En una audiencia se homologó un instrumento de juicio abreviado por distintos hechos para Brian Ismael “Pocha” Sánchez, de 25 años, un sicario integrante de la banda de zona sur que respondía a René Ungaro. Los jueces Facundo Becerra, Hebe Marcogliese y José Luis Suárez resolvieron dictar un fallo que unifica una pena a 16 años por una tentativa de homicidio en grado de instigador sobre Uriel R., situación que se dio en noviembre de 2019 y mientras Sánchez estaba detenido, con la condena previa de 20 años por distintos homicidios impuesta a principios de 2019. En este sentido se dictaminó una pena única de treinta y seis años de prisión, que concluye el 17 de febrero de 2053.
En la sesión, el fiscal Alejandro Ferlazzo explicó los términos del acuerdo: los hechos, evidencias, calificación legal y pena acordada y pidió que el Tribunal solicite al Servicio Penitenciario provincial que Sánchez no tenga acceso a dispositivos celulares. Pedido que el tribunal hizo constar en el acta, pese a que esta acción ya esta en curso desde que el condenado está preso.
En diciembre de 2019 Sánchez tenía 22 años y fue condenado a 20 años en otro juicio abreviado homologado por los jueces: Juan José Alarcón, José Luis Suárez y Carlos Leiva, por tres crímenes. En distintas instancias la justicia aseguró que estaba relacionado con Ariel “Teletubi” Acosta, preso por intento de homicidio. En ese momento se le atribuyeron a Sánchez los homicidios de Alberto Luis Ruíz Díaz, ocurrido el 2 de octubre de 2016 a las 0.20 en Grandoli entre Esteban de Luca y Olegario Andrade. Allí a bordo de un Ford Focus, baleó, persiguió y remató a balazos a su víctima en el suelo. A las 5, en Mitre entre Montevideo y Zeballos, a bordo del mismo auto, disparó contra Walter Menna y Geremías M. a la salida de un boliche bailable, provocando la muerte del primero de un balazo en la cabeza.
Por otro lado el 24 de septiembre de 2016, a las 18.30, en Cepeda al 4000, a bordo de un Ford Focus blanco, en compañía de un menor edad, bajó y le disparó 7 veces a Milton S. Dos tiros rozaron su frente, dos fueron en la espalda y los restantes en la pierna causándole lesiones, pero sobrevivió. Se lo imputó por este ataque y la tenencia de un arma ilegal.
En tanto el 6 de febrero de 2017, en Sánchez de Thompson al 100, Sánchez le disparó al quiosquero Sergio Cechini, quien estaba parado en la puerta de su domicilio recibiendo dos balazos en zona de abdomen, muriendo días después. En los tres homicidios atribuidos a ”Pocha” se le adjudicó el delito de homicidio agravado.
Por otra parte el 14 de febrero de 2017, a las 21.30, en la zona de Doctor Riva al 100 bis, desde una moto roja efectuó disparos contra Cristian L., en su cuello y antebrazo derecho provocándole lesiones.
En noviembre de 2021 fue nuevamente imputado como instigador de un intento de homicidio en Hipócrates al 4600. “Pegale al que salga. Si sale un chico, pegale igual”, le indicó al sicario Emanuel S. La orden partió del celular de Pocha y a así estaba escrita en el teléfono del tirador cuando lo apresaron, de esta manera sumó esa nueva causa a los dos intentos criminales y tres ejecuciones por las que había sido ya condenado. La víctima fue Uriel R, que logró sobrevivir.
El encargo era, según esa evidencia, a cambio de un pago de 80 mil pesos. “Te di alta pico. Todo. No te deja tirado esa. Cargala y andá ahora. Pero hacela al toque”, exigía el preso. Sánchez fue señalado como quien, por su “buena puntería”, era “el que tiraba” para el clan Ungaro, en ese momento enfrentado con el clan Funes.
El intento de homicidio fue el 26 de octubre de 2020 en la torre 13 de Hipócrates 4667. Cerca de las 20.40 Uriel R., de 20 años, se asomó al balcón del edificio y un joven con gorrita sacó un arma y comenzó a disparar desde la escalera del primer piso hacia al segundo. Uriel fue alcanzado por balas en tórax, un hombro y muñeca izquierda. Lo llevaron al Hospital Roque Sáenz Peña y salvó su vida pese a sufrir lesiones en el hígado, el epigastrio y un riñón, además de una fractura en el húmero.
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Quien estaba con Uriel ese día contó a la policía :“Me llamó la atención porque no era del barrio. Tenía un barbijo verde, una gorra y una mochila colgada para adelante”, y dijo que el atacante disparaba con la mano derecha desde el piso inferior mientras sostenía el celular con la izquierda “como si estuviera escribiendo o hablando”. Un móvil del Comando Radioeléctrico llegó y los vecinos indicaron que el tirador se había ido corriendo “para el lado de Grandoli”.
Así la policía pudo capturar a Emanuel S. quien tenía en su poder una pistola Bersa Thunder 9 milímetros con cargador y seis cartuchos intactos. Le secuestraron además un celular y en la pericia se detectó que la orden de los disparos la había dado Pocha desde la cárcel: la orden era pegarle al padre de la víctima o a cualquier familiar de un hombre con quien al parecer mantenía disputas por la venta de drogas.
“A la bici la dejás a la vuelta del núcleo y te vas corriendo y agarrás la bici al toque. Es re fácil, puto. La haces al toque. Yo ahí mataba caminando en ese Fonavi, boludo”, le decía. “Está todo en lo de la Paquete. Ahí te va a mostrar todo el sistema”, le dijo al sicario para indicarle dónde buscar a la “pico” (pistola). Y precisó: “Tiene cuatro confites (balas). Andá a buscarla así la tenés ahora. Te paso más confites y vamos a hacerlo de cheto”.
“Te paso más confites y vamos a hacerlo de cheto, boludo. Así me dejo de renegar. Sabés que es un segundo. Al primero que salga, amigo. No quiero renegar”, es una de las instrucciones que, según la evidencia citada por el fiscal , formuló Sánchez al sicario que concretó el ataque ese 26 de octubre de 2020. Como quien le entregó el arma y le señaló el lugar al ejecutor, luego quedó en prisión preventiva como partícipe necesaria de esa trama Gisela G., una mujer a la que le dicen “Paquete”.
La hija de Gisela, era Mariel Lezcano, asesinada en octubre de 2021. La chica de 21 años estaba con su hijo y hermanitos en su casa de pasillo de Ayacucho 4389 cuando llegó un sicario que sin mediar palabra le pegó dos tiros apenas abrió la puerta. Por instigar el crimen fue imputado Alan Funes, quien cumple condena en Ezeiza a 35 años de prisión por un homicidio y como jefe de una banda narco. Otros dos supuestos soldaditos a sus órdenes también quedaron presos por concretar la ejecución y escapar en moto.
Según declaró su madre, la familia Funes la había amenazado porque se negaba a vender droga para ellos y para que no se aliara con Pocha Sánchez, un alfil de los Ungaro para quien luego se le imputó haber trabajado. Concretamente, le reprocharon haberle entregado el arma al tirador de Uriel, apuntado el lugar y sugerido un horario sin patrullaje policial.