Velas, oración, carteles pidiendo justicia, mucha emoción y tristeza fue el factor común de las cerca de 400 personas que se reunieron en la entrada del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) para “apoyar, rezar y hacer fuerza por Vir”, como expresaron las alumnas de Virginia Ferreyra, la mujer de 32 años que el sábado a la tarde esperaba un colectivo en el Fonavi Parque del Mercado y terminó gravemente herida en un ataque a tiros en el que murió su madre Claudia Deldebbio, de 58 años. “Hay pocas novedades pero buenas, con una operación exitosa. Ella tiene mucha fuerza y es una luchadora”, decía anoche Carlos, padre de Virgina y ahora viudo de Claudia. “Fuerza Virginia, no al odio”, repetía a modo de hashtag.
“Estoy muy triste, perdí a mi esposa y compañera de 40 años. Pido justicia, la exijo porque esto puede pasarle a cualquiera. Las autoridades deben analizar qué es lo que no están haciendo bien”, dijo ayer a la tarde Carlos, con un protagonismo que jamás hubiera querido tener, mientras al cierre de esta edición su hija seguía internada en grave estado.
Tristeza y esperanza
Bailarina y profesora de danzas árabes en la Sociedad Libanesa, Virginia sufrió gravísimas heridas en una balacera contra una torre del Fonavi en Maestros Santafesinos e Isola. Según estableció la investigación, los agresores llegaron en dos autos y comenzaron a disparar contra el edificio y en un momento se dieron vuelta y comenzaron a disparar contra la gente que esperaba el colectivo en la vereda de enfrente. En el hecho también resultó herido un chico de 16 años que estaba unos metros más atrás, tomando una gaseosa con amigos en la plaza. Fabricio M. sufrió lesiones en la pierna derecha y ayer estaba fuera de peligro.
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Con su madre muerta en la vereda, Virginia fue trasladada al Hospital Roque Sáenz Peña y luego del Heca, donde fue operada dos veces. “Ingresó el sábado a las 20 con siete orificios de armas de fuego distribuidos tórax, abdomen y pierna izquierda. Estaba descompensada hemodinámicamente y fue urgente a quirófano donde se resolvieron las heridas iniciales en distintos órganos del abdomen más una fractura de fémur y un drenaje en el tórax”, explicó el director del Heca, Jorge Bittar. La joven fue operada nuevamente ayer “con indicios de una evolución favorable, aunque hubo que extraerle un riñón”.
Al caer la tarde de ayer, mientras Virginia seguía grave en terapia intensiva, amigos y allegados suyos manifestaban su apoyo y solidaridad con la familia en el playó del Heca. “Vir es una luchadora incansable, va a salir adelante; es nuestro motor. Estábamos ensayando para una muestra el jueves y hoy estamos acá, pidiendo por su vida. Le va a costar más reponerse de la pérdida de su madre. No queremos que esto quede en la nada, que se encuentre a quienes la balearon. Somos muchas las que estamos acá”, dijo Kiara, una de las tantas alumnas de la joven herida.
Entre los presentes estaba Néstor Hage, el presidente de la Sociedad Libanesa donde Virginia da clases desde hace diez años. “Nos sentimos apoyados como institución y confiamos en que Virginia va a salir adelante”, señaló, para agregar con optimismo: “El año pasado estuvo en Medio Oriente trabajando y seguramente volverá a ir”.
También en la entrada del hospital estaba Carlos. El padre de Virginia recordó que el sábado a la tarde primero escuchó disparos y bajó de inmediato. “Me encontré con este cuadro, mi señora ya estaba sin vida así que con un vecino llevamos rápido a Virginia, que le costaba respirar, y mi otro hijo quedó con mi señora”.
El hombre recordó que su barrio, en el que vive desde hace 32 años, era “tranquilo, con los chicos jugando en los parques y la calle. Los padres participábamos y se tomaba mata en la vereda. Hoy todo es terror, la gente se esconde en su casa mientras los delincuentes se adueñaron de las calles. No siento odio, el odio te come el alma. Estamos muy apoyados por la gente y estoy orgulloso de mi hija, por cómo la quieren”.
