Por Lisy Smiles
El valor de la construcción política es quizás el bien más preciado con el que Alberto Fernández llega la Presidencia. Y a través del cual Cristina Fernández de Kirchner logró burlar un sistema que buscó encorsetarla, aislarla, alejarla del poder.
Entre el regreso y el consenso, un buen título para este capítulo que, al menos en lo público, comenzó a conocerse cuando CFK sorprendió a propios y extraños con una fórmula que operó como alquimia para fraguar un frente político contundente.
El Frente de Todos es un claro ejemplo de cómo en este país, como en tantos, la estrategia y las tácticas políticas gozan de buena salud. Es más, operan como una llave que abre oportunidades.
Tras cuatro años, donde la gestión de Mauricio Macri buscó instalarse como mirada única ante la diversidad, un frente político variopinto desafió el intento del tan mentado cambio cultural.
Porque la instalación de la llamada grieta, un recurso discursivo con incidencia política, buscó horadar lecturas políticas más profundas. Es más, buscó negar realidades.
Porque no existe una realidad, existen historias, relatos, vidas propias y ajenas, que se entrecruzan en un entramado que se teje desde el poder pero también desde acciones más silenciosas pero obcecadas.
El silencio, también es un recurso político, y hasta muchas veces se escucha mejor cuando es producto de un orden que busca desactivar reclamos.
Como aquellos de quienes durante todos estos años siguieron en la calle protagonizando protestas y rechazaron cada ajuste, cada zarpazo, donde se perdían derechos, conquistas.
La modernización, el progreso, el orden, la institucionalidad, fueron apelativos que durante estos años buscaron enmascarar un proyecto que desdeñó, justamente, la calle.
La plaza y la calle fueron reemplazadas por espacios mediáticos y batallas en redes sociales que buscaron implosionar cualquier posibilidad de encuentro, de consenso. Una suerte de guerrilla virtual.
Sólo como recurso de último momento, la calle intentó ser rescatada desde el comité de campaña de Macri ante el temor de quedar afuera.
El valor de la construcción política logró imponerse nuevamente y refleja la necesidad de reacomodar el estallido de múltiples realidades, vidas, que durante estos cuatro años tantas veces se intentaron negar.
Nunca más.