A un mes del aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el gobierno nacional en la Argentina a causa de la pandemia de Covid-19 comienzan a hacerse más visibles algunas situaciones emocionales propias de la amenaza que representa el virus y los efectos del distanciamiento. En la población general se exacerbaron los trastornos de ansiedad que pueden dar paso a la angustia, luego al enojo y hasta derivar en sensaciones de abatimiento y desánimo.
Entre los que se contagiaron, la culpa de haber transmitido (concreta o potencialmente) la enfermedad a familiares o compañeros de trabajo aparece como un sentimiento predominante, incluso en los casos en los que no hubo irresponsabilidad alguna por parte del paciente.
Lidiar en el día a día con la falta de contacto físico con los afectos o gran parte de ellos, los cambios a nivel laboral, las preocupaciones por lo económico, las dificultades que pueden presentarse en la convivencia de 24 horas con la familia y la enorme incertidumbre sobre el futuro inmediato son un combo potente para las emociones. El malestar y la angustia aparecerán de manera distinta de acuerdo a la historia personal de cada uno y los recursos con los que se cuenta, pero prácticamente nadie queda libre del impacto.
Esto es lo que están viendo los profesionales de salud mental, abocados, por un lado, a dar respuesta a personas que ya estaban en tratamiento o haciendo algún tipo de terapia psicológica, y por otro lado, ofreciendo herramientas a los nuevos consultantes que se sienten desbordados por la situación y buscan ayuda.
"Estamos en una fase de impacto de la pandemia. La mayor demanda de asistencia psicológica se da más adelante" Manuel Francescutti, coordinador médico de Red Unitas, un servicio que brinda atención en salud mental psicológica y psiquiátrica en diversas modalidades, dijo que la atención habitual de los pacientes en consultorio se redujo casi totalmente porque las personas priorizaron la salud física (evitando la posibilidad de contagio) y que por lo tanto se dispusieron mecanismos de atención telefónica y on line para quienes decidieron continuar con sus terapias. Las guardias siguen activas para casos puntuales donde no es posible el manejo a distancia.
Francescutti mencionó que el 80% de las personas que consultan lo hace por trastornos de ansiedad y que se trata de un desorden leve, no patológico. “Después asistimos a un empeoramiento de algunos cuadros obsesivos compulsivos, trastornos bipolares o personas con adicciones, pero esto es ya en un grupo minoritario, que sin dudas está en una situación más vulnerable frente a un factor estresante, como lo es esta pandemia”.
Otro aspecto que el profesional comentó que hay que considerar son las denominadas víctimas cuaternarias, que están presentes en toda catástrofe, y que son aquellas que no están directamente afectadas, en este caso por el virus, pero presentan algunos “desajustes” a nivel emocional al no parar de consumir noticias, leer todo lo que encuentran sobre la pandemia, exponerse a videos o imágenes dolorosas. “En general presentan síntomas en forma transitoria, que se autolimitan, pero es importante estar atentos a estas personas porque podrían eventualmente, y más adelante, tener secuelas de esta sobreexposición”.
“En este momento estamos en una fase de impacto de la pandemia, hay que considerar que la mayor demanda de asistencia psicológica o psiquiátrica (y esto pasa frente a cualquier desastre) se da más adelante. Eso es lo que llamamos fase de desilusión o segundo desastre”, expresó el médico.
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"Muchos pacientes tienen miedo al estigma, a que los señalen", dijo el psiquiatra Francescutti.
Foto: Silvina Salinas / La Capital
Reacciones frecuentes
El miedo, la ira, la negación, son emociones normales y mucho más en este contexto. “Son mecanismos que tiene nuestra mente, y experimentarlas es esperable, al menos que esos sentimientos nos impidan, por ejemplo, cuidarnos o llevarnos a ideas destructivas”, remarcó.
La mayoría de las personas superarán solas o con muy poca ayuda estas instancias, explicó el profesional.
Francescutti agregó que habrá un porcentaje menor que luego de que pase lo peor de esta pandemia necesitará algún tipo de abordaje psicológico o psiquiátrico por estrés postraumático, teniendo en cuenta que además de la posibilidad de una enfermedad, o de que un familiar o ser querido se infecte, se está atravesando una crisis socioeconómica muy grande que dejará sus secuelas por largo tiempo.
“Más tarde se empiezan a ver las consecuencias reales de lo que ocurrió. Ahora estamos en un momento en el que todas las personas están atentas, los gobiernos cuidan a la gente, se ve la solidaridad a diario, los músicos cantan, las ONGs ayudan mucho, se hacen donaciones, se alienta a superar esto, los medios de comunicación no hablan de otra cosa, pero a la larga eso no se sostiene y se ven las consecuencias reales: los fallecidos, la pérdida o cambios en los trabajos, las modificaciones en los vínculos tal como los conocíamos. Para eso debemos prepararnos especialmente los profesionales de la salud mental”, detalló, y agregó: “En este tipo de situaciones es difícil dimensionar su impacto verdadero en la psiquis de las personas. Se ha visto, en otras pandemias o crisis muy graves, que a veces los que aparecen como los más optimistas, pasado el peor momento son los primeros que caen. Con esto, lo que digo, es que todos debemos estar atentos a cuidar nuestra cabeza y a hacer una consulta a tiempo si no nos sentimos bien”.
Los enfermos
Francescutti comentó que en su equipo de trabajo ya estuvieron asistiendo a personas que se contagiaron de Covid-19. En ellos, el sentimiento predominante es la culpa, más que el miedo. “En general no aparece el temor a morirse o pasarla muy mal. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los contagiados tiene síntomas leves. Pero sí se observa el miedo de haber infectado a sus hijos, maridos, esposas, padres, amigos o compañeros de trabajo. Tienen también temor al estigma, a que los señalen porque cometieron algún error, a que los maltraten, cuando (salvo conductas completamente irresponsables, que son las menos) el contagio se da porque el virus es altamente transmisible y nadie tiene la certeza de no infectarse aún cumpliendo con todas las normas”, destacó.
El especialista dijo que en todas las situaciones donde hay un paciente con Covid-19, tanto en el ámbito público como privado de la salud de Rosario, se ofrece la posibilidad de la contención psicológica y que muchos la piden desde un primer momento.
"Hay que dejar que se expresen esas sensaciones y saber que van na ir pasando, hablar de ellas" El coordinador de Red Unitas pidió que se tenga en cuenta a la salud psíquica y que si bien toda la atención está puesta en el riesgo físico de esta enfermedad es recomendable aceptar las emociones que vayan surgiendo, saber que es natural sentirse mal, triste o enojado: “Hay que dejar que se expresen esas sensaciones y saber que van a ir pasando, hablar de ellas. Si el malestar es muy grande o la situación se torna inmanejable entonces buscar asistencia profesional es el mejor camino”.