Las secretarías de Salud de los 26 de estados de Brasil y de la capital, Brasilia, pidieron la adopción de un plan nacional contra la pandemia, porque el país se encuentra en el peor momento de la crisis sanitaria por el Covid-19. Pidieron que incluya el toque de queda, cierre total de playas, bares y lugares de entretenimiento y el pago de subsidios a la población más vulnerable, algo que se hizo durante 2020.
Así lo dice una carta enviada al Ministerio de Salud por parte del Consejo Nacional de Secretarias de Salud, en medio de una escalada de casos desde noviembre provocada por aglomeraciones en las elecciones municipales de ese mes, las fiestas de diciembre, las vacaciones escolares de enero y el Carnaval, que fue festejado en fiestas clandestinas en todo el país.
“La ausencia de un enfoque nacional unificado y coherente dificultó la adopción e implementación de medidas calificadas para reducir las interacciones sociales que se intensificaron durante el período electoral, al final del año, las reuniones y festividades de verano y carnaval”, dice la carta firmada por el presidente del Consejo, Carlos Lula.
El Consejo reclama desde el inicio de la pandemia acciones coordinadas para ejecutar la cuarentena o “lockdown” en varios lugares del país, pero estas iniciativas fueron rechazadas en forma personal por el presidente Jair Bolsonaro, que rechaza cualquier tipo de restricción. Pese a que él mismo ha padecido Covid-19, del que se recuperó sin sufrir secuelas, aún cuando era un paciente de riesgo.
Brasilia se encuentra en “lockdown” desde el sábado, luego de que se agotaran las camas de UTI para enfermos de Covid-19. Este lunes había solo siete disponibles en la red pública.
“La flexibilización de las medidas de protección y la circulación de nuevas cepas del virus provocó el agravamiento de la crisis sanitaria y social, esta última intensificada por la suspensión de las ayudas de emergencia”, dice la carta. De hecho, Bolsonaro impulsa ahora retomar las ayudas para los afectados en sus ingresos por la pandemia. La medida sin embargo es "cara" y el ministro de Economía, Paulo Guedes, la resiste.
En la misiva reclaman el reconocimiento del estado de emergencia sanitaria, un plan de comunicación a la población, suspensión de todas las clases presenciales, cierre de playas y bares y toque de queda de 20 a 6 y fines de semana para detener la corriente de contagios, además de medidas de reducción de ocupación del transporte público de pasajeros.
El estado de Amazonas, uno de los más duramente afectados, superó las 10.000 muertes en la pandemia, la mitad de las cuales fueron en 2021. Brasil tiene un promedio diario de muertes de 1200, mientras que la vacunación alcanzó 6,7 millones de personas. Se trata de población de riesgo: gente de edad de riesgo superior a los 80 años, indígenas y profesionales de salud.
El reclamo incluso excede al presidente Bolsonaro, ya que, por ejemplo, el gobernador paulista, Joao Doria, autorizó a quebrar la cuarentena y las restricciones con el permiso para que se realicen cultos religiosos en San Pablo, el estado más afectado que se encuentra con toque de queda nocturno y cierre de bares. En Brasil la situación se vio agravada con la velocidad de contagios de las nuevas variantes, con dos cepas endémicas brasileñas: la Manaos y la Río de Janeiro. Han mostrado una tasa de contagio más alta que la cepa original.