Entre las 17 horas del lunes y las 13 del martes, Rosario volvió a sentirse como en los años 2013-2014, cuando la tasa de homicidios trepó hasta su récord histórico. Seis homicidios en 20 horas, entre ellos un hombre que había sido herido dos semanas antes. Fue la séptima vez en los últimos ocho años que en un día se perpetraron cinco asesinatos en el departamento Rosario. Tres de esos días de varios asesinatos ocurrieron en septiembre y octubre de 2013 y en diciembre de 2014.
“Rosario vive hace muchos años una situación que hizo eclosión un par de días atrás con hechos lamentables, todos vinculados al narcodelito”, afirmó ayer el Ministro de Seguridad de la provincia, Jorge Lagna, en una rueda de prensa en la sede local de la Gobernación. Una declaración que pone blanco sobre negro pero que difícilmente exima de responsabilidades al Estado. Luego el gobernador Omar Perotti expresó que se llegó hasta este punto por “haber mirado tantos años para otro lado, lo que permitió que algunas bandas se hayan convertido en organizaciones criminales". Declaraciones políticas en tiempos de que “el domingo próximo se vota” mientras la sociedad manifiesta estar en estado de crispación.
Un día antes, las declaraciones corrieron por cuenta de la jefa de los fiscales de Rosario, María Eugenia Irribaren, quien aportó declaraciones de manera clara, concreta y directa: “Tenemos que ponernos a pensar qué es lo que queremos en lo que respecta a la forma de trabajar. La Fiscalía se lo replantea y trabaja de forma transversal. Debemos todos juntos sentarnos a planificar la sociedad que queremos, con niveles de mayor seguridad. Me parece que hay que ponerse a trabajar un poco más junto a los legisladores, revisar el modo en que podemos regular a los presos de alto perfil. Este trabajo es de largo plazo”.
Las declaraciones de Lagna —“la mayoría de los crímenes están vinculados a la lucha por el territorio y el narcomenudeo”— son precisas en el marco del análisis de la situación. Son afirmaciones no habituales de lograr en un actor político en ejercicio. Precisamente porque no eximen.
Entre el lunes a las 17 y el martes a las 13 fueron asesinados Carlos Argüelles, testigo en la causa que tiene como principal imputado al narco empresario Esteban Lindor Alvarado; Damián Martín “Sordo” Rodríguez, un muchacho de 23 años con múltiples causas por portación de arma de fuego; Matías Ezequiel Serrano, de 29, en la zona de la Vía Honda y supuestamente ligado al narcomenudeo; Federico Rampello, de 25 años, ultimado en el Fonavi Guerreño de Villa Gobernador Gálvez en una aparente puja por la venta de drogas; y Elías Sergio Salinas, de 22 años, ejecutado a balazos en la rotisería de Pellegrini y Teniente Agnetta donde trabajaba. Fuentes cercanas a la investigación indicaron que este último joven era hijo de “La Pelada”, una mujer apuntada como “puntera y transera” en inmediaciones de Flammarión al 4900, en el asentamiento del mismo nombre.
A esta lista se le sumó el fallecimiento de Anastasio Luis Torrén, de 43 años, quien fue atacado a balazos por dos hombres en moto el pasado miércoles 25 de agosto en Puerto Argentino al 4200. Fuentes allegadas a esa investigación, en manos del fiscal Adrián Spelta, confiaron que el hermano de Miguel Torren, ex futbolista de Newell's y actualmente en Argentinos Juniors, fue atacado luego de que saliera en defensa de un familiar directo que peleó con un transero. Posteriormente un sobrino de la víctima, de 15 años, resultó baleado en otra saga de la reyerta. Fue el tercer hermano Torrén que muere asesinado.
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Ayer, en su cuenta de Instagram, el futbolista le dio la despedida a su hermano: “Te nos fuiste nomás hermano, peleaste hasta donde pudiste como el guerrero que eras. Ahora te toca descansar y seguro allá arriba te vas a encontrar con mamá, papá y tus otros dos hermanos, y van a volver a estar juntos ahí con Dios”.
