En un mundo inestable, algunas definiciones inestables. En un mundo donde las palabras cambian porque la realidad trastoca sus significados. Donde las hay olvidadas. Donde las hay heridas. Donde las hay corrompidas. Donde las hay en desuso. Aparece como imprescindible fortalecer una de ellas: tregua. Tregua para un mundo donde la paz está astillada y sangrante. Tregua para una Argentina, donde una sociedad –al menos una gran mayoría-, espera que sus dirigentes políticos depongan tanta grieta y tanta hostilidad a la hora de definir un rumbo.
La tregua en la guerra entre Rusia y Ucrania podría considerarse, según le dijo a La Capital el analista internacional Jorge Castro, con un alto al fuego dado que “ayer el presidente ucraniano Zelenski aceptó dos de las principales exigencias de Putin para el cese de los combates. Reconocimiento de la anexión de Crimea en el 2014. Reconocimiento de la soberanía de las dos repúblicas de habla rusa en el este de Ucrania. Zelenski admitió la necesidad de reconsiderar los intereses en seguridad de Rusia en la región. Y en segundo lugar renunciar a incorporar Ucrania a la OTAN”.
A Zelenski le informó EEUU que no le enviará los aviones MIG 29 y el Instituto de Guerra del mismo país cree que en siete días las tropas rusas tomarán Kiev. Cabe recordar lo expresado por el embajador argentino en la Federación Rusa, Juan Carlos Sánchez Arnau: “Hubo un gran error de Occidente al rechazar dos o tres oportunidades de incluir a Rusia dentro del sistema de seguridad europeo. Lo pidió en el 2001, tras el atentado a las Torres Gemelas. Cuando existió la posibilidad de operaciones conjuntas entre el ejército ruso y la OTAN, y en el 2007 pidió (Putin) en Alemania repensar el esquema de la OTAN”.
Las grandes potencias primero resuelven sus intereses, y cuando les queda tiempo se dedican a defender los derechos humanos en otros países. Resulta inadmisible que el demócrata Biden corriera a los brazos del dictador Maduro ante el embargo petrolero a Rusia impuesto por la Casa Blanca. Ante este contexto uno de los problemas que tiene Argentina es el precio del gas, hoy imposible de proyectar. El precio normal del GNL es de U$S 8 el BTU, hoy está en U$S 55. Tengamos en cuenta que es invierno en el Hemisferio Norte, debiera en nuestro invierno bajar. Ahora bien, si tuviéramos el gasoducto que se está construyendo y la planta de licuefacción en Bahía Blanca, tendríamos mercado asegurado. Que esto no ocurra, es por la miopía de los dirigentes políticos que no entienden la necesidad de una tregua.
Tregua es la que pueden protagonizar por estas horas las dos coaliciones políticas principales de Argentina, ante el tratamiento del acuerdo de refinanciación de la deuda con el FMI en el Congreso de la Nación. El gobernador jujeño Gerardo Morales, presidente de la UCR, subió un nuevo escalón a la hora de intentar ir por el camino esperado, cual es que cada sector se haga cargo de sus yerros, mediocridades y también aciertos. Ninguno está libre de culpas a la hora de la decadencia argentina. El ámbito fue el Congreso de la Nación junto a otros gobernadores a la hora de posicionarse ante este tema. Por su parte el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, que no está distanciado del presidente Alberto Fernández, está a favor del acuerdo. Sabe que casi todos los gobernadores han reestructurado sus deudas. Destaca Perotti: “No me sumo a ningún aumento de retenciones y solicito que proyectos como el del Consejo Agroalimentario Argentino y todos los que incentiven el esquema de producción, sean tratados y aprobados por este Congreso”.
De acuerdo a cómo se termine votando este proyecto, quedarán reconfiguradas las coaliciones políticas. La del propio oficialismo –recordar que el presidente habló de coalición coyuntural el 1º de marzo pasado–, sufrirá sin duda algunos cambios. Esta cronista no advierte posibilidad alguna que quienes votaron alineados con la propuesta de su propio gobierno, puedan pernoctar con quienes no lo hicieron y militaron para lo contrario. Ayer Alberto Fernández junto al intendente Ishii describió al actual como su primer mandato, en obvia alusión a un intento reeleccionista. El intendente de José C. Paz envió un mensaje a quienes no quieren votar este acuerdo: “A los legisladores les pido coherencia y que no sean traidores”. El punto de inflexión hacia la conformación de una nueva coalición queda marcado.
En el caso de la coalición JxC, si bien hay ingentes gestiones para que los puntos de no entendimiento sean superados, es difícil que no ocurra lo mismo que con la coalición gobernante. En todo caso la vidriera del oficialismo no debiera ser desaprovechada por quienes en el 2023 ambicionan ocupar su lugar.