La implementación de la tecnología, con autorización de la Fifa mediante, y Horacio Elizondo parecen ser los remedios elegidos por la AFA para que no se repitan polémicas como las del fin de semana, que ocuparon más espacio que el desarrollo de los partidos.
De repente todo sale a la luz, como si un proyecto naciera para sepultar los anacrónismos, vicios y miserias que alimentaron al fútbol argentino y mundial desde siempre. Esos defectos y todas sus virtudes lo hicieron el deporte más popular y apasionante. Pero parece que el riesgo de desvirtuarlo ya no es un obstáculo porque ahora todo debe confluir en la presentación del espectáculo. No importa cómo sea el partido, la cuestión es la cáscara. Y a ese show montado en escenarios cada vez más imponentes les quedan muy feos los errores arbitrales. Basta con ver la presentación de los partidos en Europa de las ligas más importantes. Casi todo es perfecto, tan deliciosamente montado que los partidos se parecen cada vez más a exhibiciones en las que el resultado es lo menos relevante. Para que ello prospere también es necesario que la brecha entre los clubes poderosos y los humildes sea cada vez más grande. En la AFA de Armando Pérez y mucho más arriba también, todos los caminos conducen desde hace tiempo a Elizondo, es uno de los apellidos más importantes del proyecto. La idea era transitar estos tiempos turbulentos de la manera más prolija posible hasta fin de año, pero el terremoto que causó la última fecha del torneo de primera división con una catarata de errores arbitrales y declaraciones que redujeron a la pelota al tamaño de una miniatura adelantó los tiempos. El anuncio de la implementación casi inmediata de la tecnología, que no es oficial, merodea mediáticamente buscando consenso. Y también el descabezamiento de la Escuela y el Colegio de Arbitros, que tendría a Elizondo como cabeza visible. Pero el hombre que hizo historia al dirigir el partido inaugural y la final de Alemania 2006 no quiere estar al frente sólo del colegio, pretende el manejo de todo. Seguramente él intuye que es un buen momento para tomar el toro por las astas y sabe que es la figura indicada porque su prestigio lo aleja de cualquier suspicacia. Y su veredicto es correcto.
La AFA pedirá autorización para utilizar el video Ref desde febrero, pero con modificaciones. Entre ellas, pretendería que el árbitro del partido sea quien revise el video ante una jugada polémica y no un asistente de video como sucede desde que se implementó su uso en el partido entre Italia y Francia en Bari, el 1º de septiembre. El argumento, una cuestión de costos. Paralelamente los gremios, lógicamente, no verán con buenos ojos que sea de esa manera porque se incrementarían los obligaciones del juez y no se crearían nuevos puestos de trabajo. Será otro foco de conflicto de compleja resolución.
Lo que por ahora es un amague intenta mitigar en parte una de las grandes grietas que abrió el torneo de 30 equipos. Muchos árbitros debieron quemar etapas porque la máxima competencia del fútbol argentino requirió un aumento del 50 por ciento del plantel de un día para el otro. Y esas consecuencias aún se están pagando. Y cada día parecen más caras. Esta claro que a ninguno de los protagonistas le interesa nada que no vaya acompañado de un beneficio. Y los jueces son el eslabón más débil, aunque a muchos les convenga sindicarlos como los principales responsables de campañas bochornosas. Para colmo de males, casi todos los que pifiaron o estuvieron envueltos el fin de semana último en jugadas de dudosa construcción forman parte de lo más granado del arbitraje vernáculo: Herrera, Loustau, Delfino, Baliño, Rapallini.
Ahora bien, la tecnología no hará magia, apenas servirá para achicar el margen de error, lo que no es poco, pero tampoco es todo. Si se toma como ejemplo la fecha que pasó, la mayoría de las situaciones polémicas fueron de apreciación y para eso no hay video Ref que valga. Por ejemplo, por más veces que se le muestre a Loustau la mano de Lima en Tigre-Belgrano, él seguirá pensando que fue intencional por más que parezca todo lo contrario. Sí servirá para evitar que se convaliden goles como el primero de Racing ante Newell's. La televisión mostró varias veces que Gustavo Bou estaba claramente adelantado. Y obviamente es de gran utilidad el ojo de halcón para determinar si una pelota picó adentro o afuera del arco, ayuda tecnológica que nunca se puso en duda y se reclama desde hace décadas.
Lo que se promociona como la implementación de la tecnología para sanar al fútbol de los errores arbitrales no es tan así, aunque colaborará. Son muchos los planetas que deberán alinearse para que la cosa funcione.