Con todos los condimentos que tuvo el partido, la sensación que quedó flotando en la delegación canalla cuando ya se apagaban las luces en la cancha de Quilmes fue que Central perdió por los fallos de Abal. Pero no. Central pudo ser perjudicado en parte, no medido con la misma vara, pero también cometió errores que lo dejaron con las manos vacías.
El Canalla fue un equipo hasta el empate 1 a 1 y otro cuando el Pincha se puso en ventaja. Un manojo de nervios, jugando al límite. No había calma ni adentro ni afuera y eso quedó reflejado en el momento en el que se torció la balanza y Central se quebró emocionalmente.
Si bien Central fue el que abrió el marcador a los 21' cuando Montoya sacudió un zapatazo desde 25 metros, fue Estudiantes el dueño del partido. El Canalla había tenido unos atisbos de acercamiento, intentos tibios de Bordagaray, Camacho y Lo Celso. Pero el Pincha estaba más firme en las ideas, en la circulación de la pelota, distribuyendo con criterio y acercando las líneas para la recuperación. Un equipo muy técnico pero sólido al fin. Difícil para cualquier rival.
En este contexto la alegría de Central duró lo que dura el agua entre las manos. A los 28' Solari, una de las figuras del partido, sirvió un córner desde la derecha. Sosa calculó mal y la pelota le cayó a Damonte, que de cabeza y por arriba del uno puso el empate.
No se había acomodado Central al impacto cuando Camacho, agobiado por la marca, la jugó mal para atrás y Viatri fue a la pesca. El ex Boca remató al arco pero se cruzó Burgos, con un manotazo indisimulable. Penal. Gol de Viatri. Iban 37'. El 9 tendría dos más en esa primera etapa: se las tapó Sosa.
En la segunda parte, con el Chacho metiendo dos cambios de arranque, no cambió demasiado la imagen, pero sí el tanteador. Porque a los 6' escaló Martínez y se la dio a Ruben de emboquillada. Y en el área Marco sabe mucho. Se tomó su tiempo y la puso contra el primer palo. El Canalla no estaba en igualdad de condiciones desde el juego, estaba impreciso, apurado, sin poder bajar aún las pulsaciones que subieron en el primer segmento.
Entonces, el medio se hizo una zona de paso, Estudiantes la aprovechó con todos sus volantes, generando aperturas y llevando más peligro.
A los 10' Solari volvió a ejecutar un córner, la jugada se ensució en el medio del área y Facundo Sánchez entró solo pegándole de derecha para marcar el 3 a 2. Central desaprovechó varias chances claras, es cierto, especialmente la de Ruben a los 36', entrando por derecha y disparando a quemarropa. Aunque también, jugado en esa inquietud y ya con un hombre menos pudo perderlo peor. Javier Toledo y Gabriel Graciani desperdiciaron tres mano a mano increíbles.
En el medio de todo esto, polémicas y la sensación térmica reventando el termómetro. La adrenalina lógica de lo que implica cada partido, de uno y otro lado. Aunque ya está. Central no debe quedarse protestando, renegando de lo que no se puede reescribir. Que un fallo, dos o tres no tapen el bosque. Central lo perdió porque no hizo todo lo bueno que puede hacer.
Martínez, uno de los más parejos
La lesión de Damián Musto, con ausencia prolongada y obligada, posó los ojos en lo que podía hacer su reemplazante en el mediocampo, Mauricio Martínez. Y el pibe olímpico en Río 2016 cumplió, siendo uno de los mejores de Central.
Martínez hizo su principal aporte asistiendo a Marco Ruben en el segundo gol y no le tembló el pulso para pedir un tiro libre en el primer tiempo. Ese disparo al final fue débil, pero valió la valentía para hacerse cargo.
Y con la pelota, el ex Unión jugó bien. Entregó pases correctos y supo ganar terreno tanto en ataque como en defensa. No fue mucho lo que pudo hacer desde los pies, porque a Central en general le costó tener la pelota, pero cuando le llegó no la maltrató.
En una tarde-noche casi olvidable desde todo aspecto para Central, quizás Martínez haya sido la buena noticia para Coudet. El reemplazante de Musto bancó bien la parada.