Central es esto, un equipo que puede ponerles los pelos de punta hasta al hincha más tranquilo, pero de la misma forma lograr que nadie lo pueda dar por vencido ni aún vencido. Lo que pasó a lo largo del torneo lo graficó a la perfección en 90 minutos de fútbol en cancha de Lanús, a la que llegó con una clara misión que no pudo mantener, pero que retornó a Rosario sabiendo que ese anhelo de clasificación a Copa Sudamericana 2022 lo mantendrá hasta el final. Hoy ya no depende de sí mismo, pero el hecho de llegar a la última fecha con chances ya es un mérito más que importante. A eso llegó después de un arranque para el olvido, en el que pudo quedar de rodillas y pidiendo piedad, pero que encontró reacción, temple, coraje y atrevimiento.
Es imposible no reparar en el detalle de que en la noche del viernes, cuando Unión perdió su partido, todo pasó a depender de Central. Porque si equipo del Kily ganaba todo lo que le quedaba esa clasificación con la que todavía sueña nadie se lo iba a poder arrebatar. Desde ese punto de vista, y con la frialdad del resultado sobre la mesa, el análisis puede contener unos cuantos sinsabores. Ahora, por como se dio el partido, lo que se llevó Central del sur bonaerense fue una revitalización del amor propio y un envión propio de un triunfo. Esto es Central hoy, un equipo que la pelea y que parece decidido a no bajar los brazos.
No había mejor escenario para Central que esa seguidilla de resultados que había obtenido en los últimos tres partidos, con siete puntos sobre nueve posibles. Con ello llegó hasta la Fortaleza, pero además sabiendo que había sido tocado por la varita mágica de la derrota de Unión. En ese sentido falló Central. Porque cuanta más concentración pedía el entorno, más opacidad le metió a su juego. De no haber sido por unas cuantas intervenciones de Romero y la mala puntería de los delanteros granates, las ilusiones se hubieran hecho añicos inmediatamente, pero esta es la forma en la que vive Central, que va de un partido para el aplauso a otro para el desencanto absoluto. Incluso a esos estados es capaz de vivirlos dentro de un mismo partido.
Nada de aquel viento de cola que traía se vio reflejado en ese arranque para el olvido, dejándole la mesa servida a todos los rivales con los que está peleando por el ingreso a la Sudamericana. Hasta que entendió que algo podía hacer. Y lo hizo.
Cuando hoy Gimnasia salga a jugar lo hará sabiendo que puede tumbar a Central, a Unión e incluso a Racing. Cuando Argentinos Juniors haga lo propio mañana tendrá las mismas sensaciones. Pero es tiempo de que los otros también demuestren hasta dónde les da el cuero.
Hoy Central está dentro de esa zona de privilegio y contra eso no hay mucho por agregar, pero es tan cierto eso como que a esa posibilidad de depender de sí mismo se le generaron algunas arrugas.
El tema es también ver que el Kily y sus dirigidos están dándole la mayor utilidad posible a las pocas armas que tienen. Porque al plantel corto que hay se le complica cuando las bajas se producen en cantidad. Y Central llegó a Lanús con remiendos importantes, sabiendo que el potencial no era el mismo, pero la guapeó, como pudo, dudando más de la cuenta en el inicio pero sabiéndose capaz.
A esta altura Central camina de la mano con la sensación de que intenta dejar de ser un equipo cabeza dura, que tiene un objetivo enfrente y por el que va a luchar hasta el final. Estuvo a un tris de despedirse de la pelea, pero se paró, tiró un par de golpes y sigue en pie. No depende de sí mismo, pero le queda un round más.
Ataque y defensa, dos historias distintas
El Central del Kily González no tiene término medio. En el aspecto ofensivo es un equipo y en defensa es otro totalmente distinto. En los últimos cuatro partidos anotó 11 goles (3 a Atlético Tucumán, 4 a Colón, 2 a River y 2 a Lanús). Lleva 38 tantos en el torneo y después de River (50) y Lanús (43), junto a Defensa y Justicia es el tercer equipo con más goles convertidos en el campeonato. Pero en la parte defensiva sigue sufriendo. Hace 12 partidos, desde el triunfo por 1 a 0 ante San Lorenzo en el Gigante de Arroyito en la fecha 12, que no puede finalizar con la valla invicta. Algo que solamente logró en tres oportunidades en estos 25 partidos (los otros fueron Vélez y Arsenal). De visitante la situación se agrava aún más porque lleva 19 encuentros sin finalizar con el arco en cero: 16 de abril 1-0 con Aldosivi en Mar del Plata.