El gobierno nacional marca la agenda con reformas cruciales, mientras el resto mide sus pasos en un tiempo de espera. Maximiliano Pullaro con la gestión y el Congreso
La política tiene vértigo. Mientras el gobierno de Javier Milei es el que sube la altura a todo ritmo con su agenda, el resto se toma de la baranda y observa con cuidado para no marearse. Todos menos el oficialismo esperan la recuperación o el impacto de la economía, tacha los días para que termine el año y transita sin certezas lo que pueda suceder con un 2026 cargadísimo y, quizás, bisagra. Hay una realidad: la crisis se alejó y es hora de que se acomode de una vez por todas.
El asfixiante proceso electoral y sus resultados aún se sienten en el cuerpo de la política: mientras el mileísmo está exultante, acelera a fondo, y explora las relaciones carnales con Estados Unidos para aprovechar la presunta invitación al desarrollo, el resto deambula y mide lo que más le conviene para los próximos seis meses, sobre todo en materia legislativa con las reformas laboral y tributaria.
No son simples procesos legislativos, no solo por la ingeniería de las bancas, sino por las fibras que toca cada una de ellas. La reforma laboral amaga con ser el conflicto a atravesar de Javier Milei al que todo gobierno de impronta fuerte debe atravesar. Hay cierto acuerdo general con la dirigencia de la necesidad de retoques al viejo régimen, aunque la clave será la profundidad y la reacción de la ciudadanía.
Milei y las reformas
¿Habrá margen para el conflicto social o hay tolerancia para un cambio? Mientras el gobierno quiere todo o nada, algunos gremios no quieren nada. El de Aceiteros ya avisó que la huelga será la batalla. Hay un ánimo sobre la mesa.
Al margen del régimen laboral, las provincias apuntan en su libreta con mayor interés la reforma tributaria. Eso también empieza a carburar en las cabezas económicas de las provincias y los gobernadores porque se zambullirán a una compleja modificación del esqueleto recaudatorio.
Por eso las provincias buscarán que el régimen tributario nuevo no tenga una implicancia inmediata y a las apuradas. Se discutirá grado y tiempo, y seguramente se pida en la negociación un período de transición de varios meses hasta que todo el nuevo artefacto fiscal pueda andar. El nuevo régimen que puede estar en discusión para el segundo trimestre del año que viene y andando recién cuando falten seis meses para irse del gobierno (o reelegir).
pullaro
La agenda de Javier Milei pone a las provincias a analizar nuevos posicionamientos
Archivo / La Capital
Al sacar cuentas, queda poco tiempo de gestión neta. Se descuenta el mes y medio de este 2025 que servirá para completar agenda de gestión provincial y trabajar para que no se desborde nada a fin de año. Enero, la paralización de siempre; febrero corto e irreal. Luego sí un año que se presume movidísimo. Y 2027 fuertemente electoral en la provincia y en el país, con febrero de cierre de listas y mediados de año con la elección a gobernador.
Por lo pronto se espera por un puente formal por el presupuesto y los indicios de las reformas. Hay una máxima que se repite en la Casa Gris: “El que propone tiene que hacer los esfuerzos”. Y el que quiere avanzar es el gobierno nacional, que aún no le ha dado una reunión formal a Maximiliano Pullaro pero sí contactos por teléfono.
“Hay buen diálogo con el Colorado Santilli”, descuentan. Con Francos también pero el gobierno pateaba la pelota y no pagaba sus deudas ni ejecutaba nada. Lo que se necesita esta vez es plata.
Hay una característica evidente en este momento de Milei y es que está envalentonado. El acuerdo comercial con Estados Unidos que proyecta inversiones lo puso a trabajar a toda marcha, al punto que ya avanza hasta en una redefinición de la Ley de Glaciares para destrabar inversiones mineras. A eso se le suman las reformas mencionadas. Y hasta transcendió la intención de una reforma constitucional para ampliar el mandato presidencial a seis años. Todo junto y con vértigo.
Santa Fe en piloto automático
Mientras esa transición de la agenda se aletarga y la política se prepara mentalmente para algo incierto a nivel nacional, el gobierno santafesino mantiene el ritmo de gestión y lo centra en dos cuestiones conocidas: seguridad y obras. “Es lo que nos pide la gente, no hay mucha vuelta”. Nada de inventar algo nuevo sino capitalizarlo, seguramente con retoques comunicacionales para renovarse.
“Terminando la etapa de pacificación, viene la etapa de la reconstrucción y obra pública. Por eso me emociona cuando vecinos y vecinas me dicen: la cosa está cambiando, podemos salir a tomar mates a la vereda. La calle se volvió a llenar de gente buena. Ahora viene la etapa buena porque volvió Rosario”, afirmó Pullaro al inaugurar el Punto Abre en el barrio Puente Negro.
Fue de las pocas apariciones públicas del gobernador en la última semana, algo lógico después de una campaña intensa y de mucha exposición. “Tres campañas”, aclaran y recuerdan la convencional, las del Concejo de Rosario para la cual puso su figura delante y las legislativas nacionales.
Pullaro estuvo con agenda en Buenos Aires. Se mueve para el reacomodamiento legislativo de Provincias Unidas, el sello de los gobernadores que no salió bien parado en las elecciones. Ahora se propone la dura tarea de remediar con un armado estratégico para poder tener injerencia en el Congreso, al menos transitoria, en un año, como se dijo al principio de la nota, clave legislativamente y, por ende, para el mediano plazo de las provincias.
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