"No hay que ser de la Nasa para detectar una noticia falsa", advirtió Juan Manuel Lucero, especialista en desinformación y coordinador para Argentina de News Lab de Google, una instancia del buscador a nivel global que le da batalla a las piezas comunicacionales que buscan confundir. "La desinformación no es inocua", dijo tras aclarar que el concepto de fake news quedó en desuso porque ese tipo de materiales pueden adoptar el ropaje que más le convenga: noticias falsas, audios o imágenes.
Lucero dialogó con La Capital en el marco de un encuentro que realizó Google en la ciudad para interesar a ciudadanos sobre la problemática. Ligadas en su origen a las campañas electorales, las noticias falsas o materiales que desinforman hoy circulan en diversos formatos. El objetivo es introducir mensajes confusos. Las redes o servicios de mensajería parecen ser las rutas más rápidas para que circulen. La capacidad de viralización de este tipo de mensajes, según Lucero, toca ciertos puntos "primitivos" en quienes los reciben que empujan su circulación.
Ante eso, Google busca cortar esa cadena y por eso "apoya, invierte y financia" diversas iniciativas para frenar los procesos masivos de desinformación. También apela a los usuarios de la red para que detecten ese tipo de materiales. "No es tan complicado. A veces, se trata de no reproducir en forma automática, tomarse unos minutos y hacer un chequeo mínimo", aconsejó y recordó que el buscador tiene herramientas simples para colaborar con ese chequeo (ver aparte).
—¿Qué es una fake news y cuándo aparece el primer registro?
—Cuando hablamos de fake news quizá valga la pena considerar otro término: desinformación. Porque fake news remite a noticias falsas y con lo que nos encontramos circulando hoy por hoy no necesariamente tiene que ver con una noticia, puede tener otro formato. Puede ser un texto, un audio mandado por alguna aplicación de mensajería. Con lo cual estamos frente a un fenómeno más amplio que lo denominamos desinformación. Algunos de esos mensajes simulan ser una noticia, pero no lo son y se pueden detectar, si uno conoce y aprende las señales que permiten distinguir una cosa de la otra.
—¿Cuáles pueden ser esas señales?
—Un indicio puede ser que no sepamos el origen de esa información o que la URL (la dirección que aparece en internet) parece ser pero no es. Hay antecedentes. Por ejemplo, en una elección en EEUU un portal simuló ser ABC News, la cadena de noticias, tenía titulares que provocaba ira en la gente que los leía, enojo que la llevaba a querer compartir ese contenido. En realidad era ABZ News y si uno miraba rápido podía confundirse, el logo estaba igual, la URL era casi igual, estaba lleno de señales.
—¿Hay un momento particular en el que irrumpen este tipo de piezas de comunicación?
—Estamos frente a él, irrumpen en épocas electorales, porque grupos de las distintas ideologías, pueden querer crear confusión. A veces se aparecen sin querer hacer un daño en particular, pero sí crear confusión. Generan ideas falsas sobre algún candidato, temores de cualquier tipo en la población. Por ejemplo, de que podemos volver a crisis económicas muy graves o volver a la dictadura, entre otras cuestiones.
—Tambien se usan en cuestiones sociales o de salud, porque a veces el tema es generar miedo, como una forma de modificar conductas que luego abrevan en lo político?
—Sí, claro. Influir en los comportamientos. Porque el temor, y sus derivaciones, es lo que impulsa a la viralidad: "el miedo a...". Entonces ahí sí la ciudadanía, ya no un partido político, comparte por las dudas. "Las comparto porque no vaya a ser que?.". Y ese "no vaya a ser cosa que" es de un estadío muy primitivo, en el cual ya nosotros como sociedad estamos al borde de dar un paso adelante porque no hay que ser un especialista súper detallista para detectar que podemos estar frente a un caso de desinformación. Simplemente hay que tener las ganas de observar que esas informaciones que se revisten con el moño de una noticia al ser compartidas hacen daño, nos hacen daño, como sociedad. Encima hay cantidad de papers donde se ha estudiado el tema y se concluyó que no cambiaron tanto un voto. O sea, no son tan eficaces. Pero estamos ahora en un buen momento donde por suerte tanto los periodistas como el propio Google, que no es un medio ni una red sino un indexador de contenidos, nos preocupamos por esta cuestión y por ofrecer la mejor calidad de información posible.
—En el periodismo los contenidos falsos no son algo nuevo, lo que sí es nuevo es como eso puede potenciarse con la aparición de las redes. ¿Cómo se ubica Google en ese escenario?
—En primer lugar, vale aclarar que Google no es una red social, es un buscador, indexa contenidos. Es decir, tiene un mínimo registro de lo que la humanidad produce en cuanto a contenidos y los pone a disposición. Y le da un orden para que sea más relevante y accesible. Probablemente hoy, en estas épocas de desinformación, Google sea el lugar donde todos terminamos yendo a chequear lo que estamos viendo que circula, donde vamos a buscar fuentes confiables de información. Es lugar donde podemos desarmar esa supuesta noticia y demostrar que es falsa. En Google académico podemos encontrar cientos de papers que dicen, por ejemplo, que las vacunas no causan autismo.
—Las noticias, cada vez más, aparecen como una opción de negocio. Es decir son múltiples los medios en la web, desde portales a blogs o micrositios, que buscan la oportunidad de negocio a través de las noticias. Esto llegó a tal punto que hay agencias de comunicación que ofrecen como servicio la generación de fake news. Hay ahí un cruce entre marketing, periodismo y comunicación difícil de desmontar.
—Te sumaría que como sociedad nos ha costado mucho ir aprendiendo ese tipo de cuestiones en la cotidianeidad. Algo de eso se pone hoy en alerta cuando aparecen casos que refieren a que alguien pone burundanga en no sé qué bebida y se lleva chicas o la famosa traffic blanca que secuestra chicos. Uno ya tiene años detectando esas cuestiones. Esa capacidad de detectar ya lo tenemos más o menos en marcha en la cotideaneidad pero en el mundo digital nos falta muchísimo. Este tipo de mensajes que desinforman existieron siempre lo que ocurre ahora es que se viralizan, circulan con más rapidez. Es exponencial. Ahora, también está nuestra responsabilidad como ciudadanos de hacernos cargo de eso. Hay una parte que nos compete como ciudadano, no todo, pero sí una parte. Y es tomarnos un segundo antes de compartir un contenido.