Mientras tanto, la federación de natación de Estados Unidos medita sancionar a Ryan Lochte, Gunnar Bentz, Jack Conger y James Feigen por el escándalo, señaló el director general del organismo, Chuck Wielgus.
Lochte, seis veces campeón olímpico, y sus compañeros se inventaron un asalto tras una noche de fiesta en Brasil. La Policía brasileña investigó los hechos y concluyó que los nadadores cometieron actos vandálicos en una gasolinera en vez de ser atracados.
Lochte, el más famoso de los cuatro involucrados, regresó a Estados Unidos antes de que las autoridades dieran la orden de retener los pasaportes de los atletas para que esclarecieran los hechos.
Bentz y Conger fueron retenidos el miércoles en Brasil justo cuando estaban a punto de embarcar hacia Estados Unidos. Tras declarar, ya están de vuelta a su país.
Feigen fue el último en abandonar Brasil. El nadador pagó una multa de 10.800 dólares, dijo su abogado, Breno Melaragno.
El caso está en boca de todos y se vive como una especie de venganza ante la catarata de críticas que Brasil había recibido por parte de Estados Unidos por supuestas falencias en la organización de los Juegos Olímpicos.
Esta idea se refleja en la edición de hoy de "O Globo" su jefe de Deportes, Marvio dos Anjos, al contar un chiste en una columna: "Un brasileño, un francés y un periodista de 'The New York Times' entran a un bar. En la puerta hay un cartel que dice 'Respete la ley de silencio'. El brasileño no entiende la palabra 'silencio', el francés no entiende la palabra 'respeto'. Y el reportero del 'New York Times' escribe un artículo sobre los carteles mal diagramados en Río".