Dar la batalla es una frase que podría resumir en muy pocas palabras la vida de Romina Diez, la economista rosarina que hoy está decidida a pasar de trabajar del ámbito privado al ámbito público, ingresando por primera vez en las filas de la política. Tanto su nacimiento, como su infancia y juventud estuvieron signadas por momentos difíciles de los que supo recuperarse, mirando siempre hacia adelante y abrazando desde muy chica lo que ella llama “las ideas de la libertad”.
Su pasado en la docencia y su rol como madre la llevaron a cultivar un gran amor por la enseñanza y por ayudar a otros a comprender conceptos que en apariencia parecen complejos, pero que, según sus palabras, “son más sencillos de lo que uno cree”. Esta base es sobre la que hoy se apoya para construir su carrera política, con la firme convicción de que si se trabaja al 100% y con transparencia, uno puede lograr lo que se propone.
Salir adelante
Criada en un departamento en el centro de Rosario, la infancia de Romina estuvo signada, al menos en una parte, por el dolor de perder a su hermano mayor Eduardo en un accidente de auto cuando ella tenía siete años y el 23. No fue fácil seguir adelante, pero encontró las fuerzas en su familia, principalmente en su papá Genadio y en su mamá Amanda, llamada cariñosamente “Nuri” por sus seres queridos.
“Mi papá era un inmigrante que eligió Argentina para vivir y se enamoró de Rosario y ellos lograron todo gracias al país y a su esfuerzo, trabajando y no bajando los brazos. De ahí saqué las fuerzas que tengo hoy en día, ser una luchadora está en mis venas", sostiene Diez, quien ya desde la panza dio batalla debido a que el suyo fue un embarazo de riesgo.
Pero como destaca la dirigente política, la tenacidad estaba en su ADN y eso la llevó a apasionarse por las cosas y a buscar siempre nuevas motivaciones para su crecimiento personal. De chica fueron las matemáticas y de más grande, su dedicación a la lectura, lo que hizo que combine lo mejor de ambos mundos para decidirse a estudiar la carrera de Licenciatura en Economía en la Universidad Nacional de Rosario.
“Fui abanderada todos los años en la escuela, era muy buena estudiante y me gustaban mucho los números, aunque de chica quería ser astronauta porque me encantaba lo relacionado con el espacio. La decisión de estudiar economía vino de grande porque veía que era una herramienta que podía ayudar a muchas personas. Cuando funciona te permite ser más feliz, entonces yo entendía que si al menos lograba, no resolverla, pero sí hacerla más previsible, el escenario mejoraba", considera la economista.
Fue a finales de los noventa que se dio su ingreso formal a la universidad, trayecto que recuerda con cariño a pesar de considerar que le faltaba formación en ciertas escuelas de pensamiento económico ligadas al liberalismo. Ya para ese entonces, Romina leía por su cuenta a pensadores que no se daban en dicho ámbito educativo donde, según sus palabras, primaban las teorías ligadas al “keynesianismo” y aquellas que impulsan un rol del Estado más activo en materia económica. Aun pese a las diferencias, mantiene un gran cariño por muchos de quienes fueron sus docentes, como el exministro de Economía durante las gestiones de Binner y Bonfatti, Ángel Sciara.
A finales de su carrera se dio el quiebre total cuando comenzó a estudiar la Escuela Austríaca, caracterizada por su fuerte crítica hacia las teorías económicas neoclásicas, marxistas, keynesianas y monetaristas. En ese entonces, con 24 años, Romina trabajaba en una fundación ligada a las ideas de la libertad y conoció a quien sería su primer gran maestro de la materia, el ya fallecido economista, Rogelio Pontón: “Yo fui una de sus discípulas y eso fue un honor para mí, como liberal y mujer formarse con él era como ser tocada por la varita”.
Dar el salto
Durante muchos años Diez dio clases en la Universidad Nacional de Rosario y en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL), lo que le permitió entrenarse en el ejercicio de explicar un mundo tan difícil y complejo como lo es la economía. Aunque su éxito podría ubicarse fuera del aula y apalancada en los medios digitales, cuando decidió abrir su cuenta de Instagram “Economía para no economistas”, que utilizó para explicarle a los usuarios de redes conceptos y otras informaciones valiosas a la hora de entender los problemas del día a día y manejar sus finanzas.
“Yo creo que una de las claves fue formarme en la Escuela Austríaca que me dio herramientas sencillas para analizar la realidad. Siento que la gente que se expresa de formas muy rebuscadas no comprende en el fondo de lo que está hablando. La economía es una ciencia social y es muy importante el hecho de saber que si la entendés la vas a poder explicar, por eso muchos jóvenes abrazan las ideas de la libertad porque comprenden lo que está pasando y ven que los políticos no están enfocados en dar soluciones”, señala Diez.
Luego de hacer de su nombre una referencia, a Romina le llegaron propuestas de Juntos por el Cambio para ocupar puestos políticos en cuatro oportunidades y en todas se negó por considerar que “no eran muy diferentes de lo que ellos mismos decían que venían a cambiar”. En ese entonces ya la unía a Javier y a su hermana, Karina Milei, una profunda amistad que se fue transformando en los últimos años en un vínculo también profesional.
“Con Javier nos conocimos en una convención y de a poco fuimos forjando una amistad. En la cuarentena profundizamos mucho nuestra relación y nuestra lucha porque allí él encontró su límite, con las medidas que tomó el Gobierno nacional. En ese entonces, terminó de tomar la decisión de lanzarse a la política y yo tomé el impulso de saltar con él y a dar la batalla juntos, no solo económica, sino también cultural y de explicarle a más personas lo que veníamos a proponer”, destaca Diez.
En este sentido, confesó que le gustaría llegar a ser diputada para dar su apoyo en el Congreso, pero que está lista para ocupar “el lugar que el partido considere necesario”. Mientras tanto, Diez tiene toda su atención puesta en llevar las ideas de la libertad a nuevos rincones de la provincia, algo que confiesa con un brillo especial en los ojos. El mismo brillo que aparece cuando habla de la radio y de sus experiencias como columnista en emisoras como en Cristal FM y Radio Rivadavia y en medios digitales como Ámbito Financiero. O cuando recuerda la letra de una canción de Charly García, su artista preferido y a quien fue a ver once veces a lo largo de su carrera musical.
Pero, sobre todo, hay una emoción especial que deja relucir al nombrar a su familia, a su hermano, a sus papás y a su hija Elena de once años, con quien pasa muchas horas de sus semanas en el Club Universitario de Rosario, jugando juegos de mesa como el ajedrez y mirando diferentes películas. “Uno viene a dejar su granito de arena y por eso me importa tanto hacer lo mejor que puedo, agarrar esta sociedad como está y hacer lo posible para tratar de dejarla un poquito mejor antes de irme. Me inspiran mis padres, me alientan Javier y Karina y me motiva a seguir mi hija, siempre”, asegura Diez.