"Acá mandan los narcos y se la agarran con todo el mundo. Con los que andan en eso y los que no. Mario no tenía nada que ver". Con poco margen para dar precisiones, así describieron algunos vecinos el contexto en que el jueves fue asesinado Mario Andrés Barbosa, de 23 años y atacado a balazos en Humberto Primo y Camilo Aldao, a unas cuadras de su casa en barrio Ludueña. Dolor y preocupación en la comunidad educativa de la escuela 1.027 Luisa Mora de Olguín donde él fue alumno y su familia colaboró durante años.
Con pocos datos sobre el móvil y mecánica del hecho, y una investigación preliminar que hasta ayer no había colectado testimonios de valor para dar cuenta de lo ocurrido, el crimen de Barbosa se asemeja a otros similares.
Los investigadores deberán bucear para hallar respuestas en ese sector de Ludueña con necesidades y conflictos, donde se visibiliza como articulador institucional el club Tiro Federal y la escuela 1.027 donde Mario aprendió a leer y escribir.
Según fuentes judiciales y policiales, a las 23.45 del jueves un llamado al 911 dio cuenta del hallazgo de un hombre herido tendido en el medio de la calle, frente a la escuela.
Minutos después, cuando varios vecinos se habían arremolinado alrededor de la víctima, llegó un móvil con personal policial del corredor seguro de taxis que convocó a una ambulancia del Sies. Los médicos le diagnosticaron heridas de arma de fuego en tórax y dorsal derecho y llevaron a Mario al Heca, donde falleció a las 1.15 del viernes debido a la gravedad de las lesiones.
De inmediato se notificó del hecho a la fiscal de Homicidios Georgina Pairola, que comisionó a las brigada criminalística de la Policía de Investigaciones (PDI), que como única evidencia concreta secuestró tres vainas servidas calibre 9 milímetros en la escena del crimen.
Sin embargo, y a pesar de varias entrevistas, no se pudo dar con testigos del ataque o referencias concretas. Tampoco registros fílmicos que pudieran orientar las pesquisa. Barbosa tenía domicilio fijo en el estrecho pasaje Rafaela al 200.
Dolor en el barrio
El hecho golpeó a la comunidad educativa de la escuela donde Mario fue alumno y su madre colaboró muchos años. "Estamos muy dolidos y acompañamos a la familia en este momento. El barrio padece muchas dificultades, una de ellas es la gran cantidad de armas en poder de la gente. Algunos las tienen para defenderse por inseguridad o distintas problemáticas", indicó consternada la directora de la institución, Claudia De Gottardi.
En ese sentido trazó un análisis que atraviesa y se replica en otros barrios vulnerables de Rosario. "Se advierten límites difusos para poder entender qué pasa. Y nos preocupa porque no vemos que se ataque el problema de las armas, de las drogas o la delincuencia. Hoy fue Mario, mañana otro chico, es triste. Hay que trabajar más para conocer las dificultades del barrio", expresó la docente.