La guerra abierta entre Carolina Losada y Maximiliano Pullaro abre preguntas inquietantes en una alianza que parecía encaminarse a ganar cómodamente las elecciones en Santa Fe y ahora luce atravesada por distintas tensiones.
Por Mariano D'Arrigo
La guerra abierta entre Carolina Losada y Maximiliano Pullaro abre preguntas inquietantes en una alianza que parecía encaminarse a ganar cómodamente las elecciones en Santa Fe y ahora luce atravesada por distintas tensiones.
La interna de Unidos para Cambiar Santa Fe que protagonizan la senadora nacional, el ex ministro de Seguridad de la provincia y la ex intendenta de Rosario Mónica Fein contenía al menos tres ingredientes para volverla explosiva. Lo que pocos esperaban era que estallara tan lejos de las Paso.
Primero, hay mucho en juego. Con un peronismo golpeado, tanto a nivel nacional como en la provincia, y un esquema de competencia entre dos polos, en prácticamente toda la dirigencia, no sólo la política, leen que quien gane la interna de Unidos será el próximo gobernador. En este sentido, resulta tentador gastar la mayor parte de la artillería antes de las Paso.
Segundo, es una interna pareja. A diferencia de las primarias que llevan un candidato único o se presenta una figura fuerte y uno o varios sparrings —como sucedió en la Paso fundacional de Cambiemos en 2015, cuando Mauricio Macri compitió contra Elisa Carrió y Ernesto Sanz—en todos los laboratorios coinciden en que el vencedor se impondrá por no más de dos o tres puntos.
Tercero, ni Losada ni Pullaro acordaron reglas de competencia. Las Paso obligan a un equilibrio difícil: diferenciarse, pero no tanto como con el adversario del partido rival. Pegar, pero por arriba del cinturón. Tensar, pero sin romper.
Lejos de ser un arrebato emocional, Losada desplegó una estrategia que consta de varias fases. Y lo que se vio, advierten desde su búnker, es sólo el comienzo.
Sin posibilidad de ocupar el lugar de la persona con experiencia en gestión, Losada debe interpretar el papel de la persona que viene de afuera de la política, sin ataduras con el pasado y que viene a regenerar la vida pública santafesina. “Si ella no explota ese ángulo su candidatura no tiene sentido”, dicen cerca suyo.
En su narrativa aparecen al menos dos inconsistencias. Uno es que los hechos sobre los que se monta Losada para acusar a Pullaro ya habían sido denunciados públicamente en 2021, cuando ambos compitieron en las Paso de JxC y luego caminaron juntos hacia las generales.
El otro es que Losada podrá haber entrado a la política hace dos años pero aparece rodeada por profesionales de la política con varias décadas en el lomo en la búsqueda y el ejercicio del poder.
“La campaña está jodida para todos. Así como para Carolina el problema es que se sobregire y la gente no la vea con perfil de gobernadora, si a Maxi se le carga la mochila de la seguridad también va a estar complicado”, observa un armador opositor.
En la división del trabajo político que trazó Pullaro, el candidato a gobernador trata de ponerse por encima de la polémica y los que responden con más dureza son sus alfiles.
“Carolina está perdiendo y necesita desesperadamente generar conversación en contra de Maxi, pero él no va a entrar en ese juego, contestar sería darle combustible a la conversación”, dicen desde la escudería de Pullaro.
Incluso, aseguran que dirigentes políticos que acompañan a Losada hacen llegar a la toldería de Pullaro el mensaje de que no comparten ni el tono ni el contenido de la crítica.
Son muchos los que ven vida más allá del 16 de julio, cuando se definirán las candidaturas. Ven el 10 de septiembre, el día en que se realizarán las generales, y sobre todo el 10 de diciembre, cuando asumirá el nuevo gobierno.
El problema es que la discusión no es sobre política pública, como cuáles deben ser las prioridades del presupuesto o cómo se conducen las fuerzas de seguridad, sino moral. Y con cómplices o personas vinculadas al narcotráfico no puede haber ningún tipo de negociación y acuerdo político.
