Daniel Cerezo es el quinto de seis hermanos. Su papá sufrió un revés económico y tuvieron que trasladarse a la villa. Vivieron en un terreno usurpado donde muchas veces faltó el plato de comida. Hoy es consultor de empresas y afirma que la pobreza no tiene que ver con algo material, sino con la falta de un proyecto que de sentido a la vida.
A los 9 años empezó a tomar clases de piano en un centro cultural de la villa. Le enseñó una mujer que dedicaba un día a la semana a enseñar música en forma gratuita. "Me di cuenta de que había una pobreza cultural porque yo pensaba que la música era Gladys la bomba tucumana y la profesora me dio a conocer a Beethoven y a los grandes compositores", relató Daniel en el congreso "Las caras invisibles de la pobreza" organizado por la Universidad Austral.
Luego su profesora le pidió que se ocupe de enseñar a otros chicos. "Me di cuenta de que podía ser profesor de música y allí descubrí que podía dar algo que no era material. Pasé a ser el profe del barrio y aprendí a derribar la pobreza de la dignidad. Era chico pero me daba cuenta de que no sos pobre porque vivís en una villa o porque pasas frío, sino que sos pobre cuando no tenés un proyecto de vida. Yo pregunto ¿quiénes somos cuando no importa el título ni el cargo de tu empresa? ¿Quién sos como persona? Y esto me llevó a trabajar para mejorar la calidad de vida de mis vecinos", contó.
Un día un empresario lo convocó y le pidió que trabajara en su empresa y allí Daniel descubrió que tenía prejuicios con el sector empresario. Al derribarlos pudo desarrollar su carrera en el mundo de las empresas privadas, y fue gerente de recursos humanos.
Hace cuatro años comenzó un emprendimiento social que se llama Creer Hacer. Allí trabajan 22 personas y generan programas para vincular el ámbito público con el privado y el sector social y así mejorar la calidad de vida de la gente.
Desde allí también brindan asesoramiento para fortalecer a las ONG y capacitación a las empresas en habilidades sociales. Y, sobre todo, vinculan a las personas que viven en villas o barrios muy vulnerables con el mundo empresarial. "Creemos que cuando uno conoce a gente distinta se nutre muchísimo", señaló el titular de Creer Hacer.
"A través de nuestros programas empoderamos a los líderes barriales para que inspiren a sus vecinos. Y luego los llevamos a las compañías para que hablen a los empresarios", continuó Cerezo.
"En Creer Hacer ponemos el foco en empoderar más que en asistir porque sostenemos que la pobreza no tiene que ver con tener o no sino en saber quién sos y darte cuenta de todo lo que podés", explicó el líder social.
"Trabajando en el sector privado me di cuenta de que las empresas miran al sector social como alguien a quien asistir o a quien donar y no como alguien de quien aprender", continúo convencido de que esa mirada debe cambiar para terminar con la pobreza. "Aprendí que un mundo puede aprender mucho del otro y viceversa porque después los empresarios van a las villas a transmitir lo que saben como por ejemplo cómo hacer de un microemprendimiento rentable. Entonces se da una sinergia increíble", destacó.
Cerezo está convencido de que cualquiera puede ser un líder inspirador, y dedicar un rato para transformar la vida de otro.
El equipo de Cerezo trabaja en los barrios más pobres y en las empresas.