Entonces, cuando lo convocaban el chico viajaba animado a trabajar, se quedaba varios días en esa ciudad y regresaba los fines de semana a su casa de Pueblo Nuevo, en Villa Gobernador Gálvez, donde vivía con su mamá, sus dos hermanitos de 12 y 14 años, su abuela y un tío.
"Vino para las elecciones, el 25 de abril. Pero no votó porque perdió el DNI. Se quedó toda la semana, hizo la denuncia de la omisión del voto y el martes 29 gestionó la renovación. Andaba con el papel que le dan como constancia que estaba en trámite", recordó Mariana sobre los días previos a la muerte de su hijo.
El martes 30 de abril Kevin volvió a Leones donde lo esperaba Severino, el hombre que le daba trabajo y le había devuelto la esperanza. "Se fue porque el miércoles iba a tener material para trabajar. Pero el jueves me llamó una vecina de Severino para contarme que a Kevin lo tenían unos policías en el piso, en la calle, y que lo habían llevado preso", recodó la mujer que, apenas enterada, se subió desesperada a un remís para viajar de inmediato a Leones.
Incomunicado
Apenas llegó al pueblo Mariana fue a la comisaría y preguntó por su hijo. "No me dejaron verlo porque dijeron que estaba incomunicado. No me dieron explicaciones del motivo de la detención. Después una empleada me informó que lo iban a trasladar a Marcos Juárez", describió.
Inmersa en el dolor, Mariana recordó que en la comisaría le dijeron que fuera a buscarle ropa a su hijo porque la que tenía puesta se la iban a incautar. "Un policía me acompañó hasta la casa del hombre donde paraba mi hijo. Le preparé una remera, calzoncillos, pantalón, zapatillas, una viandita con pollo y se lo mandé".
Colmada de incertidumbre y preocupada por la suerte de su hijo, el viernes temprano llamó a la alcaidía de Marcos Juárez y consultó si podía visitarlo. Otra vez la explicación fue insuficiente y desprovista de toda formalidad. Una agente le respondió que seguía incomunicado.
"Nunca me llamaron de un tribunal o fiscalía, nadie me explicó nada", razonó sobre su peregrinar en una geografía que le resultó extraña.
Mariana decidió volver a Rosario para buscar ayuda. Se dirigió al juzgado de Menores Nº 3 que había intervenido cuando Kevin estuvo internado por sus problemas de adicciones. "La jueza María José Diana trató de darme una mano. Habló por teléfono con un funcionario de Córdoba para explicarle la situación y gestionar que trasladaran a Kevin a Rosario para seguir con el tratamiento. Incluso me sugirió un lugar para internarlo. Pero a ella también le negaron información", recordó la mujer.
En ese ínterin a la mujer le llegaron las versiones deslizadas en medios de Marcos Juárez, con reportes periodísticos donde se daba cuenta que a Kevin lo habían detenido bajo sospecha de participar en un robo calificado. Y hasta se deslizó que era uno de los prófugos que el 8 de mayo escaparon del furgón del Servicio Penitenciario en la autopista Rosario-Santa Fe. "Después aclararon que no tenía nada que ver", enfatizó Carina, una hermana Mariana.
Sin suerte, la mamá de Kevin trató de ubicar al psiquiatra que lo trataba para que también la ayudara a desandar el tortuoso camino que le permitiera traer de vuelta al chico a Rosario, pero no lo encontró. El sábado volvió a llamar a la cárcel, pero tampoco le dieron datos. Hasta que el domingo a la madrugada la despertó un llamado telefónico.
La peor novedad
"A las tres de la madrugada me llamaron al celular pero se cortaba. Y después al fijo, era de Córdoba. Me ilusioné. Pensé que ya habían determinado que no tenía antecedentes y me avisarían que lo fuera a buscar”, dice la mujer y toma aire para narrar la secuencia siguiente. Es que nada de eso le dijeron, al contrario, le dieron la peor noticia posible. “Hola, usted es la mamá de Kevin Pacheco. Queríamos avisarle que su hijo se acaba de suicidar”, le anunciaron del otro lado de la línea.
La mujer no podía creer lo que había escuchado. Juntó una pocas cosas y partió para Leones de inmediato junto a sus hermanos. De allí se trasladó unos 20 kilómetros a Marcos Juárez y comenzó un calvario. Le dijeron que, luego de hallarlo herido, un servicio médico había trasladado a Kevin al Hospital Abel Ayerza, donde falleció poco después.
