La elección de Gisela Scaglia, una jugada a varias bandas
La movida de Pullaro para que Scaglia lidere la lista sorprendió a todos, en especial a la vicegobernadora. Aunque parece antinatural que Pullaro no ponga el primer nombre en un frente motorizado justamente por los gobernadores, la jugada fue astuta.
Al encabezar la presidenta del PRO en Santa Fe, da una señal al electorado antikirchnerista. Esta semana, Pullaro reforzó ese mensaje en una entrevista con Luis Novaresio: eligió a Néstor Kirchner como el peor presidente desde la restauración democrática y lo señaló como el padre del déficit fiscal crónico.
En el plano electoral, la movida potencia un eventual éxito y reduce costos si los números son adversos. Si la lista cosecha un buen resultado, será un triunfo de la gestión. Si es magro, la culpa será de la polarización o del menor nivel de conocimiento de la candidata.
En el terreno institucional también marca un avance del radicalismo, que refuerza su hegemonía en Unidos. Al quedar vacante la vicegobernación, el rol lo cubrirá el presidente provisional del Senado. En este caso, Felipe Michlig, el presidente de la UCR Santa Fe y padre político de Pullaro.
Con la mudanza de Scaglia el PRO cambia el puesto más alto que consiguió en su historia en Santa Fe, por una banca en el Congreso. De la primera línea de sucesión a ser una más entre 257.
De todos modos, el ofrecimiento del propio gobernador no le dejó margen. “A Maxi nunca le voy a decir que no”, les dijo a los suyos.
El socialismo y una negociación compleja
Con el nombre de Scaglia ya puesto, el socialismo se plantó por el segundo lugar. El sector más duro fue el mayoritario, que tiene como principales referentes a Clara García y a Blanco. La banca de Mónica Fein pertenece a ese espacio. Se juegan, además, cuestiones simbólicas: el PS fue perdiendo gravitación nacional y Santa Fe es el único distrito donde el partido tiene peso. Una boleta sin ninguna cara socialista hubiera sido un golpe duro de asimilar.
En esas horas de negociaciones febriles el sector de Antonio Bonfatti se inclinaba por acordar el miércoles por la tarde la integración a Provincias Unidas y definir el nombre (ya estaba confirmado que el puesto dos era para el PS) el jueves. Al final, la decisión se postergó hasta el día siguiente en las primeras horas de la tarde y el lugar fue para Pablo Farías.
La designación de Farías cayó bien en el vértice de Unidos. Es un veterano tanto del Ejecutivo como del Legislativo: fue ministro de Gobierno de Miguel Lifschitz, presidente de la Cámara de Diputados cuando falleció el exgobernador, es jefe del interbloque de Unidos en la Cámara baja y una de las principales espadas del oficialismo en la Convención Constituyente. “Es un pragmático, no es de las vertientes más ideologizadas del socialismo”, lo define un ministro de Pullaro.
Si el oficialismo santafesino consigue dos bancas en octubre Scaglia y Farías aterrizarán en una Cámara de Diputados que es una mezcla de circo romano con programa de chimentos de la tarde, pero donde también se cocinará el frente de los gobernadores para 2027. Ese es uno de los objetivos de un viejo zorro de la política como Juan Schiaretti.
En la conducción del PS señalan que dos gestos de Pullaro los terminaron de convencer de sumarse al armado. Uno es el enroque entre el lugar del radicalismo (para Melina Giorgi) y el del socialismo. El otro, que haya planteado que el espacio buscará poner un presidente en 2027. Lo que parecía una estrategia más defensiva para negociar en mejores términos con Milei mutó en un proyecto de poder. “Todo toma otra forma, nos sentimos convocados y protagonistas en algo que tiene futuro”, sostienen.
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En efecto, en el cierre de alianzas Pullaro se puso por encima del radicalismo y buscó contener a sus socios principales, el socialismo y el PRO. Un oficialismo dividido hubiera sumado ruido a la Constituyente.
El rompecabezas del peronismo
Por su lado, el peronismo armó la alianza pero el problema no es la plataforma sino los protagonistas. El casting sigue abierto.
Agustín Rossi tiene el aval de los senadores. Ellos manejan la lapicera en el partido. “Si no les gusta, ¿quién lo reemplaza?”, dicen los jefes territoriales a quienes cuestionan la figura del exjefe de Gabinete.
