Hugo Gómez preside Mil Hojas desde hace 7 años. Su historia es interesante para reflejar un camino de tenacidad y trabajo que lo llevó hasta donde está hoy dirigiendo una cooperativa que también tiene una historia de fortaleza. Pero empecemos por Hugo: siete años tenía cuando su mamá se vino a vivir a Rosario para buscar un mejor futuro para sus hijos. Venían de lejos, de Jujuy, y en un primer momento ella se vino sola con su hijo menor para primero afianzarse en la ciudad y luego traer a los tres hermanos restantes. Con 7 años Hugo se quedó en Jujuy bajo la tutela de su tía, que lo crío hasta los 15 años que fue cuando su mamá lo fue a buscar.
En los primeros años en Rosario hizo de todo: fue camionero, tintorero, trabajó en empresas químicas y en chatarrerías. Hasta que a los 19 años le llegó la oportunidad de entrar a la fábrica de pastas Mil Hojas y jamás se fue. “Me cambió la vida, me gustaba mucho, era una fábrica limpia, sólo había harina, pero yo venía de una chatarrería donde las condiciones eran mucho más difíciles”, recuerda Hugo en esta entrevista con el suplemento Negocios de La Capital. Hoy tiene 56 años y es parte de la historia de esta cooperativa que, paso a paso, sigue creciendo en el mercado local.
Mil hojas es para muchos un ejemplo de gestión en lo que respecta a las cooperativas. La empresa era propiedad de tres empresarios cordobeses que la fundaron en 1972 y que, tras un grave desmanejo financiero, la perdieron en 2001. Fueron los trabajadores quienes se organizaron para gestar la cooperativa que lleva 22 años trabajando y creciendo. Primero produciendo en la planta original en calle Alsina al 1030, y luego invirtiendo para mudarse a una nueva planta, en Uriburu y Entre Ríos, donde duplicaron la producción. Y ahora buscan abrir mercados para lograr triplicarla, porque la capacidad instalada de la fábrica se lo permite.
Hoy son 15 socios los dueños de Mil Hojas, bajo la denominación Pastas Rosario SRL, pero la empresa funciona al mando de un directorio compuesto por el presidente, secretario y tesorero. Las decisiones cotidianas se toman en esta mesa chica. Hugo detalla a Negocios los planes de crecimiento: “Queremos llegar a más mercados, el primero que pensamos es desembarcar en la ciudad de Santa Fe donde todavía no vendemos y para eso estamos buscando distribuidores”. Justamente a principios de septiembre fueron a esa ciudad a un encuentro internacional de cooperativas con rondas de negocios. “Fue muy bueno porque había cooperativas de todos los sectores, alimenticias, tecnológicas, servicios e hicimos muchos contactos”, describe.
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Diariamente se fabrican en la planta 276 mil tapas de empanadas, 1.000 kilos de fideos y 1.200 kilos de ravioles.
Foto: La Capital
En el mercado rosarino atienden a supermercados grandes como Micropack, La Gallega, La Reina, Cadenas Dar, entre otros e incluso a algunos de ellos les fabrican las marcas propias. Para conocer la magnitud, Hugo detalla que por ejemplo para la marca Frontón venden semanalmente unas 3000 docenas de masa de empanadas y unas 2000 pascualinas. Y si hablamos de la producción total de la planta, fabrican diariamente 276 mil tapas de empanadas, 1.000 kilos de fideos y 1.200 kilos de ravioles.
Más de veinte productos en una misma masa
El secreto mejor guardado de la fábrica de Mil Hojas es el de cómo hacer un buen hojaldre. Al margen de la receta exacta de su masa de tartas y empanadas, que lleva básicamente margarina, harina y sal, también se requiere de maquinaria específica donde la masa se trabaja hasta lograr el producto final. Cuantas más veces la masa atraviesa el equipo, más capas se harán dentro y más hojaldre tendrá. Pero también juega la presión que se le hace a la preparación, para no aplastarla. En la planta hay 2 maestros pasteleros que son los encargados de llegar al producto final. Y lo curioso es que esa misma masa se utiliza luego para 25 productos que se hacen allí dentro. Y desarrollaron tres marcas para atender distintos mercados: Mil hojas, Don Sixto, Doña Nilda, Mil Keites, Mil Olivos. Las últimas dos no son de fabricación propia, sino que sólo las distribuyen.
Las dietéticas, un mercado en alza
Para atender el segmento saludable lo que proyectan desde Mil Hojas es invertir en una nueva maquinaria para cortar masa integral, porque ese tipo de pasta por su propia estructura necesita un equipo diferente. Con esa inversión, pueden ampliar su distribución hacia las dietéticas, un segmento claramente en subida. Hoy tienen en la planta casi 40 equipos para desarrollar cada producto.
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En lo que respecta a los clientes de Mil Hojas, son los distribuidores particulares los que se llevan la mayor parte de la mercadería. “Son el gran pulmón de las ventas”, define Hugo y calcula que tienen unos 70 distribuidores de este tipo que llevan el producto a almacenes y supermercados pequeños. Otro asunto son las grandes cadenas y las ventas fuera de la ciudad. Todos los martes Hugo viaja a distintas localidades porque le gusta estar en contacto directo con los clientes, en general van a la zona de Villa María, Marcos Juárez y El Trébol, tres plazas interesantes para ellos.
El sueño de tener un terreno propio
La planta actual les resulta muy funcional, incluso tiene un vidriado especial para que las visitas y escuelas puedan recorrer y ver de cerca la producción, y tienen posibilidad de seguir creciendo allí. Pero por el momento alquilan la nave, por lo cual Hugo confiesa que siempre tienen el sueño de acceder a un crédito para comprar y levantar una fábrica 100% propia. Los han tentado de algunos parques fuera de Rosario, pero ellos quisieran seguir en la ciudad, de todas formas, lo están analizando.