Este Central de visitante está destinado a revivir equipos que están en terapia intensiva. Las pruebas están a la orden del día. Y ni cuando está en ventaja sabe mantenerla. El verdugo de turno fue Gimnasia, que con muy poco, con los nervios a cuestas por el descenso, le alcanzó para ganarle 2-1 al equipo de Miguel Angel Russo. Se viene el clásico y el único objetivo que le queda, a esta temprana altura de la Copa de la Liga, parece ser sólo ese. Jugando así, las copas se alejan. Para colmo, Giaccone se lesionó.
La seguidilla de tropiezos en la ruta obligó nuevamente a Russo a maquillar el once titular de entrada. Y hasta hubo cambio de esquema en el bosque. Afuera el clásico 4-2-3-1, adentro un más ambicioso 4-3-3, buscando explotar las necesidades, urgencias y debilidades de Gimnasia. Faltaba el pitazo inicial de Nicolás Ramírez para descubrir si la teoría se iba a ejecutar en la práctica.
El Juan Carmelo Zerillo vio acción y Gimnasia quiso hacer en los primeros minutos todo lo que no hizo hasta la fecha. Apretar, salir rápido y no arriesgar de más. Su enemigo: el evidente nerviosismo por la comprometida situación con el descenso. Central era más expeditivo, en dos o tres pases llegaba al área rival y desnudaba sus falencias, pero la falta de un faro en el área era un lastre para cualquier avance. Lo mejor del tramo inicial se gestó entre Jaminton Campaz y Alan Rodríguez por izquierda. De una pared entre ambos salió una clara para el canalla a los 12’, que terminó con un centro venenoso del colombiano que nadie pudo conectar.
La respuesta del lobo no tardó en llegar. A los 16’, Central marcó mal, Benjamín Domínguez aprovechó la revuelta y se fue de cara contra Fatura Broun, pero el uno auriazul estuvo rápido y se mandó una atajada para la foto evitando la desventaja.
Daba la impresión que por más que Gimnasia tuviera más la pelota, era un equipo endeble. Y quedó en evidencia a los 22’. Contra rápida, Cervera la cruzó para Campaz, Guillermo Enrique hizo todo mal y se la regaló al Bicho que sacó un centro perfecto al área y Cervera apareció pidiendo permiso para poner, con algo de suspenso, el 1-0.
Desde ese momento, el partido entró en un pozo, en donde los dos se prestaban la pelota y no hilvanaban cuatro o cinco pases consecutivos. La parsimonia se quebró a los 44’, cuando llegó un minuto fatal para Central. Primero porque se lesionó Giaccone, y tuvo que dejar la cancha y a su equipo con diez. Y en la jugada posterior, Tarragona marcó el 1-1 con una gran definición y después de una guapeada de Guiffrey. Golpe en el final, cuando Central ya estaba con un pie en el vestuario. Era mucho premio para tan poco envoltorio.
Hablando de regalos, la parte final tuvo uno doble. A los 51’, Komar le obsequió un tiro de esquina a Gimnasia cuando quedó encerrado sobre un costado y, en el centro posterior, Toledo estiró una mano de más y Ramírez sancionó la pena máxima. Tarragona se hizo cargo de la pelota, hizo la fácil al medio y dio vuelta las acciones para el 2-1.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Central era un descalabro en defensa. Malos relevos, marcas defectuosas, lento en los cierres. Dependía sólo de que Campaz se iluminara. Uno contra todos. Y así era muy difícil. ¿Lo preocupante? Enfrente había un equipo muy limitado. El conjunto de Russo no sabía lastimarlo, equivocaba los caminos, un ejemplo de ello es que por momentos se volcaba al juego aéreo y buscaba a un Cervera que apenas llega al 1,75 metro y las veía pasar ante las torres del lobo. A los 70’ una jugada aislada de Damián Martínez apareciendo detrás de todos pudo haber sido el empate pero el remate cruzado se fue besando la base del palo derecho.
Leonardo Madelón decidió cerrar el partido y las indicaciones iban por ese lado. Gimnasia le regaló la posesión a Central, sabiendo de todos sus problemas para producir en efecto. Los últimos minutos evidenciaron el cansancio de Campaz, Damián Martínez terminó jugando de delantero, Coyote Rodríguez que cambiaba de perfil constantemente y el mediocampo quebrado. Un desconcierto total y digno de cada excursión canalla fuera de Arroyito.
Maxi Lovera tuvo en sus pies el empate en el minuto 92 pero su derechazo no tuvo buen destino. El saldo afuera volvió a ser cero. Es un equipo que se encarga de reanimar a otros que vienen en nocaut. No aprovechó la ventaja, no la supo cuidar, se lo dieron vuelta y volvió a perder feo. Tampoco hubo respuesta desde el banco ni un atisbo de torcer la historia con más peso arriba. A la vuelta de la esquina está el clásico, que hoy parece ser el partido que puede salvar medianamente una Copa de la Liga para el olvido. La vara del conformismo se reduce a eso. Y sigue el interés por llegar a una copa internacional.