Hay una frase en el ámbito deportivo del alto rendimiento, un poco hecha pero también muy cierta, que se repite una y otra vez. “Es el sueño de cualquier deportista llegar a unos Juegos Olímpicos”. Y hay una idea, no hecha y también muy cierta, y es que son muy pocos los que se permiten desear, además de estar en la máxima cita del deporte mundial, con ser un día abanderada o abanderado olímpico de una delegación argentina en una ceremonia de apertura en la máxima cita del deporte. Este último es el caso de Cecilia. Sin embargo, a veces, hasta los sueños no soñados se hacen realidad. Es por ello que la regatista de 36 años surgida en el Yacht Club Rosario ingresará el 23 de julio al Estadio Nacional de Tokio, en la ceremonia inaugural de los Juegos que la pandemia obligó a posponer un año, llevando la insignia nacional junto a Santiago Lange, con quien se consagró en los Juegos de Río de Janeiro 2016, en Nacra 17, la categoría mixta de vela. Se tratará además de un momento histórico, ya que esta será la primera vez que el Comité Olímpico Internacional (COI) permitirá que encabecen el ingreso un hombre y una mujer, en busca de dar pasos adelante hacia la igualdad de género.
—¿Qué te puedo decir? Estoy muy movilizada. Son noticias que te shockean. Al principio dije, '¿qué pasa no me genera nada esto?' Pero claro, son noticias tan importantes que necesitás un par de horas para reflexionar, con tu corazón, con la almohada, hacer balance. Y desde hoy a la mañana (por el jueves) estoy muy emocionada, muy movilizada, es un honor enorme y hay tanta historia detrás de todo esto. Es como pasa con los resultados deportivos, le podría haber tocado a otro, porque hay tantas personas que trabajan para lograr estas cosas… Pero nos tocó a nosotros, a Santi, a mí, a nuestro equipo y a todas las personas que nos acompañan en este proceso. Es un regalo hermoso en este momento que es muy especial, el previo a los Juegos.
—¿Cuánto supiste de las posibilidades que tenías de ser abanderada? ¿Qué se puede contar de esa "cocinita" previa a la votación del Comité Olímpico Argentino (COA)?
—No sabía que el miércoles era el día que iban a tratar este tema. Obviamente que desde que se empieza a hablar, si sos candidata muchas personas te lo van haciendo saber. La verdad es que era un tema que lo tenía como soltado, son esas cosas que las van a decidir otras personas. Yo siento mucho respeto y mucha admiración por todos mis colegas deportistas y creo que cualquiera podría haberlo sido y de una manera bellísima. Desde que empecé a representar a nuestra querida ciudad de Rosario y a nuestro país siempre me sentí una abanderada, siempre sentí esa responsabilidad de que con cualquier persona que hablara y conociera tenía que dejarle una buena sensación de Argentina. Llevo esas ganas de representar al país desde siempre y esto es un regalo.
—Esta es la primera edición de unos Juegos en los que el COI le propone y le permite a los países designar dos abanderados: un hombre y una mujer, por la igualdad de género. ¿Esto también es especial para vos?
—Sí, claramente. Me toca este hermoso regalo en este momento tan especial y particular en el que el COI está haciendo un extraordinario trabajo para conseguir la igualdad de género, ya en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018 consiguió el 50 y 50 en cuanto a la participación de hombres y mujeres, hoy estamos al 48,8%, muy cerca. Y esta recomendación que le hace el COI a los comités nacionales para que puedan, si desean, llevar como abanderados a un hombre y a una mujer es una de las tantas políticas que está tomando y es algo que necesitamos en la sociedad. El deporte lo está trabajando y para mí es un enorme placer y como un plus de poder estar viviendo este momento en este contexto tan particular, ¿no?
—Decís que el tema de la bandera es un tema que soltaste. Pero, ¿en algún momento de tu carrera estuvo ese sueño?
—¿Te digo la verdad? Es algo que miraba y admiraba, a cada enorme abanderado o abanderada que tuvo la Argentina. Miraba y admiraba esa situación y decía, 'cuánto, qué grandioso, qué momento, que reconocimiento enorme'. Pero no sé si en algún momento lo veía demasiado grande para mí, no lo sé. Siempre miré con los ojitos brillosos ese lugar y a esas personas. Mi respeto y admiración por mis compañeros que estuvieron antes y hoy ya no están es enorme y han sido para mí un gran ejemplo y una gran inspiración desde esos Juegos de Atenas 2004 (ahí es cuando considera que quiere ser olímpica), muchas personas que pasaron por el deporte me han despertado un deseo muy grande, me han dado como esa fuerza que te da cuando las ves y querés ser como ellas. Y hablo en femenino porque me pasó mucho con Las Leonas, mucho con deportistas mujeres que han sido un gran ejemplo para mí y siento que han sido gran parte de mi vida y de mi carrera.
