que, 10 años después, todos nos íbamos a convertir en usuarios de las nuevas herramientas de la Telemedicina.
Pocos recuerdan el verano del 2020, pero todos tenemos muy presente el momento del inicio de la crisis sanitaria más importante de los últimos 100 años, con calles desoladas, confinamiento y distanciamiento físico.
Luego que la OMS declarara la pandemia por el virus SARS-Cov-2 en marzo de 2020, asistimos a cambios abruptos en diferentes esferas de la vida, tanto en lo económico, social y educativo, como en el sector del cuidado de la salud. De pronto, sorpresivamente, y casi sin preparación previa, las consultas se volvieron virtuales, los WhatsApp y los Instagram se llenaron de imágenes, fotos, análisis, radiografías y recetas médicas... Hubo que desarrollar nuevas formas de relación entre médicos-pacientes-prestadores y financiadoras de la Salud para poder dar contención y respuesta a las necesidades de las personas, y realizar consultas en línea para detectar y controlar a pacientes con Covid-19, aún sin disponer de instrumentos que resguardaran la confidencialidad de los datos.
La visión anticipatoria, la capacidad de adaptación y la velocidad de implementación de los cambios puso de manifiesto las características esenciales que han permitido el progreso vertiginoso de la humanidad en los últimos decenios.
¿Cómo hubiéramos afrontado esta nueva forma de “diluvio universal” de no haber existido las plataformas digitales, las redes sociales y los incipientes desarrollos en Telesalud?
La Telemedicina aportó accesibilidad, permitiendo que muchas personas pudieran ser atendidas en tiempo real, brindó agilidad y rapidez en la respuesta a esas necesidades, facilitando la llegada a todas partes a través del Web o el WiFi y reduciendo costos de traslado y en equipos de bioseguridad.
Pareciera que los eventos suceden cuando estamos preparados, al menos parcialmente, para afrontarlos. Sin duda, la pandemia de Covid-19 aceleró la instalación de la Telemedicina en el mundo. Es una práctica que, como el “home office” y la educación a distancia, vinieron para quedarse. Sin embargo, se hace necesario que las autoridades sanitarias, los prestadores de salud y los profesionales trabajen en conjunto para maximizar los beneficios y reducir los riesgos, priorizando los aspectos bioéticos, los derechos del paciente a resguardar su intimidad y la confidencialidad de lo que manifiesta. Los sistemas de comunicación corrientes presentan diversos grados de vulnerabilidad, los profesionales deben ser entrenados en el uso de estas herramientas y conocer sus limitaciones. Una simple respuesta a una pregunta por WhatsApp puede generar responsabilidades médico-legales, y ya estamos acostumbrados a ver todo lo que puede derivar de la exposición mediática de conversaciones de chat de miembros de la farándula, integrantes de la clase política o aprietes mafiosos desde las cárceles. Por todo eso, entre otras razones, el ejercicio de la Telemedicina demanda entrenamiento y capacitación de los profesionales y un marco regulatorio que permita un ejercicio seguro y sustentable.
La UNR fue pionera en la incorporación de la Telemedicina como parte de la formación de grado de los futuros médicos, integrándose a las Áreas Instrumentales hace 20 años. En otras universidades su implementación es más reciente, sobre todo a partir que los nuevos estándares de CONEAU para la acreditación de las carreras de grado de medicina incluyen, desde 2021, entre sus requisitos transversales, el uso de las tecnologías de la información y comunicación (TICs) como una forma de aproximación incipiente a la temática.
En cuanto al aspecto normativo, dos años después de declarada la pandemia, en marzo de 2022, el Ministerio de Salud de la Nación reconoce que la Telesalud cobra importancia trascendental para permitir la accesibilidad de la población a los servicios de salud y favorecer la continuidad de la atención, aprobando el Documento de Buenas Prácticas para la Teleconsulta, brindando así un marco regulatorio para esta actividad. Más recientemente, la principal Obra Social del país, PAMI, que ya había implementado la Receta Electrónica, pone en marcha un sistema de Ficha Clínica Digital que contendrá todos los antecedentes médicos del paciente a disposición de sus médicos tratantes.
Como en muchos aspectos de la vida, los acontecimientos inesperados plantean una necesidad y el ser humano responde recurriendo y adaptando lo que tiene a mano, muchas veces de manera desordenada al principio, pero enseguida alcanza una nueva situación de equilibrio armónico.
(*) Carlos D Crisci es médico y profesor de Neumonología, Alergia e Inmunología y Ex Decano de la Facultad de Ciencias Médicas FCM – UNR...