Esa mayoría con adjetivos (temática, puntual, circunstancial, transitoria) se formó alrededor de una cuestión que combina dos ingredientes incómodos para el gobierno.
Por un lado, legitimidad: 35% del ajuste fiscal en el primer cuatrimestre se explica por la licuación de los haberes de los jubilados, según datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Dispersos y sin una organización que los defienda, las personas de la tercera edad son las históricas derrotadas cada vez que los sucesivos gobiernos necesitaron recursos extra.
Por el otro, el impacto económico. Según la Oficina del Presupuesto del Congreso la compensación a los jubilados por lo que perdieron en el primer trimestre representa un 0,4% del PBI, en un momento donde a Toto Caputo le cuesta sostener el maquillaje de un superávit basado en bajar gastos a cero o patear pagos para adelante.
En el plano político, el primer dato es que suspendió, o se evaporó, la reticencia de los bloques de la UCR, Hacemos y las franquicias provinciales a votar junto al peronismo. A eso se agrega la flexibilidad de Unión por la Patria. Pese a que casi triplica en bancas al radicalismo —99 a 34— el espacio que conduce el rosarino Germán Martínez acompañó el proyecto del resto de la oposición.
Más allá de la movida de UP, la narrativa de que se trató de una jugada de Máximo Kirchner le puede servir al gobierno para contentar la platea antiperonista paladar negro pero sobreestima la capacidad de maniobra del vástago de Cristina, desafiado públicamente como nunca antes y enfrascado en una pelea sucesoria con el otro hijo político, Axel Kicillof.
La foto de la mayoría multicolor de 160 diputados es el resultado de una serie de errores políticos de Milei y su círculo más cercano. El principal responsable de esa mayoría incipiente es el propio libertario. En su primer tramo de gestión, el presidente privilegió el ajuste de shock y reforzó su identidad como alguien diferente al cuestionado establishment dirigencial a costa de construir acuerdos de gobernabilidad. Se concentró en el déficit económico pero no resolvió su déficit político.
Escenarios
Teniendo en cuenta la votación en Diputados y la composición del Senado, es probable que la oposición consiga los dos tercios para resistir un veto pese a la amenaza presidencial. Los gritos del presidente son más una señal de impotencia que una advertencia de poder.
Ese escenario significaría una doble derrota para Milei, que tiene en la mesita de luz el premio consuelo del ya desgastado principio de revelación, el recurso con que busca exponer el supuesto obstruccionismo opositor.
En cambio, podría optar por una salida intermedia: el veto parcial. Esta herramienta implicaría aprobar una parte de la norma y rechazar los aspectos que entiende nocivos para el orden fiscal. Es una operación quirúrgica, más para el bisturí que para la motosierra.
El tema es si Milei logra domar sus impulsos y evitar una escalada entre el Ejecutivo y el Congreso, de derivaciones imprevisibles. Todavía se está a tiempo de frenar y que la Argentina no entre en una guerra de vetos cruzados.
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El triunfo opositor en la semana previa al tratamiento de la ley Bases en el Senado lleva a un interrogante político básico y es quién tiene la iniciativa e impone su voluntad. En definitiva, quien manda.
Aunque radicales y federales se muestran cuidadosos y no parecen dispuestos a lanzar una ofensiva contra la Casa Rosada a seis meses del comienzos de la gestión, la oposición ya le tomó el tiempo al gobierno, usa el tiempo a su favor y le tira un baldazo de realismo a la ardiente voluntad reformista de Milei. Con paciencia, sin prisa pero sin pausa, la casta le está limando las garras al león.
No sólo la oposición olió debilidad. También avanzan causas delicadas para el gobierno en el Poder Judicial, el hábitat de los especímenes con el olfato más refinado de todo el ecosistema político, y se activaron los equipos de investigación de medios de comunicación cuya línea editorial está en las antípodas del kirchnerismo. Dos situaciones inéditas para un primer semestre de gobierno. “Empezaron a entrar las balas”, observa un diputado nacional opositor.
