Por Rodolfo Montes
El reencuentro entre dos grandes amigos que sueñan con torcer el destino político de la Argentina se consumó en el altar de las grandes ceremonias de la Patria, el Monumento a la Bandera de Rosario. Alberto y Cristina estuvieron sin hablarse por casi una década, pero en un acto de fe, y de comunión política, se amigaron, se volvieron a enamorar, y formalizaron un matrimonio político que desafía al oficialismo macrista.
Cristina ungió a Alberto Fernández en una movida impensada que determinará el futuro próximo, a la vez que el candidato a presidente del Frente de Todos (FdT) consiguió ayer lo que Cristina tal vez no estaba en condiciones de obtener: la foto con 19 gobernadores en ejercicio, electos y candidatos con serias chances de ganar.
El cierre de campaña del FdT se consumó ante una multitud gigantesca, solo comparable con los otros dos grandes actos políticos que tuvo Rosario en toda su historia: el cierre de campaña de Raúl Alfonsín en octubre de 1983 y el acto de las patronales agropecuarias, el 25 de mayo de 2008.
Paciente, la multitud esperó y luego explotó con la salida de Cristina a escena. La expectativa del peronismo, y sus aliados, de golpear fuerte el próximo domingo quedó a la vista. Las elecciones Paso no serán una mera previa a las generales de octubre, donde recién se decidiría el futuro. Es altamente probable que en la noche del próximo domingo quede escrito mucho, tal vez casi todo, sobre la renovación presidencial de diciembre.
Cristina y Alberto volvieron a compartir escenario. Luego de la presentación en el partido de Merlo, en el Gran Buenos Aires. Esta vez la ex presidente se mostró cuidadosa, habló apenas 20 minutos, buscó no opacar a su compañero de fórmula. Cumplió la premisa fundacional de una pareja llamada a constituir un equilibrio tan difícil como descompensados son los pesos políticos de sus dos integrantes.
En el discurso final del acto, el candidato, previsiblemente, agradeció a CFK y contó la historia del reencuentro. Que la fue a buscar en diciembre de 2017, "habíamos perdido todos", reconoció. El FdT busca instalar la metáfora del reencuentro entre los integrantes de la fórmula con la restauración de la agrietada alianza del campo nacional. Si esa alianza, con el peronismo adentro y sin fisuras, se mantiene en pie, el triunfo electoral, más temprano que tarde, prevalece.
El impulso final se concretó ayer en Rosario. Bajo la bandera principal de la Patria "o de la Nación, o de la República, como prefieran", concedió Cristina Kirchner. El FdT se concibe a sí mismo como un frente de salvación nacional ante el fracaso del neoliberalismo. Va por ahí, promete cambio de rumbo, volver a vivir felices, no sin recorrer un camino lleno de dificultades. "Ya lo hicimos con Néstor, lo haremos otra vez", repitió Alberto Fernández. El domingo se verá si los argentinos se aferran, o no, a una nueva ilusión.