Ahora que Racing no pudo con Flamengo y por lo tanto otra vez no habrá clubes argentinos en la final de la Copa Libertadores, no hay dudas de quién debe ser el árbitro para esa definición en Lima, el 29 de noviembre. Tiene nombre y apellido: debe ser, Pablo Echavarría, la otra cara de Piero Maza.
	 Sí. Después de lo visto en la noche del miércoles en el Cilindro de Avellaneda, no hubo dudas de cuál fue el tremendo déficit del juez que condujo la semifinal entre Racing y Flamengo: los minutos agregados. Y en eso, para que no se repita semejante macanazo, que perjudicó claramente a la Academia, no hay dudas de que Echavarría es el adecuado.
 En los tiempos del VAR, de la hipertecnología, es increíble que la adición de tiempo siga solo en manos del árbitro. No hay forma de que la pifie tanto como hizo el chileno Maza en el Cilindro de Avellaneda. Fue un escándalo que apenas diera 6 minutos, cuando en total se perdieron 14.
  Y cómo solo hay que tomarse el trabajo de contar los tiempos muertos, no hace falta nada más para concluir que lo de Maza fue un bochorno. Mucho más porque Racing estaba a solo un gol de ir a los penales y jugaba desde los 15 minutos del complemento con un hombre más.
 
    Los tiempos que Piero Maza obvió
 El reloj empezó a fallarle a Maza en la expulsión a Gonzalo Plata. Desde que se paró la acción hasta que se reanudó, pasaron exactamente 5'30", casi el adicional total, incluyendo los dos cambios que hizo Flamengo en ese mismo momento.
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  Los primeros cambios de Racing a los 70' demoraron 45 segundos. A los 72', los de Flamengo consumieron un minuto justo.
 A los 73'16" se paró el partido por la expulsión de Marcos Rojo, que debió ser corroborada por el VAR y revertida, ya que solo había sido un choque de cabezas. Se reanudó a los 76'33", luego de que se levantara el jugador de Flamengo. Es decir, se consumieron 3'17".
 Los últimos cambios en Racing a los 77'35" demoraron 45 segundos y un jugador visitante volvió al piso a los 78' 32" para consumir otros 45".
 A los 84'05" chocaron Jorginho y Rojo: hubo amarilla para el zaguero local y 2 minutos 25 segundos sin jugar hasta que salió el futbolista visitante salió de la cancha.
 En el adicional hubo más demora
 Ya en adicional, el último córner demoró en ejecutarse 48 segundos hasta que Maza dio la orden. Tampoco ahí el árbitro chileno agregó algo más de tiempo, sino que -por el contrario- lo terminó antes de los 6'.
 En total fueron casi 14 minutos redondos que no se jugaron. Y Maza agregó solo 6 que ni siquiera completó.
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  Por eso, si la Conmebol revisa esta semifinal y anota la principal falencia del árbitro, que en general dirigió bien, debe buscar para la final alguien a quien no le tiemble el pulso para adicionar lo que sea, aunque no haya pasado nada.
 El otro extremo, Pablo Echavarría
 Y el indicado es Echavarría. Que debe haber medido hasta una caminata de un marcador de punta al sacar un lateral para adicionar 9 minutos en los cuartos de final de la Copa Argentina, entre el hoy finalista Independiente Rivadavia y el único equipo que siendo de la C llegó a esa instancia, Central Córdoba, que debieron definir por penales.
  Es cierto que el arquero charrúa, con el partido 1 a 1, en el complemento demoró algunas salidas, pero no hubo mucho más y de hecho tampoco hubo VAR, como en las dos situaciones en Avellaneda, que consumieron entre ambas prácticamente 9 minutos.
 Al llegar a los 7'50"" de adicional de aquel partido del charrúa rosarino jugado en La Punta se produjo una falta en la mitad de la cancha y hubo una roja para Facundo Marín. De ese tiro libre ejecutado casi a los 10' de adicional llegó el gol de la victoria de la Lepra mendocina, que entre la ejecución del tiro libre y los dos cabezazos posteriores demoró unos 5 segundos. Echavarría, tan puntilloso para dar 9 minutos, no agregó uno más como correspondía. Quizás para entonces ya era consciente de que se le había ido la mano.
 Por eso, para que no se repita el papelón de Maza, nada mejor que la Conmebol se asegure de no repetir lo del Cilindro con el que se va al otro extremo y designe a Pablo Echavarría, juez internacional. El argentino debe ser considerado.