El dilema para Losada en este punto es que o bien recula y se expone a quedar como una persona que apeló a la mentira y otras maniobras desesperadas para embarrar la cancha, o bien continúa adelante y puede resquebrajar la alianza, al punto de que dirigentes de su espacio no se sumen a un eventual futuro gobierno de Pullaro. De todos modos, con este nivel de virulencia tampoco abundarán las invitaciones.
“De esto no se vuelve, no hay convivencia posible”, dice un integrante de la escuadra Losada partidario de seguir con el plan hasta el final. Como pasó con la pandemia, de esta interna nadie saldrá igual que como entró.
>> Leer más: Pullaro: "Que Losada le pregunte a Bullrich qué opina sobre mi gestión en Seguridad"
Lejos de quedar encapsulada en la provincia, la interna se ramificó hacia el cuartel general de Juntos por el Cambio, donde el temor a quedar terceros llevó a varios de los principales socios a explorar su propio frente de frentes con un arco que va de José Luis Espert a Juan Schiaretti. Una situación que también hace crujir a la principal alianza opositora a diez días de la inscripción de alianzas.
Mientras Patricia Bullrich apoyó a Losada y Angelini en la pulseada contra Pullaro —aunque sin nombrarlo— y el diputado radical tiene la banca de Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales pidió a ambos precandidatos a la Gobernación que bajen un cambio y los hizo responsables de poner en riesgo un triunfo que daban por descontado.
En el tablero de Juntos, y de la UCR en particular, Santa Fe ocupa un lugar clave, por varios motivos. La oposición tiene al alcance de la mano arrebatarle al peronismo el tercer distrito con más votantes del país, el radicalismo puede sentar a uno de los suyos por primera vez en sesenta años (el último gobernador radical fue Aldo Tessio, elegido en 1963) y, cuestión no menor, un triunfo opositor en la provincia podría darle un envión anímico a Juntos a un mes de las elecciones nacionales.
El reto de Morales a Losada y Pullaro es más simbólico que una señal de autoridad. Pese a ser el impulsor principal de la alianza, el fragmentado radicalismo santafesino no cuenta con la cohesión ni el liderazgo unificado para conducir al resto de los socios de Unidos.
Pese a la debilidad relativa con que el PS ingresó a la coalición que emergió de la fusión de Juntos por el Cambio y lo que quedó del viejo Frente Progresista, que se suma a sus propias internas no del todo saldadas, en el socialismo observan que la fractura expuesta entre los dos precandidatos radicales los favorece en el corto plazo y apuestan a crecer entre votantes no peronistas espantados con la remake santafesina de la pelea entre Bullrich y Larreta.
En varios espacios opositores advierten que la interna desaforada le da una sobrevida al peronismo, pese a la inflación galopante y la violencia desbocada en Rosario. “Podés tener un escenario en que Lewandowski con 25 puntos sale como el candidato individual más votado de las Paso y con mejor imagen positiva. Eso resetea y abre una nueva elección”, señala un operador.
Con la vieja máxima de la política “cuando tu adversario se equivoca, no lo interrumpas”, el senador nacional salió ayer en redes sociales con su primer spot de campaña, en el que busca transmitir santafesinismo y un mensaje conciliador.
Lewandowski transita cómodo en ese andarivel. Por perfil y personalidad, porque observa que le lleva una ventaja considerable a sus rivales en la interna peronista, para marcar un contraste con la picante interna de Unidos y para tratar de conectar con el humor de la sociedad, que tiene tolerancia cero hacia las peleas entre políticos.
Al igual que Pullaro y Losada, Lewandowski se reunió con jugadores de peso del mundo del agronegocio, interesados en que en el nuevo ciclo político avance el plan del Consejo Agroindustrial Argentino, que prevé llevar a 100 mil las exportaciones anuales del sector, pero también en conocer de primera mano los proyectos, los perfiles y la capacidad de liderazgo de quienes se postulan para gobernar una provincia neurálgica para el agro.
Además, la elección santafesina tiene otra particularidad: a diferencia de años anteriores, cuando abundaban los intendentes que querían dar el salto a la Casa Gris, en 2023, salvo Mónica Fein, dos veces alcalde de Rosario, ninguno de los candidatos a gobernador fue elegido por el voto popular para ocupar un cargo ejecutivo.