Por qué los ojos sufren tanto con el sol y cómo protegerlos
La luz solar intensa daña la vista. Cuáles son las zonas más afectadas. Una especialista explica cómo cuidarse en primavera y verano
2 de noviembre 2025·07:00hs
Es importante elegir los anteojos adecuados para proteger la vista al aire libre
Es importante elegir los anteojos adecuados para proteger la vista al aire libre
La exposición excesiva a la radiación solar no solo afecta la piel, sino también los ojos. Por eso es importante saber cómo protegerse. La oftalmóloga Andrea Barral, integrante del Servicio de Oftalmología del Sanatorio de la Mujer Fisherton explica que la luz solar intensa puede dañar los tejidos oculares, "generando radicales libres que alteran las proteínas y destruyen las membranas celulares".
Del mismo modo que el sol envejece y quema la piel, "también puede producir daños irreversibles en la retina”, advierte la especialista.
Para comprender el impacto de la radiación solar es necesario entender algunos aspectos de la conformación de la retina. “La retina es la capa más interna del globo ocular. Su misión es transformar la luz que recibe en un impulso nervioso que viaja hasta el cerebro a través del nervio óptico y se convierte en las imágenes que percibimos. La luz llega a través de la córnea, cruzando la pupila y el cristalino hasta que llega a la retina. Es necesario que todas las estructuras estén sanas para una buena visión”, dice la médica.
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La retina está formada por un entramado de células nerviosas que viajan hasta el cerebro por el nervio óptico. Esto hace que tengan una distribución anatómica especial en el fondo de ojo:
Papila óptica, es la cabeza del nervio óptico, donde se agrupan todas las prolongaciones de las neuronas para llevar el impuso hacia el cerebro.
Arteria y vena de la retina, son las encargadas de nutrir las capas más internas de la retina.
Mácula, es la zona de la retina encargada de la visión central, de la visión fina de los detalles de las cosas (leer, enhebrar una aguja).
Fóvea, es el centro de la visión, donde se enfocan los rayos de luz que llegan a la retina.
Retina periférica, es la que nos permite la visión periférica. Si alguien está fuera de donde miramos, la retina periférica nos permite reconocerlo por su forma.
Vítreo, es el gel que ocupa la cavidad del globo ocular. Es transparente y está pegado a la retina. Con la edad va sufriendo un proceso de envejecimiento y es el responsable de las “moscas volantes” que ven algunos pacientes.
Radiación peligrosa
Según explica la especialista, los rayos solares se miden por su longitud de onda, y dependiendo del rango, afectan distintas estructuras oculares. La radiación ultravioleta (UV) de onda corta puede dañar la córnea y la conjuntiva, mientras que la de onda media puede provocar cataratas al afectar el cristalino. La radiación de onda larga, en cambio, puede atravesar todos los medios ópticos y alcanzar la retina, donde produce lesiones silenciosas.
“La luz azul _es decir, la luz visible de onda corta_ es especialmente peligrosa”, señala Barral. Este tipo de radiación puede generar daño en la retina incluso años después de una exposición breve, y se asocia con la degeneración macular relacionada con la edad.
La profesional destaca que el daño ocular por radiación solar es acumulativo. “La retina no tiene terminaciones nerviosas que alerten del dolor, por lo que no percibimos el daño en el momento. Por eso es tan importante prevenir”.
La protección comienza con los lentes de sol. Durante los meses de primavera y verano, cuando los rayos del sol inciden de manera más directa, el uso de lentes de sol adecuados se vuelve esencial. Barral aclara que, si bien los días nublados pueden ofrecer cierta protección natural gracias a las nubes, esto no elimina por completo el riesgo de radiación.
“El único modo de prevenir los efectos nocivos es utilizando lentes de sol con filtros UV certificados”, enfatiza.
La oftalmóloga advierte, además, sobre el riesgo de usar anteojos de baja calidad o “de juguete”, especialmente en los niños. “Los lentes oscuros sin filtros adecuados dilatan la pupila, facilitando la entrada de radiación ultravioleta y generando una falsa sensación de seguridad”.
Los ojos de los niños, más vulnerables
Barral hace hincapié en que los niños son especialmente sensibles a la radiación solar. Durante los primeros años de vida, el cristalino deja pasar gran parte de los rayos UVA y UVB, y la pupila permanece más dilatada que en los adultos.
Además, la pigmentación ocular _que actúa como una barrera natural_ se desarrolla con el tiempo, por lo que los niños rubios o de ojos claros presentan aún mayor riesgo.
“Se estima que cerca del 50% de la radiación ultravioleta que recibimos en toda la vida ocurre antes de los 18 años”, comenta la especialista.
Entre los daños más frecuentes en la infancia se encuentran las queratitis solares, que pueden manifestarse con dolor, enrojecimiento y sensibilidad a la luz. A largo plazo, el daño acumulado puede provocar lesiones corneales, degeneración macular y hasta quemaduras retinianas permanentes.
Por eso, Barral recomienda que los niños utilicen lentes de sol adquiridos en ópticas, con filtros UV certificados, además de gorras o sombreros para reforzar la protección.
Andrea Barral enfatiza que la prevención es la mejor herramienta. Un buen par de lentes de sol, con protección UV garantizada, "es una inversión en salud visual que debe acompañarnos todo el año".
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