La sombra de una guerra
De la investigación del hecho ayer asomaba la posible vinculación de una disputa entre bandas que controlan el narcomenudeo en las zonas de los barrios Tablada y Parque del Mercado. En lo que va de julio ocurrieron cinco homicidios en esos dos barrios linderos y se investiga si forman parte de disputas relacionadas a la misma trama.
Según reconstruyeron hasta ayer los investigadores del MPA la escena previa fue la llegada al lugar de dos autos, uno negro y uno gris, que transitaban por Maestros Santafesinos y frenaron al llegar a Isola. Entonces, en circunstancias aún no esclarecidas, al menos dos personas dispararon decenas de balazos contra los pisos 1º y 2º de la torre 11 del monoblock frente a la parada. Un instante después los agresores se dieron vuelta y dispararon hacia las personas que esperaban el colectivo.
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El fiscal Patricio Saldutti indicó que los homicidas dispararon estando de pie, por lo cual todavía no está claro si llegaron en los autos o ya estaban en la zona y luego del hecho subieron a los vehículos para huir. En ese marco quedaban medidas pendientes que podrían identificar al menos uno de los dos autos. En el lugar del hecho se levantaron unas 40 vainas servidas de calibre 40 y 9 milímetros.
En lo que va de julio ocurrieron cuatro homicidios en barrio Tablada y uno en Parque del Mercado. Los investigadores del MPA barajan la posibilidad de que al menos tres estén vinculados. Lo que asoma de fondo es un conflicto entre distintas facciones lideradas por presos. Por un lado las bandas que estarían bajo el mando de Alan Funes y de René Ungaro, dos presos por narcotráfico y homicidios que fueron socios, luego estuvieron enfrentados y ahora al parecer limaron asperezas. Por otro lado aparece Milton César como cabeza de una banda que comparte intereses con otro grupo liderado por Brian Ismael “Pocha” Sánchez.
El primer homicidio de esta saga reciente fue el de Elvira Ramona Toledo, de 27 años. Oriunda de Rafaela, arrastraba desde Santa Fe una historia narco por la cual estuvo al borde de la muerte con un tiro en la cabeza en julio de 2021. Se presume que al radicarse en Tablada empezó a vender en un búnker administrado por Alan Funes. El 7 de julio la mataron en un pasillo de Garibaldi al 200.
Tres días después fue asesinada Vanesa Arredondo, de 39 años, en Ameghino al 200, en la misma manzana del crimen anterior. Si bien aún no trascendieron posibles trasfondos, se trata de una zona en la que el narcomenudeo está bajo el control de René Ungaro que ya fue escenario de varios crímenes.
Ungaro volvió a ser mencionado la semana pasada cuando el cadáver de Héctor Nicolás Quinteros, de 20 años, apareció baleado, maniatado y con la boca tapada, en Esmeralda al 3800, a 50 metros de donde en abril pasado había ocurrido un crimen calcado. Esa vez fue Brian Leonel Pino, de 27 años, hallado atado de pies y manos y con varios balazos sobre la calzada.
La principal hipótesis es que tanto Pino como Quinteros habían robado drogas en un búnker de Ungaro. Matarlos fue la consecuencia, pero arrojar sus cadáveres en ese punto específico, a varios kilómetros de donde vivían, pudo ser con la intención de “quemar” una cuadra en la que el narcomenudeo es controlado por gente de la familia César. “Dos pájaros de un tiro. Mataron a estos que les habían robado y le «manchan» la zona a César”, dijeron fuentes de la pesquisa.
El tema del robo al búnker y su eventual represalia también asomó como posible contexto del otro crimen en Tablada, días antes del de Quinteros. En ese caso el rumor de calle ubicó a Pablo Andrés Cabrera como una víctima fatal por error. Al parecer buscaban a un tal “Chinito” de Grandoli y Seguí por el robo a un búnker pero la falta de precisión condujo a los asesinos hasta Spiro al 300 bis, donde vivía el “Chino” Cabrera.