A sus 61 años Marcelo Pedro Luis Giúdici era una persona reconocida en el ambiente gay de la ciudad. Tanto por su militancia por los derechos del colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB); por su paso como artista transformista con su personaje de “La Faraona”; como por su oficio de peluquero. Por eso el trágico final de su vida caló profundo en un gran sector de la sociedad rosarina que lo estimaba y lo apreciaba. Ese fin llegó al filo de la medianoche del jueves cuando un hombre de su confianza encontró su cuerpo en el interior de su peluquería, ubicada en San Juan 805, en pleno centro rosarino. Estaba atado de pies y manos con cables. Tenía un importante golpe en la cabeza y en principio se estimó que la causa de la muerte había sido la asfixia mecánica. Ninguno de los accesos al lugar, donde también vivía la víctima, habían sido forzados. Por lo que se intuye que quien cometió el hecho ingresó con el consentimiento de Marcelo. Anoche, la línea de investigación más concreta que seguía el fiscal Miguel Moreno era la de un robo seguido de homicidio.
Un breve recorrido por las redes sociales expuso ayer la conmoción por el asesinato de Marcelo Giúdici. El escueto mundo mediático rosarino lo recordó haciendo siempre hincapié en “su don de buen tipo”. En su oficio de peluquero, que llevaba adelante desde 1982, Giúdici asistió a programas de variedades, modas y eventos de producción local como también a productoras teatrales que trabajaban en la ciudad.
Ese reconocimiento también se notó entre sus vecinos de las inmediaciones de San Juan entre Laprida y Maipú. “Era una persona muy conocida, pero para nosotros era un vecino que hacía los mandados y se ponía a charlar de la vida con todos los comerciantes de la cuadra. Era un buen tipo «El gordo». Todos nos estamos desayunando con su muerte, pero no sabemos qué fue bien lo que sucedió”, contó uno de sus vecinos.
“Era un tipo súper piola. Venía a comprar y por ahí se quedaba a picar algo con nosotros. Nos contaba si había hecho algún show y nos mostraba fotos. Nos decía «ayer estuve en una fiesta privada» o «hice un show en el Casino». Una pena lo que le hicieron porque era un buen tipo”, relató un comerciante de la zona.
“El asesinato de este hombre cayó muy mal para todos. Desconozco que pudo pasar. Anoche como a las 9, salí a cenar afuera y cuando regresé dos horas después encontré a toda la policía en el lugar. La relación con Marcelo era muy buena. Cuando pasaba siempre saludaba y hacía bromas con los chicos”, contó un verdulero que vive al lado de la casa donde ocurrió el crimen.
Innovador y atrevido
Marcelo Giúdici era gay. Distintos integrantes del colectivo LGTB consultados por este diario fueron resaltando aspectos de su personalidad. “Marcelo formó parte de la primera o segunda camada de artistas gays que revolucionaron el transformismo en Rosario. Y lo hicieron en tiempos muy duros, en la post dictadura. Formó parte de «Las españolas», que era un grupo de cinco artistas transformistas que hacían show en fiestas privadas o en el boliche «El Refugio». De ahí salió el personaje de «La Faraona». Fue a mediados de los 90 y principio de los 2000 cuando tuvieron su apogeo. Pero no hay que pensar ese transformismo con el actual. «Las Españolas» cobraban dinero pero no lo tomaban como un trabajo. Se cagaban de risa y hacían unos mangos que después se los gastaban”, recordó una persona del colectivo que conocía de cerca a Giúdici.
“Era una persona muy atrevida en todo lo que hacía: como transformista, como peluquero y también en su vida particular”, agregó. “Creo que ya no actuaba. Que sólo lo hacía en reuniones privadas y eran actuaciones muy puntuales”, explicó la misma persona.
“Lo que terminó en el asesinato de Marcelo es un combo muy complicado pero que está a la vista de todos. Entre la discriminación social, la falta de contención, la imposibilidad de conformar una familia, la soledad y la falta de compañía hace que los adultos gays seamos vulnerables. Digo los gays, porque es lo que soy. Pero también les pasa a las lesbianas o a los trans. Esa falta de contención social, de afecto, nos pone en lugares de vulnerabilidad que nos conduce a encuentros ocasionales peligrosos. A andar con la guardia muy baja en una carrera por sentirnos reconfortados por el seguir gustando. Andar muy expuestos. Todos lo hacemos en algún momento. Puede salirte bien o muy mal. Lo podes llamar orfandad o sólo envejecer. Podes pasarla muy bien, que te peguen y te roben hasta la heladera o que te maten”, explicó otro de los amigos de Marcelo que fueron consultados.
Mucho trabajo
Quienes conocían a Giúdici comentaban que económicamente era una persona consolidada. Era representante local y una de las caras visibles de la empresa de productos para peluquería Silkey. Otros confiaron que la crisis económica lo llevó a desdoblar sus tareas de peluquero en el atelier que funcionaba en su casa y en una conocida perfumería rosarina. “Acá, en su peluquería, el trabajaba de 10 a 17 aproximadamente. Pero como había caído mucho el trabajo había empezado a trabajar en una perfumería conocida que tiene una sucursal a pocas cuadras”, indicó un vecino.
Según la gente del barrio donde vivía, el jueves Giúdici hizo su vida normal hasta el horario en el que todos solían verlo. “A eso de las 20 lo vi paseando su perro salchicha”, aventuró un residente de la zona. Dos horas más tarde su cuerpo fue encontrado en el salón de la peluquería. Estaba atado de pies y manos con los cables del teléfono y del módem. Tenía un fuerte golpe en la cabeza, que podría ser también causal de muerte, y alrededor se había armado un charco de sangre. También se indicó que pudo haber sido estrangulado con un cable. La peluquería estaba en completo desorden y según el forense que llegó al lugar, entre la muerte y su hallazgo pasaron sólo unos minutos.
Sin detenidos
El cuerpo fue encontrado por un hombre de confianza de Giúdici con quien había pautado encontrarse la noche del jueves. Esa persona, de 22 años, fue preventivamente demorada por orden del fiscal Moreno por haber incurrido en incongruencias en su declaración (primero dijo ser hijo adoptivo de la víctima y luego ser su novio) pero con el correr de las horas recuperó la libertad.
El joven contó a los pesquisas que cuando estaba llegando vio salir de la casa, bañado en sangre, a un hombre que en moto se fue por calle San Juan al oeste. En la peluquería no había cámaras de videovigilancia y el fiscal solicitó un relevamiento en la zona.
En la esquina de San Juan y Laprida, a 30 metros de la casa de Giúdici, hay una cámara pública. Un par de testigos de oídas dijeron que “un vecino vio que frente a la casa había un carro y una moto” y que “vio salir de la casa a un hombre con un bolso que se fue en la moto”.