Incertidumbre
La incapacidad de Milei para materializar sus reformas alimenta cada vez más dudas en el mercado, donde a mitad de semana se desplomaron los bonos y títulos, se aceleraron los dólares financieros y el riesgo país subió 17% en una semana. El presidente les habla con el corazón y los inversores le contestan con el bolsillo.
La misma incertidumbre contagia al FMI. Con sus tecnicismos, el organismo le pide a Milei y a Toto Caputo que abandonen una política económica rústica, contemplen las necesidades de una sociedad con la paciencia al límite y selle de una vez un acuerdo con la oposición. El Fondo la ve.
El descalabro del ministerio de Capital Humano, jaqueado por el internismo, la falta de resultados, las denuncias de múltiples irregularidades y las renuncias en masa, sintetiza las enormes dificultades del gobierno de Milei en el terreno de la gestión.
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La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, en el centro de la polémica por las fallas de gestión y las denuncias de irregularidades.
El mega ministerio creado para satisfacer la visión faraónica de Milei puede derrumbarse, mientras a Sandra Pettovello parecen quedarle horas o pocos días en el cargo. Si se sostiene la funcionaria que también está en la mira del Congreso es por la estrecha relación personal que sostiene con el presidente y porque su salida implicaría reconocer que no había forma de que esa cartera funcione tal como fue diseñada.
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Los fallos del dispositivo que tiene Pettovello en sus manos exponen a Milei a un evento crítico ante la opinión pública —por ejemplo, un caso como el de Barbarita, la niña tucumana que lloraba por televisión en 2002 porque tenía hambre— o a un escándalo de corrupción, que rompería una de las principales cláusulas del contrato electoral del libertario con la sociedad.
Son algunos de los riesgos que enfrenta quien se considera un topo en tierra enemiga pero que suele desorientarse en los complejos túneles del Estado.
Excursión a Agroactiva
Siempre en modo campaña, Milei hizo una visita relámpago a Agroactiva. Como esos cantantes de cumbia en gira permanente, el libertario aterrizó, deliró a sus fans con sus principales hits y se fue tan rápido como llegó.
Con Maximiliano Pullaro, Martín Llaryora y Rogelio Frigerio hubo un saludo amable, pero no pasó del gesto. Si el santafesino se subía al auto del presidente, tenía que dejar a pie al cordobés y al entrerriano. Se inclinó por sus aliados de la Región Centro.
En el entorno del gobernador santafesino reconocen que les hubiera gustado un encuentro con el presidente, pero tampoco tenían grandes expectativas de que se concretara. “Fue todo muy impredecible, muy inestable. Avisaron un día antes que iba a estar ahí y no estaba claro cómo iba a ser la dinámica”, señalan desde la Casa Gris.
>> Leer más: Qué dejó el paso de Milei por Agroactiva: más poda, insultos y poco diálogo con los gobernadores
En contraste con Milei, que se reconoce visitante en el mundo de la economía real, Maximiliano Pullaro se sintió cómodo de anfitrión. Incluso, cerca suyo creen que esta Agroactiva será uno de los hitos del mandato del radical.
“Mostró lo que busca esta gestión: estar hermanada con un proyecto productivo. Es lo que le venimos diciendo al gobierno nacional, que apoyen a Santa Fe y al campo, que va a ayudar muchísimo a la recuperación del país”, dicen desde la mesa chica del pullarismo.
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Allí observan un cambio sutil en la estrategia de Milei. El presidente no renuncia a encabezar el ala dura del gobierno pero al mismo tiempo no castiga a sus adversarios con nombre y apellido mientras abre canales de recursos a las provincias en función de las necesidades políticas de Casa Rosada y una mayor disponibilidad de recursos.
Es el difícil equilibrio que debe practicar un presidente que está solo en el Coliseo, mientras quienes pretenden (¿o pretendían?) cooperar con él empezaron a mostrarle los dientes en la arena donde la vieja casta juega de local.