El subibaja de la actividad económica no se refleja solo en la evolución del dólar, el valor de las acciones o la tasa de inflación. Ese vaivén al que nos tiene acostumbrado el país se hace carne también en el paisaje urbano de la ciudad, por ejemplo a través de edificios en construcción que perduran en ese estado a lo largo del tiempo, amenazando con convertirse en verdaderos "monumentos al pozo".
Algunos inmuebles acumulan décadas sin alteraciones, otros apenas unos años. Se encuentran distribuidos tanto en el área central como en zonas periféricas e incluso pueden rastrearse en localidades de la región. En todos los casos, el motivo detrás de su falta de avance es el mismo: el dinero. "Es una cuestión de inversiones", dice Mario Cherdomordik desde la Asociación Empresarios de la Vivienda (AEV), entidad que agrupa a las principales desarrolladoras de la ciudad.
Un caso emblemático lo constituye la torre que se erige en San Juan y Dorrego, en el terreno que supo explotar por años el lavadero Car Wash Milenio. Más de diez años atrás, la firma Altos Allur SA obtuvo el permiso 2559/2011, que habilitó la edificación de 5.585 metros cuadrados para un futuro hotel. El emprendimiento, que corría por cuenta de profesionales de la ciudad de Paraná, levantó altura rápidamente, pero nunca llegó a inaugurar.
"La verdad nos da una pena tremenda, ver eso en el estado que está. Se ve que es una obra de muy buena calidad. Pero el tema es que se trata de un tema de privados, que por una situación equis lo frenó", comenta en diálogo con La Capital el subsecretario de Planeamiento Gervasio Solari, quien sostiene que "hasta que el privado no inicie una cuestión puntual, nosotros no podemos hacer demasiado".
Vecinos de la zona cuentan que de tanto en tanto observan algún movimiento, pero en despachos municipales nadie confirma nada. Fuentes extraoficiales aportaron que el empresario que sostenía la inversión decidió irse del país y no tiene el proyecto entre sus prioridades actuales. Amén de la veracidad del rumor, lo cierto es que el edificio se mantiene casi inalterable desde hace varios años.
Algunas cuadras hacia el norte, en Güemes al 2100, se repite un caso parecido. A principios de la década pasada se construyó allí un edificio de 17 pisos que se presentaba comercialmente como Grand Hotel, pero nunca se avanzó más allá de la estructura de hormigón.
"Tuvimos algunos problemas que se despertaron cuando apareció el cepo, que generaron desavenencias con mi socio", relata el arquitecto Edgardo Berman, a cargo del estudio homónimo, cara visible del proyecto. "Para mi, que llevo más de 200 obras realizadas, resultaba un desprestigio, por lo cual no abandoné nunca la búsqueda para relanzarlo", completa.
Según asevera el profesional, este año finalmente pudo encontrar un inversor y en breve se retomarán las tareas en el lugar. La novedad es que ahora no se proyecta un hotel, sino un edificio de viviendas y oficinas.
Cambios en el negocio
A los casos antes mencionados puede sumarse otro, ubicado en la zona de Oroño y Circunvalación: el Hotel Express, que se construyó (y hasta se pintó) a los pocos meses de inaugurado el casino. Allí se prometía un complejo de 80 habitaciones, salón de conferencias y cancha de tenis, pero registra nulos avances desde hace por lo menos ocho años.
"Diez años atrás la ecuación económica financiera en la hotelería daba un margen superior a lo que está dando ahora. El rendimiento se ha reducido significativamente, incluso desde antes de la pandemia", reflexiona Gustavo Gardebled, vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica de Rosario (Aehgar), a propósito de los diversos emprendimientos del rubro que nunca se concretaron. Cherdomordik, de la AEV, convalida su visión: "Hubo una burbuja con el sector hotelero en Rosario", dice.
Así como se suceden ejemplos como los antes mencionados, también ocurre lo contrario: edificios que inicialmente tenían otros fines se reconvirtieron en hoteles. El más resonante, de mucha repercusión en el último tiempo, es el erigido en la esquina de Rondeau y Juan B. Justo. Allí el factor clave que destrabó el desaguisado fue la voluntad privada por regularizar una situación que acumulaba varias complejidades.
De la misma forma que los desarrolladores de Torre Shopping, se presentaron recientemente en el municipio los responsables del emprendimiento Inn, que acumula años sin avances en la zona de Oroño al 700. Aunque no se ve desde la calle por estar en el centro de manzana, ese también es un sitio que va camino a convertirse en "monumento al pozo" si no se concluye.
Problema recurrente
Consultado para este artículo, el arquitecto Ángel Seggiaro, titular de la constructora fundar y referente de la AEV, señala que el de los "elefantes blancos" privados no es un fenómeno necesariamente nuevo en la ciudad. "Hubo una época anterior, entre 1970 y 1990, donde se registraron varios desarrollos que recién se terminaron en el nuevo siglo", cuenta y plantea como ejemplo emblemático lo sucedido en la esquina de Mitre y Catamarca, donde hoy se erige el hotel Ros Tower.
"Emprender un edificio no es una aventura sencilla, donde solo se necesita tener el dinero o un terreno. Hace falta mucho más: hay que terminarlo, otorgar una escritura y dejar a los inversores satisfechos", indica Seggiaro, que promete que "pronto puede haber resoluciones" para otro edificio que luce parado desde hace años: el ubicado en San Juan al 1000, donde estaba el histórico restaurante Rich.
El punto señalado por el empresario no resulta menor. En Rosario casi la mitad de los permisos de edificación autorizados por el municipio aún no tiene final de obra, lo que representa una dificultad para la obtención de la escritura, que es el único documento que otorga el carácter de legítimo dueño.
El caso Iapos
Otro muy conocido por todos los rosarinos es el del edificio propiedad del Instituto Autárquico de Obras Sociales (Iapos), ubicado en Ovidio Lagos y Güemes. Adquirido por el Estado a finales de la década de 1980, nunca se utilizó por completo debido a la falta de condiciones para su construcción.
Las gestiones socialistas que ocuparon la Casa Gris entre 2007 y 2019 anunciaron en diversas oportunidades la voluntad de vender la propiedad, pero ello nunca se concretó. Consultados por este medio, desde Iapos indican que actualmente "no hay nada encarado oficialmente", más allá del uso de la planta baja, que funciona como área de stock de materiales.