Petaco Carbonari celebra el 4 a 0 de Central, que llevó la serie a los penales.
El 12 de diciembre de 1995, Central sufría un golpe directo al mentón en Belo Horizonte que lo dejaría casi sentenciado para la vuelta en Arroyito. Pero en el fútbol, los "casi" son utópicos. ¿Qué pasó esa semana para que el equipo de Don Ángel Tulio Zof pasara de estar en el barro más espeso a tocar la gloria con sus manos?
El escritor Santiago Grandi repasa en “Cuando ganamos la Conmebol: crónicas de una epopeya canaya” una de las hazañas más grandes en la historia del fútbol mundial. Tres décadas después del título de Central en la Copa Conmebol 1995, la primera internacional para un equipo fuera del mundo Buenos Aires, aparecen con relatos en primera persona de los propios protagonistas, lo que fue el detrás de escena de la histórica consagración.
De la construcción de Pedro Marchetta al legado eterno de Don Ángel, del liderazgo del Negro Palma a las "locuras" del Chacho Coudet, la saga de campeonatos con el escribano Víctor Vesco. Todos capítulos (más los que son desconocidos para la mayoría) que forman parte de una historia gigante.
Este miércoles 10 de diciembre, a las 19, Santiago Grandi presentará el libro en la Sede Fundacional (Av. Alberdi 23 bis), que cuenta con el prólogo del presidente Gonzalo Belloso y estarán presentes campeones del 95 como Pablo Vitamina Sánchez, Federico Lussenhoff, Diego Ordoñez y Cristian Colusso. Además habrá videos inéditos de la hazaña y la entrada será libre y gratuita.
Preguntarte por qué escribiste el libro es una obviedad, ¿no?
El libro es una carta de amor a Central. Además, tiene que ver con mi pasión por el deporte y por hechos que me marcaron en la vida, que me acompañaron mientras crecía. También me di el gusto de escribir un libro sobre la Generación Dorada del básquet, que sigue siendo el único que repasa toda esa etapa. Lo mismo hice ahora. Todo tiene una explicación, un fundamento, una base, que permite que se logren este tipo de triunfos.
COpa
Desde adentro
En lugar de relatar sólo lo deportivo, pusiste el foco en contar todo desde adentro, con los propios protagonistas, con datos que no se conocían. ¿Cómo se gestó eso?
El protagonismo de los jugadores en el libro se fue dando de manera muy orgánica. El gran responsable es Hugo Tomatis (dirigente canalla en aquel año). Un día fui hasta la sede de calle Mitre, pedí hablar con alguien de cultura, me atendió una secretaria que me dijo que justo no había nadie del área, pero se comprometió a buscarme algún contacto. Le dejé mi número, a las dos horas me llama y me dice que me consiguió el teléfono de Lisandro Rodríguez Araya, secretario de Cultura. Hablo con Lisandro y ahí me deriva con Hugo Tomatis, que fue quien me facilitó el contacto de los protagonistas del título del 95. La predisposición fue excelente y explica perfecto por qué se logró aquella hazaña. Ese grupo funcionaba como una familia. Y a muchos los veía como mis superhéroes cuando era chico. Todo fue tan rápido que el libro salió en tiempo récord, porque lo empecé a escribir el 3 de agosto.
¿Te encontraste con algo que te haya sorprendido de aquel momento?
Haber podido hablar con los exjugadores, con integrantes de la comisión directiva de aquel momento, me hizo encontrar un gran entendimiento del contexto. Me refiero a una época muy complicada para Central y para muchos clubes desde lo económico. El club tenía 30 mil socios, los ingresos monetarios por la televisación y los sponsor eran ínfimos, clasificar a copas internacionales te daba muy poco rédito, prácticamente ibas a pérdida. Muy distinto a lo que es ahora, que tenés ingresos millonarios. Central hizo un gran esfuerzo para jugar la Conmebol. Por eso destaco el agradecimiento de todo el grupo a Central como institución por haberlo permitido. Todos tiraron para el mismo lado y lo comprobé con las entrevistas que fui haciendo. En el libro está detallado esto y hay cosas que no se sabían, de hecho me llamaron amigos diciéndome que se enteraron de algunos puntos que no conocían. Por ejemplo cómo llegó Central a la Conmebol, el rol de Julio Grondona, que fue quien le propuso a los equipos de rosarinos que se sumen a una copa que era nueva. O el papel del vice Roberto Gastaldi, que hizo mucha fuerza para que Central participe. Fue una gran apuesta.
Se habla siempre de la hazaña de revertir un 0-4, pero qué pasó después de aquella goleada en contra en Belo Horizonte, ¿cómo fue esa semana previa a la vuelta en Arroyito?
El título de la Conmebol uno lo asocia directamente con la hazaña de remontar un 0-4. Me encontré con una historia muy linda de ese momento. El capítulo se llama “El barro y la gloria”. Central venía con un andar perfecto y de golpe se pega el porrazo en Brasil. Y yo juego con la idea de que Central tenía que caer en algún momento para levantarse. No hubiera sido lo mismo ganar todos los partidos de taquito como se venía haciendo. Se festejaría pero no de la misma manera. No era lo mismo. Cuando el grupo vuelve de Belo Horizonte después del 0-4, se encierran en Baigorria a concentrar. Algunos se acordaban, otros no, pero esto me lo corroboró el profe Vigna. A medida que fueron pasando los días, se empezó a gestar una sensación de "poder darlo vuelta". Y el primero que empezó con esta "locura" fue el Chacho Coudet, incluso en el mismo avión de la vuelta de Brasil. Ahí surge la famosa apuesta que hace el Chacho diciendo que en Rosario lo daban vuelta y a cambio le pagaban un viaje a Punta Cana. Y se lo terminaron pagando, ja. Más allá de eso, los jugadores coincidieron en que la mitad de la hazaña fue por la gente. No solamente con el estadio reventado el día de la vuelta, sino con todo lo que se generó los días previos, sobre todo los últimos dos o tres días. Apareció un convencimiento de que el partido se daba vuelta. Jugadores, hinchas, dirigentes, todos pusieron su granito de arena para esta conquista.
Don Ángel, el Negro Palma y el Chacho
En el libro destacas a todo el grupo pero hay personalidades que tienen sus propios capítulos.
Así es, son cinco: el Negro Marchetta, Don Ángel, el Negro Palma, el Chacho y Víctor Vesco. Marchetta porque fue el gran arquitecto de ese equipo y todos los jugadores coincidieron en eso. Fue quien consolidó a varios en primera entre enero del 94 y julio del 95. Entonces llega Don Ángel con esa capacidad única, ese ojo clínico para armar equipos, para saber quién y en dónde. Termina armando un equipo campeón en dos meses. Coudet debuta a fin de agosto, el Polillita Da Silva en septiembre, y en diciembre estaban saliendo campeones de una copa internacional. Lo de Don Ángel es magnífico. Los jugadores decían que escucharlo hablar era "una caricia". El Negro Palma, ese petiso de 1.65 que era un líder futbolístico y humano en ese plantel. Todo pasaba por él, todos confiaban en él y todos descansaban en él. Hay una frase de Tito Bonano que me quedó marcada y me dijo: “El Negro Palma se quedaba siempre haciendo grupo”. Después supe que Palma siempre invitaba a todos sus compañeros a su casa en Baigorria para compartir momentos. Hacía grupo. Y Vesco porque fue el presidente de los campeonatos. Bajo su mandato se dieron todas las conquistas de Central en el siglo XX. Todos fueron parte de uno de los capítulos más gloriosos de la historia de Central.
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