Los familiares del joven quedaron a la deriva. Escuchaban versiones contradictorias en los medios locales: que había sido detenido por una tentativa de robo, el supuesto suicidio tras un disparo en sien derecha, que donde murió había otros cuatro internos alojados. Pero ninguna certeza ni autoridad policial o judicial que le diera una respuesta concreta y formal.
Luego de tanto insistir lograron que un policía pusiera en contacto a un tío de Kevin con un médico forense. “Lo único que nos dijo es que la causa de muerte era por disparo de arma de fuego en el cráneo. Nada más”, recordó Mariana sobre la escasa información que recibieron y aún trata de procesar.
El fiscal de Marcos Juárez Fernando Epelde abrió una investigación para determinar las circunstancias y responsabilidades del hecho (ver aparte) y ordenó remitir el cuerpo de Kevin a la morgue de la ciudad de Córdoba para someterlo a la autopsia. Recién después la familia pudo llevarlo a Villa Gobernador Gálvez, donde lo enterraron la mañana del martes 15 de mayo.
Interrogantes
De una carpeta donde guarda documentación de su hijo, la joven madre sacá la mitad de una hoja A4 que imprimió en blanco y negro con la foto de su hijo y esta frase: “Justicia por Kevin Pacheco. Queremos respuestas. Que paguen los responsables, basta de impunidad”.
En otro registro que guarda en su teléfono tiene fotos del cuerpo de su hijo en la morgue. Son duras, pero en ellas se advierten moretones y hematomas en pómulo y párpado derecho. Y la prótesis del globo ocular (había perdido un ojo) totalmente hundida y rota, además de la herida del proyectil cerca de la ceja izquierda.
“La prótesis era de un acrílico muy duro. Muchas veces se le había caído al piso y nunca se rompió. Pero cuando reconocimos el cuerpo vimos que estaba hundida y rota, y los moretones alrededor. Además el disparo lo tiene del lado izquierdo y él era derecho”, advirtió Mariana sobre otro de interrogantes que surgen de la mecánica del alegado suicido.
Otras de las cuestiones que no le cierran es que si su hijo estuvo en dos establecimientos carcelarios (Leones y Marcos Juárez) y lo despojaron hasta de su ropa durante las requisas, ¿cómo pudo llegar a sus manos el revólver calibre 22 dentro del baño donde supuestamente se quitó la vida? “Hay filmaciones de ese momento, dicen que se lo ve entrar muy tranquilo al baño”, indicó sobre cuestiones que son materia de investigación pero pueden resultar determinantes.
“Era un chico muy bueno compañero conmigo y con sus hermanos. Sufrió ese problema en el ojo y eso le bajó la autoestima por algunas burlas que soportó. A partir de ese momento dejó la escuela (había pasado a cuarto año) y empezó con el consumo de drogas, pero eran crisis momentáneas. Estaba bajo tratamiento psiquiátrico y psicológico, y tenía voluntad de salir adelante. Nunca pudo haber hecho eso. No creo la versión de que se haya suicidado”, se convence Mariana.
El martes que viene la mujer recorrerá 163 kilómetros junto a su familia y amigos hasta Marcos Juárez. Allí hará una respetuosa marcha de silencio desde la Fiscalía local hasta la alcaída donde murió Kevin. Así tratará de llamar la atención de autoridades judiciales y policiales para que se avance en el esclarecimiento de las causas que desembocaron en la dudosa muerte de su hijo.
El accidente que lo dejó marcado
Kevin llevaba una vida normal con su madre y sus hermanos de 12 y 14 años. Pero días después de haber cumplido 16 años, perdió el ojo derecho por la esquirla de una bala disparada por desconocidos contra una casa donde él participaba de una fiesta. Entonces le reemplazaron el globo ocular por una prótesis. El accidente lo traumó, según cuenta su madre y describen los informes psicológicos. Sufrió actos de discriminación, se deprimió y bajó su autoestima. Dejó la escuela en cuarto año del secundario y se volcó al consumo de drogas. Por eso, y a pesar de algunas crisis, la ayuda que le daba su amigo Severino en Leones le permitía salir de esa situación y por lo cual solía viajar contento a trabajar.