El fútbol comienza a tener definiciones, algo necesario más allá de lo que finalmente se determine. La Comisión Normalizadora de la AFA oficializó ayer el llamado a asamblea para el próximo viernes 24 de febrero en el predio de Ezeiza, encuentro en el que se aprobará el nuevo estatuto, se tratará la rescisión del contrato del programa Fútbol para Todos (FPT) y se decidirá el cronograma electoral.
La asamblea estará partida en dos: primero será una ordinaria, desde las 15; y media hora después de su finalización se hará la extraordinaria.
En la primera se tratará la rescisión del contrato del FPT y la venta de los derechos de televisación a una nueva empresa: Fox-Turner y Espn son las que aparecen con mayores opciones entre las oferentes, cuyas propuestas se conocerán el lunes 20, día en que se abrirán los sobres.
Para el cierre del contrato del Fútbol para Todos, el lunes a las 11 habrá una nueva reunión entre representantes de la AFA y del gobierno nacional. La idea de los dirigentes de fútbol es exigir una suma total de 530 millones de pesos en concepto de resarcimiento y poner por escrito las condiciones de la ruptura para presentarlas en la asamblea de la AFA del 24.
En la asamblea extraordinaria, mientras tanto, se debatirá el nuevo estatuto (que incluye la composición de la Superliga), el código de ética y el cronograma electoral de la AFA.
A partir de allí se presentarán los candidatos y, según pretenden los directivos, las elecciones se harían en la primera quincena de marzo.
El fútbol parece que empieza a encontrar una luz al final del túnel, aunque cuál será el futuro del fútbol a partir de las decisiones que se adopten es otra cuestión. La influencia del gobierno en el manejo del fútbol es determinante. Impulsa la idea de que los clubes tengan la posibilidad de convertirse en sociedades anónimas y da la sensación que se trata de una moneda de cambio para acordar el dinero por la rescisión del Fútbol para Todos.
La creación de la Superliga es otro de los objetivos del gobierno nacional de Mauricio Macri, desvinculando de la organización del torneo de primera a la AFA, que se terminaría quedando con el manejo del resto del fútbol y la selección argentina.
Es decir que el dinero importante no pasaría por las manos de la AFA.