Si hay algo que lo distingue a David Biondo es su pasión por lo que hace. A través del patín artístico supo realizar propuestas deportivas y artísticas de alta calidad que no pasaron desapercibidas. Porque tras un trabajo silencioso en clubes de barrio durante más de cuatro décadas, le llegó el momento del reconocimiento: El Concejo Municipal, en el Decreto 63.832, lo destacó como Profesor Distinguido “por su extensa trayectoria en la disciplina Patín Artístico y su aporte al patrimonio deportivo y artístico de nuestra ciudad”, como reza el documento.
Descubrir al personaje es, en cierta medida, entrar un poco en la historia misma de este deporte. Biondo hace 42 años que se desempeña de manera ininterrumpida como profesor de patín artístico en el club Fortín Barracas, y 36 en la escuela Tomás Espora. Lógicamente esas no fueron las únicas instituciones que gozaron de su sapiencia: Empleados de Comercio, Rosario Rowing Club, Club Reflejos, Club Residentes de Parquefield y el Club Caova, entre otros, también supieron de la capacidad de este hombre que fue, durante muchos años, profesor de Comedias Musicales en el Centro Cultural Provincial Lavarden.
Con mucho amor por lo que hace, en su extensa carrera creó y presentó más de 170 espectáculos y estuvo al frente del Ballet Nous conformado por jóvenes con capacidades especiales quienes llegaron a presentarse en el mismísimo Salón de los Pasos Perdidos en el Congreso de la Nación. En nuestra ciudad hizo muchas cosas. Dirigió, por ejemplo, el ballet de patinadores en las obras Aladino y Eureka en el teatro Broadway, y junto al Maestro Fernando Ciraolo, en el club Provincial, presentó en dos oportunidades a sus patinadores y patinadoras con música en vivo.
La relevancia de su trabajo cruzó las fronteras. Desarrolló tareas en España y Francia donde fue convocado a llevar sus espectáculos y dar clases y clínicas intensivas de la disciplina.
Toda esta historia comenzó promediando la década del 60, cuando él aun era un niño. Su hermana asistía a un instituto de danza y también entrenaba patín en Náutico Sportivo Avellaneda. Pasó un tiempito y él empezó a mostrar cierta inquietud por querer hacer lo que hacía su hermana. Y en la vieja entrada de Náutico, por la calle del Valle Ibarlucea intentó largarse a patinar tratando de agarrase de una baranda para no irse al piso o bien recurría a su madre para que le de la mano y así no se cayera. No había caso, los intentos no prosperaban, hasta que un día hizo clic.
Según contó el mismo Biondo, “en el lugar unos chicos estaban armando un show y de cara a la presentación se estaban probando la ropa y estaban todos vestidos de marineros. Eso me llamó la atención... quería ser uno de ellos. Se lo dije a mi mamá y ella a la profesora. La docente le contestó que no había problemas, que pruebe una o dos clases porque “a lo mejor no quiere” y ese “no quiere” ya lleva 57 años patinando”.
¿Practicaste otro deporte?
Hice natación en Náutico porque mis padres lo exigían. Vivíamos cerca del río e íbamos a balnearios no autorizados, como el “Croting”, en la bajada por Marull y para estar allí había que saber nadar.
¿Fue el único?
No, en un época practiqué hockey sobre patines, pero duro poco porque lo mejor de ese deporte en Argentina está en Mendoza y San Juan. Acá, 45 años atrás, no había competencia ni tampoco tanta conectividad con esas provincias. No podíamos ni siquiera armar dos equipos para poder jugar. No teníamos rival. También durante cuatro o cinco temporadas, en los años setenta, hice patín de velocidad en el estadio Municipal Jorge Newbery. En una pista ovalada de cemento hacíamos patinaje de velocidad porque todavía el patinódromo no estaba, vino después con los Juegos Cruz del Sur. Recuerdo que hacía patinaje de velocidad, no con rollers, sino con los patines de ocho ruedas, los mismos que usábamos para patinaje artísticos, con la diferencia que le cambiábamos las ruedas, les poníamos unas con menos caucho para que tengan más agarre. También innovamos con algunas cuestiones. En Newell’s, por ejemplo, inventamos básquet sobre patines. Obviamente no prosperó, porque cuando la pelota picaba dos veces y no tenías mucha seguridad con el patín, golpeábamos a los compañeros.
¿Cómo elegiste el patín artístico?
Mi pasión siempre fue lo artístico. Me gusta la danza, el show..., hice danza toda mi vida. Como todo tenía que ver con la danza, en lo que tenía que ver con el deporte lo más parecido era el patín artístico.
La docencia llegó por decantación. Se hizo cargo de dos grupos, uno en Firmat y otro en el Club Argentino de Rosario, cuando ambos los docentes que estaban a cargo decidieron dar un paso al costado por diferentes motivos. Sin querer lo metieron en “ese baile” y fue allí donde se dio cuenta de que le apasionaba enseñar.
¿Qué rescatás de estos años de docencia?
Lo que más rescato, es que al no ser un deporte de competencia, que es amateur y de conjunto, los chicos entienden que tienen que confraternizar con sus compañeros, que nos son rivales. Los grupos cambian, algunos se van, otro vienen, pero todo termina siendo una labor de conjunto. Al menos eso es lo que trato de hacerle entender a los chicos que vienen a mis clases.
¿Por qué crees que el patín tiene tan poco propaganda?
Creo que por una cuestión cultural. En este país hay cierta tendencia en separar lo que es lo del varón y lo que es de la mujer. Cuando se rompió esa idea, la cosa cambió. Antes, si practicabas determinados deportes rotulados para el otro sexo te miraban raro.
¿Tuviste problemas por eso?
Y sí, tenías que aguantarme las cargadas o que digan cualquier barbaridad. No obstante, y lo digo sinceramente, jamás me hizo mella. Solamente una vez, en una clase de gimnasia en la secundaria, le paré la chata a uno y alcanzó. De ahí en más nunca tuve problemas y ninguno me dijo algo.
¿Qué momento de tu carrera pondrías en un cuadrito?
En un cuadro pondría cuando logré armar un equipo de trabajo con toda mi familia. Hacer esto con Sonia, mi mujer, mis hijos Luisina y Patricio y que se sume mi nuera es algo que no tiene precio. No me quiero olvidar de mi nieta Josefina y de los que seguramente se sumarán cuando crezca la familia.