Los números de Paladini son contundentes. Tienen 7 plantas, emplean 2.400 personas en forma directa y 5.000 de manera indirecta, producen 7.000 toneladas mensuales de alimentos, invierten nada más y nada menos que entre 6 y 7 millones de dólares anuales en mejorar sus procesos pero tienen un número de sólo tres cifras que es el que más festejan hoy: cumplen este año 100 años en la producción de alimentos. Esta enorme industria nació en un pequeño garaje en Villa Gobernador Gálvez, a pocas cuadras de su planta actual, cuando el inmigrante Juan Paladini vino desde Italia con la receta de un salame que se fabricaba en su pueblo natal, San Pietro A Vico en la zona de Lucca .
Hoy esta historia la cuenta el protagonista de esta entrevista, Pablo Paladini, hijo del recordado Roberto, y vicepresidente de la industria. Lleva desde su niñez recorriendo la planta, viendo crecer a Paladini de la mano de los cuatro pilares que tuvo la empresa familiar en la segunda generación que la llevó adelante, los cuatro hermanos: Rodolfo, Juan Pablo, Tilo y Roberto. Él es tercera generación y forma parte del directorio conformado por 6 accionistas. “Hoy Paladini sigue siendo una empresa 100% familiar, en el directorio somos hermanos, primos y sobrinos e incluso ya está trabajando la cuarta generación, eso sí, tenemos un protocolo de empresa que establece que ningún familiar puede trabajar en relación de dependencia, sino sólo como accionista”, define Pablo en esta entrevista con Negocios.
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En este exacto lugar de Villa Gobernador Gálvez estaba el garaje del fundador de Paladini, donde comenzó a hacer sus salames. Hoy es un local de venta directa de la industria, bajo la marca Paladar.
Foto: Sebastián Suarez Meccia / La Capital
Pero volvamos al inicio de Paladini, porque la historia luego nos develará una sorpresa que prepara la industria para este centenario. Juan Paladini, quien llegó en 1923 con su receta de salames, muere muy joven a los cuarenta y pocos años. Es su mujer, María, quien decide no dejar caer el negocio y toma las riendas junto a su cuñado. Pablo cuenta que en su momento fue realmente disruptivo que una mujer se metiera en un negocio tan masculino e incluso refiere que hoy también hay quien se asombra de que haya mujeres que quieran dedicarse al rubro. Es en conmemoración de María que Paladini festejará sus 100 años el día de su cumpleaños, el 9 de agosto. Y para esa fecha la firma imagina algo bien especial, como lanzar nuevamente en el mercado la receta tradicional del primer salame italiano que trajo Juan cuando llegó al país.
Una industria modelo
Se sabe que Paladini es una marca líder en su segmento no sólo en Santa Fe sino en el país. En Villa Gobernador Gálvez tienen un predio de 50 mil metros cuadrados donde montaron una planta de faena y despostada porcina, que es modelo en Sudamérica por su tecnología, Pablo asegura que no hay en Argentina otra igual. Tienen otra planta de faena y despostada vacuna, una planta de alimentos procesados, otra de harina de carne que se utiliza para hacer alimentos balanceados para no rumiantes, una planta de tratamiento de efluentes y, atención, también una planta específica para productos pilotos donde se testean las novedades que quieren lanzar. Pablo adelanta que para este año “hay muchas inversiones en camino para la parte productiva, en innovación, en nuevos productos y nosotros trabajamos mucho en la trazabilidad, en la digitalización, en la inversión en maquinaria e invertimos para bajar costos siendo mucho más eficientes en la parte productiva. Tenemos un ritmo de inversión muy fuerte todos los años, puntualmente entre 6 y 7 millones de dólares al año, que son necesarios para mantener el mercado”. Y agrega que, como no hay créditos, estas inversiones se hacen con recursos propios de la industria.
Otra de las cosas que no se conocen es el trabajo que hacen para hacer su aporte a la sustentabilidad, donde no sólo tienen una planta de efluentes sino que que han logrado certificar como una empresa libre de humo y están en camino de eliminar el uso del papel. La inversión en tecnología 2023 también está pensada para el área administrativa. Y otro punto central donde Paladini pone el eje es el bienestar animal, con la trazabilidad desde la granja hasta la planta. El 80% de los porcinos son de producción propia, tienen alrededor de 8000 cerdos madres, y el 20% restante lo adquieren de otros productores.
Sobre nuevos consumos
Toda la industria de la carne en general está atenta a las nuevas tendencias de consumo, donde la carne bovina, porcina, aviar, está en jaque para quienes son vegetarianos y veganos. Paladini lanzó productos específicos para ese segmento, como milanesas de soja, hamburguesas a base de lentejas y garbanzos más los productos más saludables bajos en sodio. Aunque hay que saber que la sal es un conservante natural de las carnes, por lo cual será siempre necesaria para no utilizar otros conservantes que son quizás más dañinos para la salud.
Respecto de esta movida sociocultural, Pablo analiza que “son tendencias que llegaron para quedarse, que tienen cosas buenas que hay que saber aprovechar” pero advierte que hay un segmento que es mucho más importante en volumen, el de los celíacos. “Ese tema nos preocupa y estamos trabajando en eso, tenemos líneas de productos nuestros que analiza la Asociación de Celíacos y nos aseguran que son aptos, pero hay que trabajar en toda la línea de proveedores”. Porque en una casa donde hay un celíaco suele suceder que toda la familia consume alimentos aptos, por eso es un segmento que crece y mucho.
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En el directorio está la foto de los cuatro hermanos, hijos de María y Juan, que llevaron adelante la segunda generación de la industria. En los años 80 fue cuando vivieron la gran expansión de Paladini.
La familia unida
Este año será el de los festejos para todos los Paladini, pero Pablo no quiere adelantar mucho sobre lo que tienen en gateras. Lo cierto es que lograr que una empresa familiar se profesionalice a este nivel, invierta año a año millones de dólares y logre seguir creciendo generación tras generación es un paso firme hacia el futuro. Y vale la pena festejar.