Gaspar Duarte pudo debutar en la primera de Central el martes pasado ante Vélez. No fue una noche más para el hijo de Ramón Duarte y Lorena Espínola, quienes desde una de las plateas del Gigante, con los ojos llenos de lágrimas, fueron testigos privilegiados del día más feliz de la vida de uno de sus hijos a nivel deportivo.
Como tampoco lo fue para sus representantes que adoptaron a Gaspar como un hijo más desde que pisó por primera vez tierra rosarina hace más de cuatro años, proveniente de 9 de Julio de Clorinda.
La palabra de Gaspar Duarte
“No me dijeron que iba a ser convocado. En la semana entrené tres días con primera y un día antes de la concentración esperé la lista a ver si estaba mi nombre y de esa forma me enteré”, fueron las primeras palabras de Duarte luego de su estreno en el círculo privilegiado.
El delantero continuó “Fue una alegría inmensa. Lo primero que atiné fue avisar a mis padres y a mis representantes que me cobijaron desde un primer momento cuando vine a Rosario. Fue un paso muy grande porque se me vinieron a la cabeza un montón de cosas, como el sacrificio de mis viejos para que yo pueda jugar al fútbol”.
En cuando a si albergaba una posibilidad de estar entre los 23 que salían a la cancha manifestó: “Sinceramente no pensé que iba a ir al banco de suplentes. Había 25 concentrados y dos quedaban afuera y pensé que iba a ser alguno de esos. Otra alegría para el grupo familiar cuando mandé ese mensaje al grupo de whats app. A partir de ahí la ansiedad fue en aumento. Pero mi entorno me calmó, me dijeron que esté tranquilo, que si no entro igual es un paso muy importante ya estar entre los suplentes”.
Respecto a cómo fue su día previo dijo: “La concentración la hice con los chicos que jugamos en reserva, así que fue algo normal para mí. Además, eso me ayudó bastante a no volarme la cabeza y meterme la presión de lo que significa estar en un plantel profesional. Me sirvió bastante la ayuda de mis compañeros que fue fundamental para no desviarme de lo que vengo haciendo y de la confianza que tengo en mí mismo”.
Las sensaciones antes de ingresar
Además, contó las sensaciones que lo invadieron antes de ingresar: “Cuando estaba en el banco me preguntaba si iba a entrar. Cuando llamaron a algunos a calentar a mi no me tocó, pero seguía con mucha fe de poder sumar algunos minutos. Hasta que en la mitad del segundo tiempo estaba sentado y me dijeron “Gaspar, calentá que entrás”. Desde que me levanté de ese asiento, me dije que era mi hora. No podía creer que estaba haciendo un calentamiento previo con toda esa gente de Central rodeándome. Fue una locura hermosa. Fueron momentos muy emotivos ya que la comencé a pensar que todo el sacrificio de mis padres al fin tenía su premio. Pasé de chico muchas cosas para estar acá y verlos a ellos en la platea felices junto a mis hermanos, mis tíos y mis primos no tenía precio. Fue el sueño del pibe que se cumplió. Saber que vas a debutar en tu club que te dio todo, por lo cual estoy agradecido, es muy gratificante y tengo mucha confianza que voy a aprovechar las oportunidades que me den”.
“Matías (por Lequi) no me dio muchas indicaciones. Lo básico. Que haga el ida y vuelta por la banda derecha como lo hago en reserva, que en los tiros libres del rival me coloque a un costado de la barrera, y que cuando atacaban por el otro lado me cierre un poco. Creo que pude cumplir con lo que se me pidió. Fue inexplicable haber debutado en la primera de Central en el Gigante. Ya que tuve que trabajar mucho, tragar veneno cuando las cosas no salían, pero la seguí peleando. Porque soy un convencido que haciendo las cosas bien todo sueño se cumple y al final de camino todo se equilibra”, se explayó Duarte.
"Lo colectivo está por encima de lo individual"
En una de las primeras pelotas que tocó la polémica invadió el Gigante de Arroyito: “En la jugada que encaro al defensor de Vélez siento que hay un empujón exagerado que me impide tirar el centro. Pudo haber cobrado penal, pero tomó otra decisión y no dije nada porque me enseñaron a respetar las decisiones arbitrales. Y en el tercer gol nuestro al principio pensé en que podía controlar para adelante y patear cruzado. Pero quise ser solidario porque somos un equipo. Lo vi bien parado y mejor posicionado a Kevin (Ortiz), quien abrió el pie y marcó un golazo. Sentí mucho orgullo por esa asistencia porque primero siempre está lo colectivo y luego lo individual. A todos los delanteros nos gusta hacer goles ya que vivimos de eso, pero será en otro momento creo que en esa jugada tomé la decisión correcta”, manifestó el juvenil que es no es para nada egoísta a la hora de jugar al fútbol.
Finalmente, con la voz entrecortada dijo: “Luego del partido no pude contener las lágrimas al ver a todos los que me quieren y me cuidaron que disfrutaban de este sueño hecho realidad. Me bañé rápido porque quería estar con ellos, abrazarlos y decirle que “lo logré”. Esta camiseta número 27 siempre tuvo dueño. Que es mi papá que se lo merece y le dije que la guarda como oro porque es de él”.