El crimen del joven Mariano Bertini, ocurrido hace más de un año en el marco de un intento de robo a su casa de barrio Echesortu, hecho en el cual también fue herido su padre, aún no fue esclarecido. Bajo esa situación, su progenitor decidió constituirse como querellante con el propósito de tener acceso a la carpeta judicial, aportar datos y proponer medidas que permitan agilizar la investigación de un caso que, como sucedió hace pocos días con el crimen del arquitecto Sandro Procopio, movilizó a los rosarinos en reclamo de mayor seguridad.
“El caso mío es como tantos otros, y si bien no tengo pruebas para que se detenga a alguien, hay familiares de otras víctimas que sí tienen datos y no llegan a la Justicia, por eso acompaño las marchas reclamando la justicia que no llega. Esa gente tiene juicios en proceso, con infinidad de pruebas y no hay sentencias”, dijo a La Capital Rubén Bertini, padre de Mariano.
Por las características del hecho, el lugar y las circunstancias, el crimen del joven de 22 años y con un fuerte compromiso social, sacudió a la opinión pública. El hecho ocurrió la noche del 15 de agosto de 2014 cuando su padre llegaba a la vivienda familiar de Lima al 800 y se disponía a ingresar su vehículo Toyota Etios gris.
Forcejeo y disparo. Mariano estaba dentro de la casa y se dirigió a la planta baja para abrirle el portón. En esa circunstancia aparecieron dos hombres con fines de robo que entraron al garaje. Los detalles de la mecánica del ataque se reservaron en la investigación, aunque se presume que existió un forcejeo.
Lo concreto es que el joven recibió un disparo fatal en el lado izquierdo del rostro, a la altura de la oreja, que salió por el lateral derecho de la cabeza. Rubén, en tanto, recibió un balazo en la pelvis. Los ladrones huyeron, se supone que en una moto y por calle Córdoba.
A más de un año del homicidio, Rubén decidió constituirse como querellante en la causa, más que nada para formalizar una situación procesal y acompañar la pesquisa, algo que en la práctica hizo desde un primer momento.
El trámite, sin objeciones del Ministerio Público de la Acusación, fue avalado por la jueza Marcela Canavesio en una audiencia pública en la que estuvo presente Bertini y su abogado Claudio Puccinelli.
Crisis de valores. En contacto con este diario, Bertini trazó una mirada de su caso en particular, pero también ofreció un análisis de la situación general, donde cree que predomina una “crisis de valores”.
“Como yo soy parte del episodio concretamos ahora un trámite que se demoró. Pero no tiene otra connotación que la de acompañar la investigación”, dijo la constitución del querellante.
Y sobre la postura que eligió tomar después de la tragedia personal, explicó que si bien no tiene pruebas para que se pueda encarcelar a nadie, “hay familiares de víctimas —de otros hechos— que no llegan a la Justicia, por eso acompaño las marchas reclamando la justicia que no llega”.
El hombre que hace un tiempo decidió mudarse de la casa de barrio Echesortu donde atravesó el doloroso episodio porque se le hizo “insoportable vivir” allí, dijo que hasta ahora en la investigación del homicidio de su hijo “no hay nada”.
“La investigación tiene sus tiempos complicados. La estrategia es esperar que los responsables queden involucrados en otro hecho”, indicó mesurado.
En un contexto donde la inseguridad golpea a diario a muchas familias que incluso atravesaron por su misma situación, Bertini bregó por un mayor compromiso para exigir cambios. “Sino nos comprometemos todos, no lo vamos a lograr, en solitario no se logra”, insistió.
“La crisis moral en la que estamos es profunda y en todos lados hace agua, en cualquier punto que uno toque. Por eso el cambio comienza en uno”. Y describió un ejemplo claro: “si en los barrios cerrados con una comunidad pequeña pequeña no tienen capacidad de respetar la velocidad, que es de 10 o 15 kilómetros por hora, evidentemente la problemática esta en nosotros mismos, depende de nosotros el cambio”.
“La idea de ser querellantes estuvo desde un primer momento, pero se perdió un papel, es difil. Uno quiere empujar una montaña. La gente tiene buena voluntad pero a veces no disponen de recursos, y eso hace que el sistema esté un poco oxidado”, explicó acerca las dificultades que impiden agilizar la administración de jusiticia.
Al día de hoy la causa judicial que dirige el fiscal de la Unidad de Homicidios Ademar Bianchini no tiene sospechosos apuntados y tampoco detenidos. La pesquisa tropezó con la ausencia de testigos —salvo Rubén— para describir a los agresores, el camino que tomaron al escapar, la movilidad que utilizaron. Tampoco las cámaras de videovgilancia de la zona capataron registros que pudieran aportar datos concretos.