Los muros de las escuelas hablan. A veces manifiestan descontentos, pero otras aportan fortalezas. Tal es el caso de las paredes de los baños de la escuela primaria del Complejo Gurruchaga, que les recuerda a sus estudiantes que no están solos, que llorar no es malo y que el cuerpo que tienen vale oro. No se trata solo de graffitis. Los mensajes que revisten los azulejos de los sanitarios de la escuela 71 son la expresión de un proyecto educativo que comprometió a los estudiantes de 6º y 7º grado, como respuesta al cyberbullying que afectó a muchos de ellos.
“En la escuela le damos importancia a los vínculos, el respeto y el trabajo colaborativo durante todo el año, pero desde el mes de octubre lo comenzamos a trabajar más profundamente, porque surgieron problemáticas con las redes sociales. A través de cuentas anónimas algunos chicos recibieron mensajes de maltrato, muchos se angustiaron y decidimos desde la escuela poner en marcha un proyecto que abordara específicamente estas cuestiones”, explica Ana Ramón, docente del área de lengua y ciencias sociales de 6º y 7º grado. “El contexto estaba pidiendo que profundicemos este tema, aunque no estaba marcado en la planificación”, dice la maestra a La Capital, y suma a la charla a sus alumnos.
Lola toma la palabra y explica que desde una cuenta anónima con el logo de la escuela se enviaban mensajes de discriminación hacia algunos chicos. “La mayoría de esos mensajes tenían que ver con opiniones sobre el cuerpo del otro. Era muy feo, así que entre todos dijimos «hay que ponerle un fin a esto»”, dice la nena, lo que marcó el inicio de rondas de convivencia, charlas y actividades desde la mirada de la educación sexual integral (ESI) en varios espacios curriculares.
En las horas de lengua comenzaron a elaborar algunas consignas a partir de la reflexión de estas temáticas que los estaba afectando emocionalmente. Que esas frases tengan protagonismo en el baño de la escuela, también tiene un por qué. La docente explica que se expusieron allí porque los chicos contaron que es el lugar donde suelen ir cuando se sienten tristes o quieren estar tranquilos. “Por eso se nos ocurrió que esas frases tenían que estar plasmados en ese espacio de la escuela”, dice Ana, y Lola agrega: “Cada vez que una persona se sienta mal porque alguien le hizo bullying, puede sentirse mejor leyendo esos mensajes, esa es la idea”.
Clara también se suma y cuenta que para la elaboración de las frases trabajaron mucho en grupo. “La seño nos dijo que pensemos mensajes que nos gustaría leer en algún momento en el que nos sintamos mal, que sean de apoyo”, recuerda. Así nacieron “no estás solo”, “no se brilla apagando a los demás”, “llorar no es malo”, “tu cuerpo es hermoso y vale oro” y “no tengas miedo de descubrir quien sos”.
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Chicas y chicos eligieron las frases que se lucen en los baños de la escuela.
Película, rondas y animaciones
La problemática del acoso virtual disparó espacios para el diálogo y el debate. Ana les propuso a sus alumnos mirar una película sobre el tema, y además invitó a una profesional de la salud que dio una charla y despejó las dudas de chicos y chicas. La película elegida fue Ciberbullying, y aunque es del 2011 refleja la problemática con total actualidad. “Trata la historia de una adolescente a la que le pasan cosas muy similares a las que estábamos atravesando con los chicos en la escuela. Esta chica recibe malos tratos en las redes y se siente muy presionada por las miradas ajenas. La idea era que ellos vivenciaran en tercera persona, que a veces sin darse cuenta uno puede colaborar con estas situaciones, por ejemplo siguiendo cuentas que se dedican a hostigar a otras personas y terminan participando de esa situación a veces sin quererlo”, explica la docente, y agrega: “Se trata de hacer una toma de conciencia colectiva, sobre cómo desde distintos lugares a veces se contribuye a una situación que es dolorosa para otra persona”.
A partir de la proyección de la película, muchos chicos se sintieron identificados y comenzaron a aflorar inquietudes, lo que condujo al equipo docente a invitar a una profesional psiquiatra, mamá de la escuela, que ofreció una charla en la que los estudiantes pudieron expresar sus dudas. Ese día se armó una ronda de convivencia que convocó a los estudiantes de 6º y 7º grado y se instaló un buzón donde los chicos depositaron sus preguntas en forma anónima. La charla con la especialista fue tan provechosa que las inquietudes comenzaron a multiplicarse, “empezaron a preguntar en forma anónima, pero luego se lanzaron en la ronda sin necesidad de anonimato”.
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“Llorar no es malo”, es uno de los mensajes que empapela las paredes.
Esos agravios virtuales que afectaron a chicos y chicas dieron lugar a un trabajo interdisciplinario que impactó en las horas de lengua, ciencias sociales, naturales e informática. “Siempre trabajamos la ESI de un modo transversal, en todas las áreas de aprendizaje”, afirma Ana, y confirma que frente a esta problemática se dedicó un tiempo especial a reflexionar sobre el cuidado y el respeto de los cuerpos, los estereotipos y las enfermedades de transmisión sexual, entre otras temáticas.
Las consignas que trabajaron colectivamente y con las que empapelaron las paredes del baño, también se materializaron en la elaboración de cortos animados durante las clases de informática. “Pensamos y fuimos desarrollando animaciones con un programa especial, creamos personajes y contamos una historia, algunos grabamos las voces de esos personajes y las incorporamos con un editor de video de Google. Todas las animaciones tenían que ver con la película que habíamos visto, muchos trabajamos el tema del cuerpo y otros sobre las burlas. Por ejemplo, hay una animación con un personaje que tiene sobrepeso y sobre las burlas que recibe, y la historia termina con un pedido de disculpas y se vuelven amigos”, cuenta Teo, también de 6º grado.
Para la docente, el tratamiento de esta problemática marcó un ciclo de actividades que reforzó el compromiso y la solidaridad entre los estudiantes. “En todo lo que hicieron se comprometieron colectivamente y trabajaron colaborativamente”. Los chicos también opinan positivamente sobre el proceso. “Nunca pensé que íbamos a trabajar sobre esto en la escuela tan profundamente —dice Teo—, lo vimos en lengua, informática, ciencias naturales, ética y música”. Por su parte, Clara celebra la posibilidad de poder charlar sobre estos temas en la escuela, “porque si no te pasa a vos, le pasa a un amigo o alguien cercano, y de esta manera podés tener una base para poder ayudar”, dice. Para la alumna, lo importante es darse cuenta y que “no importa si no te pasa a vos, con que le pase a un compañero es importante que lo hablemos entre todos”.
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