Los vecinos contaron que alrededor de las 12.30 de este viernes un muchacho caminó resuelto y decidido por Castagnino al 1300, desde Machaín hacia la verdulería ubicada a pocos metros del cruce con Anchoris. Que cuando el verdulero Luciano Javier “Lucho” Giménez lo vio venir intentó refugiarse en su local de venta de frutas y hortalizas. Pero el sicario no le dio tiempo a nada. En una secuencia teñida de tinte mafioso, le disparó entre seis y diez veces, y que varios proyectiles lo alcanzaron en el torso. Consumado el ataque, el homicida se subió a una moto que lo esperaba en la esquina de Castagnino y Anchoris y desapareció. A Lucho sus vecinos lo trasladaron en un auto particular hasta el Hospital Alberdi, ubicado a unas 10 cuadras, pero llegó sin vida. “Este barrio es súper picante, pero no estamos acostumbrados a este tipo de crímenes”, explicó una vecina de Parque Casas, uno de los territorios de la zona noroeste bajo fuego por disputas territoriales.
Luciano Javier Giménez tenía 45 años y dos hijos veinteañeros. Atendía desde hacía tres años una verdulería de una barriada de clase media laburante como es Parque Casas junto a una empleada y su familia. Todos en el barrio lo valoraron como un buen vecino y comerciante. “Era una persona ubicada, gentil, de hacer chistes mientras atendía. Un tipo ameno y trabajador. Se la pasaba laburando en la verdulería”, explicó una mujer que reside en la cuadra. “Era buen tipo, jodón pero correcto. Lo que sí es que era muy ostentoso. Por ahí andaba en un auto a todo culo y al otro día en una chata que rajaba la tierra. O con motos caras. A él no parecía importarle. Se iba mucho de vacaciones. ¿Qué se yo? A lo mejor con la verdulería le iba bárbaro. Pero se lo veía de buen pasar. Y no parecía importarle lo que la gente pensara de esa ostentación. Este es un barrio donde hay que tener un perfil bajo, acorde a la gente del barrio. Ya no hay boludos”, agregó otra residente del lugar.
Los investigadores confiaron que a Giménez no le robaron nada y según sus vecinos Lucho vivía con su familia a tres cuadras de su verdulería, en inmediaciones de Netri al 1400.
Una vez que el crimen fue vox populi, el barrio ardió en las llamas de los comentarios. “Y... se rumoreaba que el verdulero vendía falopa. Se le notaba que tenía un buen pasar económico”, explicó un joven vecino. “Era financista en el barrio. Prestamista, como hay en todos lados. Un buen tipo que prestaba guita”, agregó otro. “Para mí hacía las dos cosas: vendía falopa y prestaba guita. En la verdulería vos podías comprar vinos caros que salían muy baratos. El negocio era para lavar la guita”, conjeturó un vecino.
Pero por fuera de los rumores, alguno de los cuales comenzaron a ocupar un espacio en los anotadores de los efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que trabajaron en la escena, está claro que el sicario fue directamente sobre Giménez. “Estuvieron un rato largo dando vueltas. Como buscándolo. Un vecino los vio en la moto. El hombre contó que los vio pasar por un badén por Machaín (uno de los tantos en el barrio) y que al acompañante casi se le cae el arma. El hombre dijo que pensó: «Estos están por hacer cagadas o vienen de hacer una cagada». Y al rato escuchó los disparos. Iban a hacer la cagada”, contó una vecina.
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Foto: Virginia Benedetto.
Barrios en guerra
Los últimos años no han sido fáciles para el territorio de El Churrasco, Parque Casas, La Cerámica, Cristalería y Nuevo Alberdi. A base de ejecuciones y detenciones el tablero de ajedrez en el que se transformaron estas barriadas quedó sin una organización, banda o gavilla que predomine claramente. Los asesinatos de Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval (el 25 de octubre de 2019), Marcelo “Coto” Medrano (el 11 de septiembre de 2020) y los encarcelamientos de Olga "La Tata" Medina (actualmente en juicio en el Tribunal Oral Federal 2), Norma “La Tía” López, Tania Rostro, Lucas Sandoval (hermano de Ema Pimpi), Hernán Ramón “Lichi” Romero y otros miembros de su familia dejaron la zona atomizada. Un campo de juego donde se están haciendo de un nombre las segundas y terceras líneas de los mencionados. Pistoleros que de tanto hacer cumplir las órdenes desde los pabellones carcelarios comenzaron a jugar su propio partido.
“Acá tenés una guerra entre tres banditas. Una está por Anchoris y otras dos sobre Machaín. Eso tiene de bueno que estando esas bandas no llegan las de otros lugares, como la de La Cerámica. Pero entre ellos se cagan a tiros todo el tiempo. Todos sabemos quienes son. Pero ni locos vamos a mencionarlos. Porque si lo haces te tenés que ir a vivir a Brasil. Olvidate. No tenés chances”, explicó una residente.
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“Los que pisan fuerte son los del Churrasco, algo que antes, cuando estaba vivo Ema Pimpi, no pasaba”, agregó otro joven vecino. Al menos tres pibes de menos de 20 años que hablaron con este cronista calificaron el barrio como invivible. “Este barrio es desastroso. No podés tener amigos. No te podés juntar con nadie. No podés hacer nada por una sencilla razón: no podés confiar en nadie. Nadie te cuida. Ni tus propios amigos te cuidan la espalda”, explicó una jovencita.
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Foto: Virginia Benedetto.
Para los vecinos de las inmediaciones de Castagnino al 1300 la ejecución de Lucho Giménez fue la noticia del día. No hubo quien tras enterarse del crimen no pasara caminando por el lugar o llegase lo más cerca que permitiera el perímetro que preservaba la escena del crimen. Sobre la vereda de la verdulería quedaron apilados los cajones de verduras vacíos listos para ser llevados al Mercado de Productores. Un manchón de sangre al ingreso del comercio indicaba el lugar exacto donde el verdulero cayó agonizante. Y alrededor las marcas de al menos siete vainas servidas. “Los que lo mataron no pueden ser de acá o de la zona. Vinieron a cara descubierta. Pasaron por dos lugares que tienen cámaras de videovigilancia y que los tienen que haber registrado. No eran de acá”, indicó un vecino.
Lo cierto es que a Lucho “lo llevaron un par de vecinos al hospital pero no había nada que hacer. Tenía un balazo a la altura del corazón, otro en la base de los riñones y en los pulmones. En el torso tenía balazos donde le buscaras”, contó una mujer. Desde el área de prensa de Fiscalía se precisó que la víctima recibió seis impactos y que la investigación quedó en manos de la fiscal Marisol Fabbro.