—Hay una anécdota, un momento que sucede en Río de Janeiro 2016, tras la consagración de ustedes. Unos días después se los vio corriendo en inmediaciones del metro y metiéndose con apuros, llegando tarde a la ceremonia de clausura y entrando perdidos al Maracaná por cualquier puerta cuando la delegación argentina ya estaba desfilando. ¿Qué tienen las ceremonias para los atletas que lo viven con esa locura y pasión?
—Son esos momentos hermosos de los Juegos Olímpicos. Son difíciles de vivirlos si quizás competís al otro día de una ceremonia. Aunque si no interrumpen tu preparación, te dan un plus, un "shot" de energía, de emoción que termina sumando mucho a la hora de competir. Cada ceremonia de apertura es especial y también las ceremonias de cierre. Y esta va a ser más especial aún porque no sabemos ni siquiera cómo va a ser, justamente.
—¿Nadie te adelantó nada?
No sé nada, tengo mucha intriga. Pero deseo que podamos estar todos los deportistas argentinos juntos porque es un momento de carga de energía, más para nosotros que siempre estamos bastante alejados de todo el grupo. Llenarte de tu compañero es único. Argentina es muy particular (en las ceremonias, al momento del desfile) y cuando vas caminando hacia el estadio se mueve algo que emociona hasta las lágrimas.
—Rosario no había tenido hasta 2012 un abanderado o abanderada en los Juegos Olímpicos. Luciana Aymar finalmente lo fue en 2012. Te toca a vos ahora sucederla. Ella te felicitó, ¿hay algo de eso que se pueda contar?
—Sí, me mandó un mensaje, lo leí y merece una respuesta con tiempo y dedicación y es por eso que todavía no le pude responder. Pero claro, voy a ser reiterativa, porque ya tuve la hermosa oportunidad de decirle a Lucha que ella ha sido uno de los grandes ejemplos que tuve en mi carrera deportiva, ella con sus compañeras de Las Leonas y cuerpos técnicos y obviamente ella en particular porque es una leyenda. Tener relación con ella, tenerla como modelo es parte de los sueños cumplidos. Cuando era chica para mi era un ejemplo a seguir y cuando empecé a compartir momentos con ella fueron muy especiales y esos personajes terminan siendo parte de tu carrera y no hay que dejar de agradecerles. Necesitamos a quienes admirar para ir dando los pasos para poder cumplir nuestros sueños.
—¿Con Santiago qué pudiste hablar de esta designación?
—No somos de demostrarnos las emociones o lo que sentimos. Trabajamos todo el día, trabajamos, trabajamos. Pero estos son momentos especiales y al otro día de la designación íbamos en un auto y yo pensando mucho, muy movilizada y no paraba de lloriquear. Así que le compartí a todo el equipo lo que me pasaba. Les dije que estaba muy emocionada por este momento que estamos viviendo y yo en particular reflexioné sobre muchas cosas (lo dice entre lágrimas). Justo en estos días hice unos videos para una fundación que se llama “100% Diversidad”, donde hablo sobre mi historia por el mes del Orgullo y en el marco de una campaña que están haciendo especialmente con el deporte por el año olímpico. Reflexioné mucho porque cuando una no se siente aceptada, se siente que está equivocada, que está haciendo las cosas mal. Fueron cosas que pasé en mi adolescencia cuando no me sentí bien con todo mi entorno al contar sobre mi homosexualidad. Empezás a sentirte no merecedora de nada. La gente lamentablemente piensa en muchas ocasiones que sos un mal ejemplo, hay muchas emociones muy feas para con el colectivo LGBTIQ+ y eso te hace sentir no merecedora. Y sin embargo, con paciencia, con trabajo, con amor, fui logrando un montón de cosas que deseaba, entre ellas a sentirme bien conmigo, con mi elección, a sentirme libre. Entonces, esta designación me hizo mirar para atrás, recorrer todo ese camino y me genera toda esta emoción porque fue tan difícil y tan duro por momentos... Pero lo pude ir desandando y cumpliendo las cosas que me planteé. Hoy me siento también muy comprometida con toda la comunidad LGTBIQ+. Ojalá ninguna persona pase más por este tipo de emociones.
—Cuando visibilizaste tu historia contaste que querías evitar el sufrimiento de otros. ¿Ahí entendiste que tu voz de deportista podía hacerse sentir más fuerte? Como abandera definitivamente lo será.
—Sí, ojalá que sirva para eso, o por lo menos ese es mi deseo. Ojalá que siga sumando.
—Fuiste la primera mujer rosarina en tener una medalla de oro y una de las primeras de Argentina junto a Paula Pareto (judo). ¿Te ponés a mirar ese legado que vas dejando o preferís esperar un retiro y mirarlo más adelante?
