"No le digas nada a nadie, acordate que vos también tenés hijos. Se me fue la
mano, le quise pegar y la nena cayó al suelo del golpe. Fijate que está debajo de la cama". Con
esas palabras María Eugenia Bruno le confió a una amiga que había matado a golpes a su nieta de 7
años y la había escondido en una bolsa bajo su cama, donde la mujer pudo ver que asomaban los pies
descalzos de la nena. Ese testimonio, a dos años del atroz homicidio ocurrido en Wheelwright, fue
uno de los elementos que valoró la Cámara Penal de Rosario al confirmar la condena de prisión
perpetua impuesta a la abuela de 60 años.
Lo inusitado del caso es la misma familia de la nena denunció la desaparición y
entonces la abuela de la niña reclamó con énfasis, ante la prensa y los investigadores, que
hallaran al asesino de su nieta y le impusieran una dura condena. Cuando la mujer quedó implicada
en el caso, tras encontrarse manchas de sangre en su ropa y detectarse que el cuerpo de la criatura
había estado por días oculto bajo su cama, vecinos de su humilde casa de Chile y Rosario le
prendieron fuego a la vivienda. Del lugar donde mataron a la nena no quedó nada en pie.
La condena. María Eugenia Bruno de Galiano había sido condenada en junio pasado
a prisión perpetua por el juez de Sentencia de Melincué, Fernando Vidal, como autora de un
homicidio calificado por el vínculo. El magistrado había absuelto a la madre de la niña, de quien
se sospechaba una participación no probada e el caso, y condenado a 4 años de prisión efectiva al
padrastro, Juan Carlos Obregón, por encubrimiento. Ahora este albañil de 40 años fue absuelto por
la Cámara Penal rosarina, ya que el tribunal no encontró evidencia para incriminarlo en el traslado
del cuerpo de la niña.
Así lo resolvieron los jueces Ernesto Pangia y Otto Crippa García. Los
camaristas integraron la Sala I de la Cámara junto a Rubén Jukic, quien se abstuvo de votar. Aunque
desvincularon al padrastro de la chiquita, mantuvieron en pie la condena a la abuela, a quien le
asignaron "un proceder incompatible con toda idea de humanidad". Además remarcaron que en la causa
hubo numerosos testimonios de los golpes, maltrato y agresiones físicas y psíquicas que sufría la
niña, lo que consideraron "una muestra de desquicio humano".
El cuerpo de Lourdes María Pallota, de 7 años, fue hallado el 10 de diciembre de
2007 a metros de la humilde casa en la que vivía con su mamá, Nélida Galiano, y la pareja de ella,
Carlos Obregón. Estaba dentro de una garita para tubos de gas, en estado de putrefacción y envuelta
en una bolsa de arpillera.
Al inicio fueron detenidos Nélida y Carlos, pero días más tarde la abuela
confesó haber sido la autora del tremendo ataque. Lo hizo después de que declarara una vecina a
quien ella le había confesado el crimen, quien pudo ver el cuerpito de la nena bajo su cama. La
testigo dijo que no lo confió antes por miedo, ya que María la había amenazado para que se callara.
En la casa de su abuela la policía halló manchas de sangre en un par de ojotas, en el palo de
madera de un escurridor de pisos y bajo su cama.
De acuerdo con el fallo, Bruno golpeó a su nieta con un elemento contundente la
noche del 6 de diciembre de 2007. Le causó múltiples hematomas en el cuero cabelludo y dos
fracturas de cráneo hasta causarle la muerte. Luego ocultó el cuerpo en su habitación por cuatro
días hasta la madrugada del 10, cuando trasladó el cuerpo hasta la casilla de gas de una casa
ubicada a 50 metros de la suya.
"Miré debajo de la cama y vi la bolsa con el cuerpo de Lourdes adentro, le vi
los pies que salían fuera de la bolsa hasta debajo de la rodilla, los cuales estaban descalzos",
dijo la vecina a quien Bruno le confió el crimen.
Los camaristas rosarinos, al revisar el caso, plantearon que el relato de la
testigo es verosímil porque en el mismo lugar donde ella declaró haber visto el cuerpo de la
chiquita luego se hallaron restos de sangre. También en el trayecto de la casa de la abuela hasta
la casilla de gas. Y remarcaron que distintos testigos refirieron que Bruno era "una persona
violenta y golpeadora de su nieta. La agarraba de los pelos, le daba rodillazos. La nena lloraba y
suplicaba". Ese maltrato también había sido referido por el padre de la nena, quien residía en
Chabás.
Con respecto a la madre de la nena, señalaron que nada permite inferir de qué
forma pudo haber colaborado con el crimen. Si encubrió a su madre, dijeron, es irrelevante porque
no es un delito. En cuanto a Obregón plantearon que "no surge ninguna pauta que permita vincularlo
con la desaparición del cuerpo" y que no se probó ilícito en cuanto al ocultamiento del cadáver. Si
bien los vecinos revelaron el "temor casi reverencial" que le tenía a su suegra, todos remarcaron
"el buen trato que le daba a la nena".
Aquel llanto
“Quien sea el asesino de mi nieta que se pudra en la cárcel o que lo
cuelguen”, había dicho a La Capital, de modo enérgico y sin dejar de llorar, María
Bruno de Galeano, antes de quedar detenida por el homicidio de su nieta y rodeada de vecinos que
reclamaban el esclarecimiento del caso frente a la comisaría de Wheelwright.