Las vidas de Miguel Angel Martínez y Débora Carina Ferraro, una pareja de
empleados municipales que trabajaba en el Distrito Centro, quedaron truncas el lunes 12 de marzo de
2007. Ese día, un compañero de trabajo llegó a la casa que el matrimonio habitaba en el barrio
Empalme Graneros y los atacó con ferocidad en el desenlace de un robo en el que también estuvieron
involucradas otras personas, condenadas en otro juicio. A raíz de los golpes Miguel murió en el
acto, mientras que la vida de Débora se apagó tres días después en el Hospital Provincial del
Centenario. Ahora, un juez de Sentencia condenó a prisión perpetua a Damián Leonardo Rocca, de 24
años, quien fue hallado culpable de propinarle la fatal paliza a la pareja y de incendiar la
vivienda cuando una de las víctimas aún agonizaba en el suelo.
El fallo conocido ayer fue dictado por el juez de Sentencia Nº 4, Julio
Kesuani, quien también dispuso que Rocca indemnice con 185.500 pesos a la madre de Débora por los
“daños morales y psíquicos ocasionados”. Y, en otra parte del escrito, lo absolvió por
el beneficio de la duda de otra de las imputaciones que cayeron sobre él en el inicio de la causa:
la de haber violado a la chica. En este sentido, se supo que el médico que realizó la autopsia al
cadáver de Débora no pudo determinar “con certeza” que el abuso haya sido cometido el
día del hecho. La defensa de Rocca ya apeló el fallo y ahora la Cámara Penal deberá revisarlo.
Sueños sesgados. En marzo de 2007, cuando fueron asesinados, ya hacía cuatro años que
Miguel y Débora se habían casado. El tenía 30 años, y ella 28. Los dos trabajaban en el Area de
Servicios Urbanos del Distrito Centro de la Municipalidad, en Wheelwright y Corrientes. Se habían
conocido cuando ambos estudiaban en la escuela de jardinería de la Dirección de Parques y Paseos
local y desde entonces empezaron a tejer un sueño común. Compartían una casa de la familia de ella,
en Empalme Graneros, y estaban planeando tener un bebé. Su vida era normal a pesar de que eran
considerados discapacitados por sus leves retrasos intelectuales.
Pero el lunes 12 de marzo de aquel año ocurrió algo que aún parece inexplicable. Rocca, que
frecuentaba habitualmente la vivienda de la pareja, entró en la casa, mató a golpes a Miguel y
atacó a Debóra, a quien dejó agonizando. Además, se llevó varios electrodomésticos y prendió fuego
a la propiedad antes de emprender la huida. Durante la investigación judicial se acusó a otros dos
hombres de haber participado del trágico episodio, pero solamente Rocca terminó condenado como
autor material del mismo.
El hallazgo. Poco antes de la medianoche del día del doble crimen, efectivos del Comando
Radioeléctrico llegaron a la humilde casa de los Martínez situada en la esquina de Rouillón y
Carrasco. Quienes alertaron a la policía fueron los vecinos, que veían cómo se quemaba la
vivienda.
Según dijeron fuentes policiales en aquel momento, la puerta de calle estaba cerrada pero con la
llave puesta del lado de afuera. Cuando los uniformados quisieron entrar, una bocanada de fuego se
los impidió. Por eso debieron forzar otro ingreso.
En la vivienda encontraron una garrafa abierta y dos focos de incendio. Además, se toparon con
un cuadro inesperado: en una habitación en llamas, sobre la cama, yacía sin vida Miguel. Tenía
quemaduras en distintas partes del cuerpo y la cabeza totalmente destrozada a golpes. En el baño
estaba Débora, inconsciente y maniatada con un cable de plancha. Había inhalado humo, por lo que
los policías debieron reanimarla antes de subirla a la ambulancia que la dejó en el Hospital del
Centenario, donde murió tres días después.
Los datos. Testigos ocasionales le dijeron a la policía que momentos antes de que se
desate el incendio, habían visto salir de la casa a un hombre con vestimentas que tenían el logo de
la Municipalidad de Rosario, ámbito en el que trabajaban las víctimas y el victimario. También
dieron datos del vehículo en el que se llevaron los electrodomésticos robados, y ésto se convirtió
en el primer elemento usado por los pesquisas para salir a buscar a los maleantes.
Así, el primero que cayó fue el fletero Reinaldo R., quien quedaría desvinculado de la
investigación con el avance de la causa. También fueron apresados el carpintero José Luis Fernández
y su esposa, Marta Edit Santos. El matrimjonio vivía en la esquina de French y Perú, muy cerca de
las víctimas, y en su vivienda fueron halladas las cosas robadas a Miguel y Débora: una moto
Zanella de 50 centímetros cúbicos, dos televisores, una computadora, un equipo de música y algunas
herramientas.
Pero además, en esa casa, se hallaron chaquetas con el logo de la Municipalidad, una de ellas
con restos de sangre y masa encefálica. Fernández y su mujer fueron condenados el año pasado en el
marco del mismo juicio por encubrimiento agravado, pero sin prisión efectiva. Desde entonces
realizan tareas comunitarias en el hospital de la localidad chaqueña de Machagai, de donde son
oriundos.
Las pruebas. Para condenar a Rocca, el juez Kesuani tuvo en cuenta un testimonio
“importante”. Carolina Stella Maris F., ex pareja del muchacho condenado, declaró en el
tribunal que el empleado municipal mantenía “una relación sentimental” con Débora al
momento del hecho y que, según le había dicho el asesino, “le sacaba dinero” a quien
sería su víctima.
Otro elemento que valoró el magistrado fue que en la casa que habitaban Fernández y Santos se
encontró la ropa que usó Rocca en el momento del suceso con “manchas de sangre” del
tipo 0, que se relacionan con el violento episodio.