Río Cuarto.— El capítulo final de una historia de misterio y dolor que
involucró a un nene de 5 años empezó a cerrarse ayer tras 17 años de incertidumbre. La Justicia de
Córdoba confirmó que los restos óseos encontrados el pasado 2 de julio en un descampado de Río
Cuarto corresponden a Alejandro Flores, que desapareció hace 17 años mientras jugaba cerca de la
casa donde vivía, en un barrio de esa ciudad.
Con esa confirmación también quedó reforzada la
verosimilitud del relato, aportado por los padres del chico, sobre la causa de la muerte. Los
padres aducen que el nene fue atropellado por un patrullero el 16 de marzo de 1991, día de su
desaparición, y sepultado por policías que se vieron superados por el accidente y decidieron
ocultar su cuerpo en el lugar donde finalmente fue hallado.
La espera. "Durante 17 años supliqué que si alguien sabía, se pusiera la mano en
el corazón y nos lo dijeran, que nos dieran sus huesos, pero no nos tuvieron piedad", dijo Rosa
Arias, la mamá del chiquito.
El análisis de ADN se hizo por expresa indicación del
fiscal de Instrucción Javier Di Santo, el mismo que impulsa la investigación por el asesinato de
Nora Dalmasso. Este estudio confirmó que el esqueleto encontrado por un vecino en un terreno baldío
aledaño a un club, cerca del colegio San Ignacio de barrio Calasanz, pertenece al nene. La pericia
la hizo el Ceprocor, el mismo laboratorio que examinó las muestras biológicas obtenidas del cuerpo
de Nora Dalmasso, asesinada en Río Cuarto el 25 de noviembre de 2006.
Los resultados del estudio genético fueron revelados ayer a
la prensa por Enrique Zabala y Julián Oberti, abogados que asesoran a los padres del pequeño, Rosa
Arias y Víctor Flores. Ambos sostienen que la tragedia ocurrió durante una tormenta que se desató
la tarde del 16 de marzo de 1991, cuando el chico se asustó y corrió rumbo a su casa, pero fue
embestido por un móvil policial cuyos ocupantes, al comprobar la muerte del chico, ocultaron su
cuerpo en el predio donde finalmente fue hallado.
La clave. El esqueleto fue encontrado por un hombre que recorría predios
aledaños a un club ubicado en el cruce de las calles 11 de Noviembre y Dinkeldín, en busca de los
elementos que varios delincuentes le habían robado la noche anterior.
La fiscalía a cargo de Di Santo investigó durante años a
policías del Comando Radioeléctrico, que fueron citados a declarar y negaron responsabilidad en lo
ocurrido con el chico. Fueron convocados a la causa en virtud de estar en funciones, por entonces,
cubriendo el área donde el nene estaba al momento de desaparecer. Ahora estos policías, de
apellidos Gaumet y Funes, podrían recibir cargos más serios en la investigación.
La versión de que el chico había sido atropellado por un
patrullero policial estuvo instalada desde el primer día de su ausencia. Y también desde el primer
día sus padres lo buscaron de manera incesante. La madre del pequeño recorrió la provincia de
Córdoba, visitó otras provincias argentinas y hasta viajó a Chile a raíz de un dato llegado a la
Justicia riocuartense. La intendencia municipal de Río Cuarto distribuyó en su momento tres mil
fotografías a municipios y comunas de todo el país solicitando colaboración para dar con el
paradero del pequeño, contó a La Capital Jorge Almirón, periodista del diario El Puntal de
Río Cuarto.
El momento culminante de la investigación fue el hallazgo
de los restos por parte de responsables de un club polideportivo que habían sufrido un robo el 2º
de julio pasado.
Estos directivos advirtieron un hueco en el alambrado
olímpico y siguieron un rastro que, de modo accidental, los condujo a una alcantarilla en desuso,
que se utilizaba cuando por esta zona de quintas pasaba una acequia para el riego.
Fin de una incógnita. De un vistazo casual advirtieron allí, en el fondo del
zanjón, algo que parecía ser un cráneo pequeño. Al determinarse que, en efecto, correspondía a un
nene, el fiscal Di Santo pidió que se estableciera si era el de Alejandro Flores. El resto de la
estructura ósea permitió saber que el deceso fue por un fuerte traumatismo en el tórax
Los padres de este chico están separados. Se trata de una familia de
condición económica modesta que persistieron en la búsqueda de su hijo. Aunque no el desconsuelo
ante la evidencia de la pérdida, la prueba de ADN difundida ayer empezó a cerrar este largo camino
de incertidumbre. Ahora resta establecer cómo pasó.