Hoy parece que Eduardo Toniolli corre un poco desde atrás, a pesar del aval explícito de Juan Monteverde, la figura emergente del peronismo y sus aliados.
En el medio, La Cámpora y el Frente Renovador también aspiran a lugares expectantes en una elección que será nacional.
El problema del peronismo es que no tiene ordenador. En un estado asambleario atípico para una fuerza que hace un culto de la verticalidad, el PJ no cuenta ni con un jefe provincial ni con un liderazgo nacional. Cristina perdió ese statu.
Ni siquiera tiene las Paso para tercerizar la definición de la interna a la ciudadanía. En ese marco, el cierre será sobre la hora y dejará heridos.
En ese río revuelto, el perottismo inscribió la alianza Defendamos Santa Fe por si en el PJ les bajan el pulgar. El sector del exgobernador acusa al resto de las tribus de priorizar sus agrupaciones y repetir recetas que llevan al fracaso.
“Se acordaron de la unidad cuando el cordobesismo eligió a Pullaro. Antes judicializaban desde afuera y ahora judicializan para estar adentro”, chicanean desde el PJ.
Tras el acuerdo de Schiaretti y Llaryora con Pullaro, el perottismo está ante un escenario difícil. Puede embarcarse en la aventura de ir por afuera, con el riesgo de hacer un mal papel y el premio consuelo de sacarle votos a la lista oficial. O bien golpear la puerta del partido, para acomodarse en un lugar testimonial en una lista encabezada por candidatos que no los representan.
La Libertad Avanza irá por la propia y todo indica que la candidata será otra vez Romina Diez, que no llegó todavía a la mitad de su mandato. Para el puesto 2 suena Agustín Pellegrini, vicepresidente del partido en la provincia y mano derecha de Diez.
La economista y amiga personal de los hermanos Milei está ante el desafío de someterse a un test electoral, ahora sin el nombre y la cara de Milei en la boleta, para proyectarse hacia 2027. Habrá que ver si le abre la lista —y en qué lugares— a los exPRO que están bajo el ala de Patricia Bullrich.
El Frente de Izquierda y el Frente Amplio por la Soberanía también se anotaron en la carrera y disputarán el voto del centro a la izquierda. En el otro extremo del espectro político, será clave lo que hagan Amalia Granata y Gabriel Chumpitaz, dos candidaturas que pueden comerle votos a los libertarios. Hay muchos interesados en bajarles el techo.
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En la mesa chica de Unidos ven una foto de partida con los libertarios en 37 % y la posibilidad de caer al 31 % y al peronismo y a Provincias Unidas empatados entre el 22 % y el 23 %.
En la Casa Gris creen que están un subibaja con Milei. “No hay que hacerse los rulos. Si ellos pasan la tormenta, llegan sólidos a octubre y se polariza nos va a arrastrar. Pero si se complican nuestras chances van a crecer”, analiza un radical que está en la mesa de decisiones.
Milei acelera igual
Después de un sacudón en el dólar y las réplicas en los precios, Milei sufrió otra goleada en el Congreso, esta vez en Diputados.
Lejos de ser un accidente, el 12 a 0 en el Congreso es la consecuencia de dinamitar los puentes políticos con exaliados y empujados hacia posiciones más duras por el ajuste sin fin de Milei, la intención de Karina de pintar el mapa de violeta y el ingreso de la política en modo electoral.
“Le sacaron el control político a Francos y Caputo y la chocaron. O estás en lo partidario o estás en lo parlamentario”, dice un libertario que critica al clan Menem y quiere que le vaya bien al presidente.
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Al igual que otras veces, Milei aprieta el acelerador y no da señales de negociar. Sin embargo, la cadena nacional del viernes fue errática. Anunció un decreto simbólico y un proyecto que no se aprobará en el corto plazo, reconoció que su plan económico está a tiro del Congreso, abroqueló a la oposición en lugar de dividirla y pidió confianza en el rumbo, un reconocimiento del cambio del humor social. En ese sentido, su lanzamiento de la campaña rumbo a octubre más que una demostración de fuerza fue la admisión involuntaria de una mayor fragilidad.