—No sé, creo que poco a poco me voy dando cuenta. En realidad me di cuenta hace mucho cuando reelegí mi deporte, que todas las personas tenemos algo para aportar hagamos lo que hagamos siempre y cuando queramos aportar. En algún momento me pregunté '¿qué le aporto yo al mundo dando vueltas entre un par de boyas?', y pensé que nada pero al final eso es mentira porque todos podemos aportar. Y después poco a poco me fui dando cuenta como deportista que si bien no hago un deporte popular claramente puedo aportar mucho más de lo que yo pensaba en ese momento y trato de ir haciéndolo siempre que tengo la oportunidad y siempre que pueda. Es una de las partes más lindas que tiene el deporte, poder sumarle a alguien algo es bellísimo. No sé qué pasará en el futuro, no sé cuánto durará mi carrera, por ahora estoy viviendo esto y trato de que sirva lo que hago.
—Teniendo en cuenta todo lo que pasó en este tiempo con la pandemia, ¿cómo está la dupla Carranza-Lange para estos Juegos?
—Estamos muy contentos como equipo, en este año tan especial hicimos un esfuerzo para llegar bien a estos Juegos que es inentendible e inexplicable. Nos fuimos de Argentina apenas pudimos viajar, el 4 de julio del año pasado, viviendo muchísimas cosas para poder estar en Europa entrenando con los mejores del mundo y desde ese entonces que no paramos nunca. Es impresionante lo que trabajamos. Hoy estamos cómodos donde estamos, nos sentimos preparados. Hace un mes y medio atrás nos sentíamos muy lejos, sentíamos que nos faltaba mucho pero la característica nuestra es que nunca bajamos los brazos, seguimos trabajando a full y a pesar del cansancio seguimos navegando, incluso cuando nuestros rivales se toman descanso. Tenemos un cuerpo técnico increíblemente bueno y todo eso hoy nos hace sentirnos confiados. Después ya sabemos como es esta historia, tenemos que ir y competir y tener una buena semana. Van a ser unos Juegos muy particulares porque además hay muchos rivales que no vemos desde hace mucho tiempo y no sabemos en qué situación están.
—¿Contarías la anécdota del año pasado de cuando intentaste viajar después de la habilitación de los atletas olímpicos para entrenar, en una demostración de lo que implica para ustedes esa necesidad en el alto rendimiento?
—Me deportaron (risas). Intenté venir a Europa a entrenar, llegué a España y así como llegué me dejaron en la policía y me dijeron 'flaca, vos te volvés porque no tenés pasaporte europeo', pese a que habíamos hecho muchos papeles para conseguir el ingreso me dijeron que 'no'. Me volví a Argentina y a los 3 días me tomé otro vuelo, traté por otra ruta y por suerte pude entrar, tuve que hacer 14 días de cuarentena en Italia y conseguimos todas las máquinas para que pueda entrenar en la casa que alquilé. Así poco a poco fuimos logrando entrenar con los mejores a pesar de todos los 'no' que encontramos en el camino. En este sentido no puedo dejar de agradecer el gran apoyo del Enard y COA, estuvieron conmigo y el equipo para que podamos entrenarnos con los mejores y por eso estamos tratando de hacer todo lo mejor para conseguir el máximo nivel.
—Tras la consagración en Río de Janeiro 2016 dijiste sentir paz y tranquilidad. Y también contaste que cuando bajaste del podio miraste el Pan de Azúcar (ícono de Río si los hay), que te había visto pasar tantos días para ir a entrenar y que sólo te salió sentir gratitud. ¿Qué sentiste este miércoles cuando te designaron abanderada y qué creés que te puede pasar el 3 de agosto cuando termine la competencia de la vela en Tokio?
—Una de las cosas que siento es mucho agradecimiento, me siento una afortunada. Después es todo lo que acabo de contar de todo el proceso que hizo mi cabeza, el balance y el recorrido por mi carrera deportiva y personal, de vida, ante semejante regalo y reconocimiento. El 3 de agosto veremos, pero más allá de lo que pase para mí van a ser unos Juegos que voy a llorar mucho. Todo lo que viví durante esta campaña olímpica fue muy fuerte, fue mucho y vuelvo a sentir mucha paz y mucha tranquilidad por eso. Justamente estoy entregada a lo que suceda. Voy a llorar, no importa de qué, será un proceso terminado de muchísimo trabajo y crecimiento personal, de muchas cosas vividas en las que todas van a ser parte de este hermoso recorrido que me está brindando el deporte.
—¿Le dirías algo a Rosario, tu ciudad, que seguramente te va a estar siguiendo durante los Juegos?
—A la ciudad quiero decirle que extraño un montón, que le agradezco muchísimo por estar siempre acompañándome en este hermoso camino y que espero ser una buena representante, espero poder llevarlos con todo el respeto que se merecen y no sólo a Rosario sino a todos nuestros compañeros, a todos los oficiales. Es una enorme responsabilidad la que vamos a vivir y deseo que todos se sientan bien representados por nuestro equipo.