La línea narco
De las víctimas de los homicidios mucho se habló en los medios sobre Carlos Argüelles, ex integrante de la banda de Esteban Alvarado y testigo en la causa que mantiene al peso pesado de zona oeste tras las rejas. El hombre que tenía su taller mecánico en Garay al 3500 había sido parte del grupo que levantaba autos en el norte del Gran Buenos Aires y los traía a Rosario para desguazarlos o "emponcharlos" (cambiarle la numeración de chasis y motor) y revenderlos. Pero aquella relación se cortó y Argüelles declaró contra su ex jefe y se convirtió en uno de los principales testigos en su contra; a pesar de ello, nunca aceptó ingresar a un programa como testigo protegido.
En tanto, el miércoles surgieron datos sobre otras víctimas de la última saga sangrienta. El Sordo Rodríguez, por ejemplo, fue semblanteado por investigadores como un “tiratiros” que vivía en el barrio 7 de Septiembre y tenía dos causas abiertas por tenencia de armas de fuego en 2017 y 2018 y una tentativa de robo de 2019.
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El 12 de julio pasado una casa de Cachi al 1500 bis, registrada como domicilio de Rodríguez, fue blanco de una balacera efectuada desde un Ford Focus gris o negro en la que levantaron nueve vainas servidas calibre 40. Respecto de su asesinato, el miércoles a la mañana la policía encontró abandonado en la zona noroeste de la ciudad un Renault Stepway rojo con pedido de captura por haber sido robado el 3 de septiembre y que, según las primeras informaciones, habría sido utilizado en el asesinato.
También surgieron datos sobre Elías Sergio Salinas, un muchacho de 22 años que trabajaba como cadete en la rotisería “Fugazzeta” de Pellegrini y Teniente Agneta. El local había sido previamente atacado a balazos la noche del jueves 2 de septiembre mientras a una 20 cuadras se hacía un operativo de saturación de fuerzas policiales federales y provinciales encabezado por Lagna. Fuentes consultadas indicaron que Salinas era hijo de “La Pelada”, una mujer definida por investigadores como “puntera y transera” en las inmediaciones de Flammarión entre Olegario Víctor Andrade y Gutiérrez. Esta zona, según denuncian vecinos, está bajo fuego por la disputa entre dos puntos de venta de drogas: uno de Flammarión al 4900 y el otro de Savio 1800.
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La madre de Elías Sergio Salinas, con su mano teñida con la sangre de su hijo, es contenida por familiares en la escena del crimen Pellegrini y Teniente Agnetta.
Foto: Virginia Benedetto.
La casa de La Pelada fue atacada a tiros el pasado 5 de diciembre y dos personas resultaron heridas, una de ellas la nieta de la mujer, de 8 años. Por ese hecho dos jóvenes fueron imputados por los fiscales de la denominada Unidad de Balaceras integrada por Federico Rébola, Pablo Socca y Valería Haurigot. Salinas tenía prontuario abierto con anotaciones de abril de 2019 por haber disparado en un disputa con otra banda, por amenazas con un arma en diciembre de ese año y por robo en marzo de 2020. También resultó herido leve en un hecho de mayo del año pasado en el que el propio Salinas llevó en un auto a una vecina que había recibido impactos en el tórax, la espalda y el cuello.
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Sobre el asesinato de Federico Rampello, en los monoblocks del Fonavi Guereño, los residentes del barrio contaron que el muchacho “vendía droga y ayer parece que vinieron de otra banda con la que tenía problemas”, según comentó una joven.
En tanto, respecto al asesinato de Matías Ezequiel Serrano, de 29 años, los investigadores indicaron que una hipótesis, no la única, es que la víctima podría haber ido a Manantiales al 3700 para comprar droga y quedó atrapado en la balacera entre bandas o soldaditos de los puntos de venta que existen en los pasillos que dan a la vía tras “desconocerlo”. A Serrano no le robaron nada. Cuando llegó la policía tenía entre sus ropas su celular y a unos metros de su cuerpo quedó una moto Motomel 110 en la que había llegado. Los peritos de Criminalística recolectaron de la escena 12 vainas servidas calibre 9 milímetros.