El médico oncólogo Luis Fein trabaja desde hace 30 años como investigador en el área de los ensayos clínicos. Conoce en profundidad este tipo de evaluaciones que se utilizan en todo el mundo para comprobar la eficacia y seguridad de un medicamento, técnica diagnóstica o terapéutica. Todas las vacunas y drogas que se conocen han pasado por este proceso. Las primeras experiencias, incluso, datan de finales del 1700. Sin embargo, en esta pandemia, y como nunca antes, se habla de ellos, se los pone en cuestión, pero también se los visibiliza. El profesional, que es presidente del Grupo Argentino de Investigación Clínica (Gaico), considera que ese último aspecto es positivo porque siempre "hubo como un manto de sospecha, una cosa oscura sobre los ensayos clínicos, a quienes participan se los considera popularmente como conejillos de Indias, y hoy tenemos la posibilidad de conocerlos más y hasta de escuchar diariamente a los voluntarios contando sus experiencias con total libertad y conocer de su boca el respaldo que tienen durante el procedimiento".
El médico sí ve riesgos en esta álgida discusión que se armó en la Argentina en torno a la vacuna que protege contra el Covid de acuerdo al origen de cada desarrollo (algo que también está ocurriendo en otros países de Europa): "Ideologizar este tema es muy malo, la ciencia debería estar por encima", enfatiza.
A su vez, agrega: "Democratizar la información es importante, pero el peligro es que se le da lugar en medios de comunicación -o suman miles de seguidores en las redes- personas que hablan del tema sin ningún conocimiento. Eso le abre la puerta a los negacionistas, a los antivacunas y a distintas ramas de la pseudociencia".
Sin dudas la pandemia de Covid-19 es un hecho inédito y por lo tanto trae consigo situaciones que son, como mínimo, curiosas. "Somos testigos de una situación única. Tanto los médicos como la población general recibimos cantidades enormes de información en forma diaria que no es fácil de manejar", dice.
Eso impacta de una manera particular en cada persona y además como están las redes al rojo vivo, se genera que cada tema médico se someta a discusión, algo que no pasaba antes en forma cotidiana.
"Creo que respecto de los ensayos clínicos lo que se presenta es interesante. Hoy las personas saben qué es una fase II, una fase III, qué implica la aprobación de la Anmat, cómo funciona un comité de ética, y que el ensayo es la única manera de llegar a la vacuna, tan necesaria. Sin embargo se armó una especie de clásico Central/Ñuls sobre si tal o cual vacuna es mejor que otra de acuerdo a su origen".
Respecto de la vacuna rusa (Sputnik V) que es quizá la que generó más revuelo, el médico dice: "Creo que hay que mirar la historia, un poco al menos. Lo primero que recuerdo, por ejemplo, es que fue un químico ruso Dmitri Mendeleev, el creador de la tabla periódica de los elementos que aún se utiliza. Digo esto porque las cuestiones científicas deberían ir por carriles separados de lo ideológico. No se trata de plantear que porque es rusa es mala y porque es de Oxford es buena, hay que reflexionar más sobre estas cosas, porque se desvirtúa el tema a niveles riesgosos y se genera una desconfianza innecesaria".
"Todas las vacunas que sean validadas es porque fueron probadas", remarca el especialista, en diálogo con La Capital.
Rápido no es malo
Sobre la velocidad con la que se están produciendo los ensayos clínicos de las vacunas y de tratamientos experimentales contra el Covid-19, el médico destacó: "Rápido no es sinónimo de malo. Nadie se salta pasos. Lo que sucede, por ejemplo, es que para un ensayo de una droga oncológica uno necesita reclutar una determinada cantidad de voluntarios y se hace de por sí en base a una población reducida, ni hablar cuando se trata de probar un medicamento para un enfermedad rara, por ejemplo: juntar esos voluntarios es difícil porque son pocas las personas que tienen ese problema. En el caso de una vacuna para enfrentar un virus en una pandemia, la población en riesgo es toda, por lo tanto, se pueden reclutar miles de personas en poco tiempo, como estamos viendo". Más allá de que siempre hay criterios de exclusión (gente que no puede participar en los ensayos por diversos problemas).
"Los ensayos se hacen seriamente en todos los casos, hay mucha gente involucrada con experiencia, laboratorios con décadas de conocimientos en el tema. Y una apuesta enorme. Contactar a los voluntarios, recibirlos, hacerles una entrevista, transmitirles todos los detalles del procedimiento, que firmen un consentimiento informado, que sepan que pueden retirarse cuando quieren. Luego sacarles sangre, ponerles la vacuna, hacer el seguimiento, todo eso implica un trabajo impresionante. En ese sentido lo que está ocurriendo a nivel mundial es notable. También en la Argentina donde los ensayos se cumplen con todos esos pasos", señala Fein.
El médico insiste: "No separemos la mirada de la ciencia".
Admite que en esta pandemia faltó un liderazgo mundial que pudo haber afectado la confianza de la población en general. En ese sentido analizó el rol de la Organización Mundial de la Salud: "No hubo información clara, se dijo una cosa, luego otra, y eso lamentablemente trajo consecuencias que son muy negativas porque se la puso bajo sospecha".
"Me parece que es un buen momento para reforzar el valor de la ciencia y la medicina basada en la evidencia. La discusión ideológica en este tema no aporta nada, es no científica. Pensemos en los beneficios impresionantes de las vacunas a lo largo de la historia y que nadie se ponía a discutir sobre cada vacuna que se colocó o le puso a sus hijos, ni si era china, rusa o argentina", concluyó.