Por etapas, de manera progresiva, a la vez que implacable, Cristina Kirchner se va metiendo con intensidad en el detalle de la gestión de la política económica del gobierno nacional. Y sus fallidos. Ayer se tomó una hora y ocho minutos para analizar en detalle las causas históricas de la inflación descontrolada de la Argentina, que horadan la capacidad de compra de los salarios aun con la vigencia irrestricta de las actualizaciones por paritarias libres. Junto al titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, y al ex intendente de la ciudad anfitriona, Avellaneda, Jorge Ferraresi (actual ministro de Desarrollo territorial y Hábitat) Cristina analizó la causa central del desconcierto político que agobia al Frente de Todos (FdT): hay crecimiento económico y baja la desocupación, “pero tenemos 1.3 millones de planes sociales”, “somos el tercer país evasor del mundo y también el tercero en cantidad de depósitos en dólares en exterior, algo no estaría funcionando”, expresó la vicepresidente ante un auditorio de 1800 dirigentes sindicales completamente fidelizado que disfrutó cada palabra y cada gesto de su líder política.
Cristina se tomó el tiempo para refutar la tesis principal ampliamente difundida por los economistas de la oposición política; que la inflación argentina tiene su causa en el déficit fiscal (“le dan a la maquinita”, la frase preferida en los medios de comunicación de mayor llegada a las audiencias), mostrando que el país por lejos con mayor déficit fiscal es la primera potencia mundial, Estados Unidos, que “es el único que fabrica los dólares, y que también tiene bases militares en muchos lugares”. La Argentina es el país número 13 en déficit fiscal, ese no parece ser, al menos, la causa principal de la inflación que está llevando al gobierno de Alberto Fernández a desvincularse de manera creciente con la base social que depositó expectativas en él, en agosto y luego en octubre de 2019.
Luego de dos intervenciones públicas con mucha repercusión, en el Chaco y en Tecnópolis, para los 100 años de YPF– a continuación del cono de silencio que provocó el momento más complejo de la alianza gobernante, el acuerdo con el FMI- Cristina volvió aupada por los sectores sindicales que justamente van de frente contra la estrategia “derramacionista” del Ejecutivo nacional, que se sustenta en la proyección de que: “la economía crece, la inflación de a poco va bajando, y progresivamente los ingresos irán recuperando sus posiciones”. Ni la CTA, ni el sector de la CGT que ayer acompañó a Cristina – Pablo Moyano y Sergio Omar Palazzo, entre otros, ni tampoco Cristina Kirchner creen esa hipótesis. Por el contrario, la propia ex presidenta exhibió un dato del Indec, irrefutable: en 2015, cuando terminó su ciclo presidencial, los asalariados participaban del 51 por ciento del producto bruto interno nacional, y el capital del 49, y “hoy esa relación se invirtió, el 58 por ciento para el capital, y el 42 por ciento para los trabajadores, incluso me dicen que hay sectores de la economía que los trabajadores están por debajo del del 40”, disparó Cristina ante una audiencia efervescente en el Complejo Parque Municipal La Estación de Avellaneda.
El acto en el partido principal de primer cordón sur del conurbano tuvo, por lo demás, la enorme carga simbólica de evocar el 20 de junio, el día de la Bandera, y aniversario de la muerte de Manuel Belgrano “mi patriota preferido”, como gusta definir la ex presidenta. El título de la charla ya fue revelador, “20 de junio, la vigencia de Belgrano. Estado, mercado y precios: producción, trabajo y política social en una Argentina bimonetaria”.
Justamente, la escasez cíclica de dólares, y la economía bimonetaria, según Cristina, expresan el nudo principal del conflicto económico argentino, y la causa recurrente de las crisis.
La ex presidenta fue durísima en el diagnóstico sobre el manejo de las divisas del gobierno nacional; acusó al gobierno facilitar un “festival de importaciones” y de una evidente falta de coordinación entre el ministerio de la Producción, la Afip, el Banco Central y la Aduana. “No estaría sucediendo” la coordinación necesaria para defender el bien escaso que el país necesita: los dólares. A su, vez, fuente clave para la estabilización de la moneda nacional, y la reducción de la inflación.
Ante cada dato desalentador del Indec sobre inflación y caída de la participación salarial en el PBI, la palabra presidencial se devalúa en especial con su propia base electoral, y las estocadas de la vice presidenta toman mayor dimensión política. Sobre el “festival de importaciones” aparentemente innecesarias que profundizarían la crisis de reservas del Banco Central, Cristina explicó; 600 empresas explican el 75 por ciento de las importaciones de la Argentina, y 24 mil, el 25 por ciento restante. “Hay que llamarlos por teléfono”, sugirió Cristina.
A modo de síntesis, Cristina tuvo palabras demoledoras para con el círculo cercano al presidente, cuando se escuda en una presunta correlación de fuerzas (negativa), sobre todo en la Cámara de Diputados, que le impedirían llevar adelante las políticas que el gobierno necesita. “¿Se imaginan si San Martín hubiera medido la correlación de fuerzas?, nunca hubiera cruzado los Andes”
Finalmente, la ex presidente, gritó un pedido concreto al gobierno, del que forma parte: “Necesitamos un control y auditoria de las políticas sociales, a cargo del Estado. Los planes no pueden seguir tercerizados, y que nuestros compañeros dependan de un puntero del barrio que les de una baja o un alta a su plan”.