El Eucaliptal es un antiguo bario humilde de la zona norte de Villa Gobernador Gálvez. En una parte de la barriada que se levanta frente a la vía, sobre Magallanes al 1800, el sábado a la mañana fue asesinado Lucas Damián Santamaría. El hombre de 30 años recibió un tiro en el cuello cuando abrió la puerta de un lugar que al parecer funcionaba como búnker de venta de drogas en una casa semiderruida de la cuadra. Fue el segundo crimen cometido en menos de un mes en ese sector de unas cuarenta viviendas.
La mecánica de este último homicidio que se puede reconstruir al recorrer el barrio es la de un ataque en un contexto de venta de drogas. Según contaron los vecinos a La Capital, cerca de las 8 del sábado se habrían acercado dos hombres hasta la construcción precaria donde funcionaba un búnker y que tiene una puerta de chapón al frente con una suerte de mirilla.
Los agresores tocaron a la puerta y cuando se asomó Santamaría, de unos 30 años, le dispararon a través de la mirilla. La bala fue certera: el hombre cayó de bruces y su cuerpo se tumbó hacia la derecha hasta volcarse sobre unos trapos que había en el piso de tierra. Después los vecinos escucharon dos o tres tiros más y corridas por uno de los cortos pasillos laterales del asentamiento que desemboca en una sinuosa calle paralela.
Quienes viven en esa barriada se conocen y a muchas de las viviendas las ocupan familias entrelazadas. En 2020 un grupo operativo de Gendarmería intervino la zona y realizó una serie de detenciones a bandas dedicadas al narcomenudeo. Los vecinos marcaron un contraste con esos tiempos: “Con Gendarmería esto no sucedía y el barrio estaba más tranquilo. Esto de los muertos acá no se veía. Igual en esta zona no está el quilombo, es más al fondo”, recordó un hombre mayor.
“Este muchacho que mataron ahora no era del barrio, dicen que pudo venir de Rosario o del barrio Paladini, de acá de Villa Gobernador Gálvez. Acá no lo conocemos. Se vende droga ahí donde lo mataron. A estos muchachos los traen de afuera y los cambian siempre. Traen un muchacho por mes y se queda ahí. De adentro no sale. A los que compran los atienden por el agujero de la puerta. Se ve que cuando se asomó le tiraron”, dijo un joven que vive a un par de cuadras de “la tira de la vía”, como le dicen los otros vecinos a esa suma de casas humildes.
Un rato después de escuchar las balas una mujer se asomó al patio del búnker y vio el cuerpo. Fue hasta la seccional 26ª, distante a unas tres cuadras del lugar, y sólo denunció el hallazgo de un cuerpo abandonado ya que ignoraba el nombre de la víctima.
>>Leer más. Acribillaron a balazos a un hombre en cercanías de un quiosco de drogas
Al llegar los efectivos policiales los vecinos les indicaron que este hombre estaba parando en la casa desde hacía alrededor de un mes. Los efectivos tiraron la puerta abajo y encontraron el cuerpo con un tiro en el cuello y a su lado una vaina servida calibre 9 milímetros. Según el primer diagnóstico médico el joven agonizó unas dos horas en ese patio plagado de botellas de cerveza vacías, restos de asado en una parrilla y objetos en desuso.
Los vecinos no salían ayer de su asombro: “Al otro chico que mataron, a Cristian (Rodríguez), lo conocíamos. Era un buen pibe, trabajador y padre de tres chicos. El jugaba a la pelota con los pibes del barrio y siempre saludaba. Cristian era de barrio Tablada de Rosario. Me parece que lo mataron por un lío que tuvo la familia en ese barrio porque parecía muy bueno”, contó un hombre que conoce los pasillos de el Eucaliptal.
Cristian Rodríguez, un albañil de 29 años, fue asesinado la madrugada del miércoles 28 de diciembre a pocas casas de distancia de donde mataron a Santamaría. Según los vecinos, pasadas las 4 se escucharon disparos hacia las casas de chapa y material de la cuadra: “Muchos pensamos que estaban baleando a la tira, no al chico”. Cristian fue emboscado cuando llegaba de trabajar en el Mercado de Productores de Rosario, de 27 de Febrero al 3600. Fue abordado por al menos una persona que le disparó una bala que ingresó por la espalda y salió por el abdomen.
“Gorda ayudame, me dieron un tiro”, le gritó Cristian a su pareja Thalía, de 26 años. Alcanzó a ingresar malherido a su casa y pudo hablar con la mujer, que había escuchado el desesperado pedido de auxilio. Sus familiares llamaron al 911 y minutos después llegaron médicos del Sies, pero el joven falleció después de recibir las primeras atenciones médicas.
La persona que mató a Rodríguez había llegado en un auto hasta Buenos Aires y Mosconi, a media cuadra de la casa de la familia, y tras caminar por un pasillo esperó a su víctima para emboscarla. Al parecer sabía la hora en que volvía del trabajo en el mercado. Una vez que le disparó por la espalda a Cristian, según el recorrido de sus huellas, tomó por el mismo pasillo y disparó al menos dos veces más, tal vez para evitar que alguien lo interceptara.
Esta fue la misma mecánica usada en el ataque a Santamaría, lo que hace sospechar a los pesquisas que tal vez Rodríguez haya sido confundido con un integrante de la banda que atendía ese búnker.
El 15 de octubre de 2020, con la Gendarmería custodiando la zona, en uno de los pasillos fue detenido un hombre de 28 años que vendía drogas sobre la vía. Le secuestraron 100 envoltorios de cocaína, varias pastillas de rivotril y más de 3.200 pesos en efectivo. Ese día fue trasladado a la comisaría 26ª de Villa Gobernador Gálvez y puesto a disposición del juzgado federal en turno.
Un vecino contó ayer que “ahora que venden de nuevo se ve gente muy rara en la tira. Pasan constantemente por los pasillos para ir a comprar drogas a ese búnker. La noche del sábado, unas cuantas horas después de que mataran a este muchacho, entraron al búnker tres personas y se llevaron cosas. No sabemos quiénes eran”.