Uno de los grandes males de Rosario es la violencia desmedida con la que suelen resolverse los conflictos vecinales. Eduardo Enrique Rodríguez, un taxista de 57 años, fue víctima el miércoles pasado de esa violencia sinrazón a las puertas de su departamento de planta alta ubicado en el barrio Hipotecario, en la zona sudoeste de la ciudad. La enésima discusión con sus vecinos de la planta baja ocurrió la tarde de ese día y fue resuelta con balazos, tal cual publicó este diario el jueves. Uno de esos proyectiles impactó en la axila derecha de Rodríguez, quien murió en la puerta de su casa. "Mi papá era una buena persona. No tenía armas y nunca denunció las agresiones de esta gente porque no quería más problemas", indicó ayer una de las hijas del hombre asesinado.
"Estábamos discutiendo con el yerno de una de las mujeres que viven en la planta baja. De esa casa salió Bochi, que es amigo de ellas, y de la nada empezó a disparar hacia la planta alta donde estaba mi suegro. Disparó tres veces y los tiros no salieron. El cuarto sí y lo impactó. Después me disparó a mí, pero el tiro no salió. Después Bochi se subió a su Fiat Uno blanco y se fue como si nada". Así rememoró J., yerno de la víctima y testigo presencial del hecho, lo ocurrido hace sólo cuatro días. Pero eso no fue todo. Tras el asesinato de Rodríguez, testigos del crimen y la familia de la víctima fueron amenazados y la madrugada de ayer la casa de unas de las dos hijas de Rodríguez, ubicada a tres cuadras de la escena del crimen, fue atacada a piedrazos. El hecho fue denunciado en la seccional 19ª.
Convivencia compleja. Por segunda vez en menos de tres semanas los monoblocks del barrio Hipotecario, ubicado al oeste de Rouillón al 3800, fueron escenario de un asesinato (ver aparte). Eduardo Enrique Rodríguez fue durante 25 años mecánico en una concesionaria oficial Renault. Y hace 15 años se subió a un taxi. También hace tres décadas, junto a su esposa, se compraron un departamento de planta alta en Pasaje 1831 (conocido como Manuel Origone) al 5900, en el barrio Hipotecario.
El departamento ubicado abajo de la casa de los Rodríguez, según relataron sus parientes, fue usurpado por una familia de mujeres hace poco más de siete años. "La dueña de la casa hizo varias denuncias en la seccional 19ª por la usurpación", explicó una de las personas que ayer habló con La Capital, quien pidió mantenerse en el anonimato al sentirse amenazada por las dueñas de esa vivienda. Pero la convivencia se deterioró en los últimos años y mutó a lo agresivo en los últimos meses. "Primero el problema era un cantero que tenía mi suegro, que se lo hicieron sacar porque decían que les caía agua por el alero. Después le rompieron un caño de agua con el que mi suegro llenaba su cisterna. Y siempre lo atacaban diciéndole insultos discriminatorios" por su gordura (Rodríguez era obeso), explicó G., otro de los yernos de Rodríguez.
Así se llegó al miércoles pasado. Alrededor de las 14 Rodríguez mantuvo una discusión con Mariano, uno de los familiares de las mujeres, quien lo agredió con un cajón plástico de gaseosas. Una de las hijas del taxista alertó de lo sucedido al 911, pero no hubo asistencia policial. Pasadas las 17 de ese mismo día, J. y la hija de Rodríguez lo fueron a visitar. Cuando la pareja se retiraba del lugar, y desde la planta alta Rodríguez los despedía, apareció en escena otra vez Mariano y la discusión se reavivó. Fue entonces que de la casa de planta baja salió Bochi, un ex convicto que dejó la prisión a fines de 2013 y es amigo de las usurpadoras, y arma en mano comenzó a disparar hacia la planta alta, donde estaba Rodríguez. Jaló cuatro veces el gatillo, hasta que salió una bala que hirió a Rodríguez debajo de la axila derecha y lo mató casi instantáneamente, según el relato de sus parientes. "Para pelearse hacen falta dos, y él no se peleó con nadie. Fue un asesinato a sangre fría", explicó otro de los familiares de Rodríguez. Antes de irse intentó balear a uno de los yernos de la víctima, pero la bala no salió.
Un extraño conocido. "Bochi no vivía ahí. Uno lo veía de vez en cuando que llegaba a tomar y se quedaba, pero no siempre. En esa casa viven cinco mujeres y no es pariente ni nada de ellas. Para nosotros lo trajeron para que hiciera lo que hizo, como si fuera un matón", agregó una de las parientes. "Después de que mataron a Eduardo, las mujeres se encerraron en su casa. Mariano desapareció y el Bochi agarró su Fiat Uno blanco y se fue", explicó el familiar.
"Nosotros pedimos Justicia por lo que le pasó a mi suegro. Sus nietas lo están llorando. El autor de los disparos está identificado. Es un tipo con prontuario en la comisaría 19ª y sus amigas son gente complicada (las mujeres de la planta baja). Los testigos del crimen fueron amenazados. Mi suegra se tuvo que ir de su casa, que pagó centavo sobre centavo. Ahora fueron a la comisaría 19ª y nos denunciaron porque dicen que nosotros podemos tomar represalias contra ellas. Nosotros no somos de esa calaña", explicó otro familiar de Rodríguez. El asesinato es investigado por el fiscal de la Unidad de Homicidios Pablo Pinto.