Aldo Villarreal tiene 14 años y desde el martes languidece en un hospital
público con tres balazos en el cuerpo. Su agonía parece sin embargo haber empezado mucho antes. En
el último semestre dos hermanos mayores murieron asesinados en la zona sur rosarina. Ellos también
fueron baleados en las calles sinuosas del mismo barrio. Como si lo esperara un destino familiar
inexorable, ahora fue el turno de este adolescente.
Aldo se desplomó malherido frente a su casa de pasaje Medici al 4600, en el
corazón del barrio La Tablada, el martes a las 18.15. Le disparó Mauricio Fabian Oliva, un muchacho
de 18, que vive enfrente del adolescente y no tenía antecedentes penales.
Los Villarreal son una familia pobre y conflictiva. Aldo está grave en el
Hospital Clemente Alvarez. En febrero pasado, su hermano Ricardo, de 18 años, con prontuario
abierto, murió baleado, en el límite de los barrios Las Heras y La Tablada, por un policía de civil
al que había interceptado, según el relato oficial, junto con un cómplice para robarle. A su vez,
otro hermano Milton de 16 años, cinco meses atrás, fue asesinado a tiros en un quiosco de Necochea
y Ameghino, donde se había detenido presuntamente para comprar un par de porros de marihuana.
El conflicto. Aldo Villarreal y Mauricio Oliva están ligados por una historia de
hostilidad nacida a raíz de un asesinato el 13 de diciembre. Ese fue el día que mataron a Milton
Chanchi Villarreal, de 16 años, hermano de Aldo. El proyectil le atravesó el abdomen y le perforó
los riñones. Murió camino al Hospital Roque Sáenz Peña.
Según fuentes policiales Mauricio Oliva fue testigo involuntario del crimen de
Chanchi. Por eso Aldo estaba obsesionado con que su vecino aportara datos de los autores del
asesinato de su hermano. Y sus intimidaciones para ello no cesaron. "Lo amenazaba porque no
declaraba lo que, según él, sabía acerca del homicidio. Le exigía que contara cosas que no había
visto y que dijera quién había matado al hermano. En realidad Oliva desconocía eso" ,explicó un
oficial que sigue la investigación del caso.
Cerca de las 18.15 del martes, una discusión escaló en violencia. A esa hora,
Villarreal caminaba por el pasaje Medici al 4600 frente a la casa del otro joven. Al mismo tiempo
Oliva salía de su vivienda en dirección a la escuela nocturna a la que asiste. Los dos chicos
tuvieron nuevamente un encontronazo. Se cruzaron amenazas hasta que Aldo, según Mauricio Oliva,
exhibió un arma de fuego. Oliva fue entonces a la casa de su abuela. Allí recogió un revólver
calibre 32 y salió a la calle. Al parecer sin vacilar abrió fuego contra Villarreal. "Disparó tres
o cuatro balazos", explicó el portavoz consultado.
Aldo cayó con tres balazos. Un proyectil le perforó el cráneo, otro le atravesó
la cadera y un tercero impactó en una pierna . Lo llevaron al Hospital de Emergencias y anoche
estaba internado en grave estado, en la sala de terapia intensiva.
Oliva escapó corriendo y se refugió en la casa de una tía. Antes escondió el
arma en los fondos de un garaje contiguo a su casa. Allí, los agentes de la comisaría 11ª
encontraron el revólver calibre 22, con siete proyectiles intactos. Poco después, la madre de
Villarreal lo apuntó ante los pesquisas como quien había disparado los balazos contra su hijo. "Fue
Mauricio", dijo escuetamente la mujer en referencia a Oliva.
Un rato después, los uniformados lo detuvieron cuando caminaba por el cruce de
Uriburu y San Martín. Ayer a la mañana fue indagado por la jueza de Instrucción María Luisa Pérez
Vara. A su vez, el pibe, según el portavoz consultado, también había ingresado al mundo del delito.
Tenía antecedentes penales por delitos contra la propiedad y las personas.
Historia de familia. La madrugada del 4 de febrero pasado, Ricardo estaba en la
esquina de Patricias Argentinas y Benito Juárez (Ayacucho al 4800) con un compinche. Por allí pasó
caminando de civil el suboficial Juan A., de 28 años, con dos meses en la fuerza y empleado en la
Unidad de Villa Constitución. Cuando pasó el policía, según la versión oficial, uno de los jóvenes
le apoyó un revólver en la cabeza. Uno le apuntaba y el otro lo despojaba de sus pertenencias hasta
que su mano chocó con el arma reglamentaria.
"Ojo que está enfierrado", gritó uno de los ladrones. El que estaba armado le
disparó al suboficial en la cabeza. Pero el efectivo, según el relato policial, tuvo un movimiento
instintivo que le salvó la vida. Sacó entonces su arma y mató a Villarreal con un balazo en el
tórax.
Al otro hermano de Aldo lo mataron el 13 de diciembre de 2009 en un quiosco de
Necochea y Ameghino, adonde había llegado, al parecer, a comprar un par de porros de marihuana.
La vida de Milton estaba signada por la pobreza. Sus familiares contaron que era
adicto a la marihuana. La madre había recorrido los pasillos de los Tribunales y la comisaría 11ª
clamando por ayuda para su internación en un centro de rehabilitación porque, según dijo a este
diario, no tenía dinero para pagar un tratamiento en una institución privada.