Por Laura Vilche
¿Cómo armó la escena de este jugador y por qué lo pensó así?
Es una foto directa, sin fotoshop, sin posproducción digital. La hice en un parque de diversiones de Carlos Paz en Córdoba, con una luz maravillosa de atardecer de primavera. El modelo era un joven que trabajaba de asistente en una productora de video donde yo filmaba comerciales de la TV local. Sin duda es nieto o bisnieto de inmigrantes centroeuropeos. La foto quiere representar eso mismo; la ilusión de sus abuelos de construir un país con los que bajaron de los barcos. El gesto es épico, el muchacho mira hacia el futuro. El modelo está un poco maquillado con los cachetes rosados. Rozagante. Bien alimentado, bien peinado. El muchacho es como un niño grande. Todo tiene que ver con la zona del país donde me crié en Santa Fe, zona de colonos de la pampa gringa: Franck, Sunchales y Rafaela.
¿Por qué la metáfora del caballo de Troya a espaldas del jugador?
Puede ser la metáfora de una patria shopping center de cartón pintado como el fútbol, que es también otra ilusión: de unidad, de que hay algo que nos representa a todos, como la selección. Se me ocurre en este sentido la frase "A pan y circo vive el pueblo". Me gustan las metáforas obvias y los lugares comunes para trabajar.
La obra tiene 23 años y no perdió vigencia en lo deportivo lo político.
Creo que esta es una de las principales fotos de mi obra artística, tal vez junto con la foto Asado en Mendiolaza, que también la hice en Córdoba, mas o menos en la misma época. Es una foto casi sin producción, con muy poco presupuesto. Yo mismo fui a comprar la pelota, una camiseta. El modelo trabajaba cerca. Y Carlos Paz es una ciudad donde yo hice y podría hacer toda mi obra: tiene todo lo que yo tengo para decir sobre Argentina y América. Es como Las Vegas pero mas barato. Los chalecitos, el lago con botecitos para que paseen los enamorados, un reloj cucú suizo como símbolo de identidad nacional.
El Jugador es una cita de El Ganador. ¿Ambos son una ironía de lo heroico?
La imagen tiene el mismo espíritu del héroe gauchesco. El Ganador está representado por mi amigo Rogelio Allignani, actualmente un exitoso empresario de Santa Fe. Lleva la camiseta del colegio donde fuimos compañeros del secundario en los 70, el Lasalle Jobson. La toma es en negativo blanco y negro, un sólo fotograma, con un filtro rojo delante de la lente, una técnica que se empleaba en los fotoclubes para poner el cielo más dramático.
Tanto El Jugador como Asado en Mendiolaza están incluidas entre sus obras denominadas como "pop latino", ¿por qué?
El nombre pop latino ya ni me acuerdo si lo inventé yo o lo puso algún periodista o crítico de arte. Pop tiene que ver con popular, con arte popular. También se podría encuadrar dentro de algo que yo definí como surrealismo criollo: una especie de realismo fantástico, la puesta en escena en fotografía, el hecho teatral como documento de una sociedad.
¿Qué visión tiene del fútbol?
No me interesa en absoluto. Me da lo mismo si la selección pierde y se vuelve. Al único que conozco es a Messi. El fútbol me parece horrible. Vivo a diez cuadras de la cancha de Boca. Desde mi casa se escuchan los cantos, cómo puede ser un deporte que, cuando Boca gana o hace un gol, griten "River hijo de puta". Yo era hincha de Unión, iba a la cancha de adolescente y nos dedicábamos a putear a Colón. También tengo muy claro el recuerdo de cuando fui al estadio de Central al partido que Argentina le ganó a Perú 6 a 0 supuestamente por un arreglo, en el Mundial 78, en plena dictadura militar. Yo miraba a los fotógrafos con chalecos, cámaras y teleobjetivos. Estaban a metros, casi que podía tocarlos con la mano. Fue el ultimo partido de futbol que vi en mi vida. Nunca más pisé un estadio.