Saque abierto. Devolución fallida de Donna Vekic, a la red. Punto, game, set y partido para Nadia Podoroska que revolea su raqueta. Se da vuelta, se tapa la cara con la remera. No sabe que hacer. Corre. Saluda a su rival. Saluda a la umpire. Pasa la red. Se tapa de nuevo la cara con la remera. Corre. De nuevo. Corre hacia una de las esquinas de la cancha 13 (nada de yeta) del complejo de Flushing Meadows y se funde en un abrazo interminable con su entrenador Carlos Rampello. Nadia Podoroska, la Rusa rosarina de 19 años acaba de dar el "batacazo" para ingresar a su primer Grand Slam de mayores, el Abierto de EEUU, en New York. Nada más y nada menos. 26 años después de que lo hiciera la última rosarina, Viviana González-Locicero. Dos años después de Paula Ormaechea, el antecedente argentino más inmediato en el cemento neoyorquino. La hasta ahora "máxima promesa del tenis femenino argentino" lo hizo. Dio el golpe. Y un salto enorme hacia uno de los cuatro torneos más importante del planeta tenis. De Fisherton a New York, Nadia Podoroska.