La sede de la Embajada Argentina en Chile y los jardines del predio fueron ámbito de la explosión de una importante aglomeración de argentinos que se juntaron a ver la final de la Copa del Mundo. Y que estallaron en un desahogo incontenible cuando Montiel ejecutó el último penal.
“Los argentinos somos gregarios, nos gusta juntarnos”. Así, con esa convicción, la Embajada argentina en Chile decidió abrir sus puertas a la comunidad de residentes en el país trasandino para vivir juntos cada partido que disputó la Selección Nacional en el Mundial de Qatar.
En un hecho inédito _ la casona de estilo francés neoclásico ubicada en calle Vicuña Mackenna, sede de la Embajada y residencia del embajador Rafael Bielsa_ se convirtió por algunas horas en un bar, un living, un patio o un encuentro de amigos, cualquiera de las formas que los argentinos quisieran darle a la hora de hinchar por la celeste y blanca.
Desde el segundo partido, en los jardines del edificio se montó un “fan fest” para recibir a los residentes que se anotaban previamente para ver cada partido de la Selección, en un encuentro donde el choripán y los bizcochitos de grasa de una firma argentina nunca faltaron, y donde las pantallas gigantes que montó la empresa Direct TV se fueron multiplicando al ritmo de los triunfos del grupo liderado por Lionel Messi.
festejos en la Embajada de Chile.mp4
Lo que arrancó con 200 personas se multiplicó por cuatro y en la final unas 800 personas vivaron por la “Scaloneta”.
“La convocatoria fue un éxito, el lugar se llenó de familias que querían ver juntas a la Selección, recibimos muchísimas muestras de agradecimiento”, indicaron desde la Embajada.
El domingo, cuando Gonzalo Montiel rompía el arco del francés Hugo Lloris y la Argentina ya era dueña de la Copa del Mundo, los argentinos gritaron, lloraron y se abrazaron en la ciudad de Santiago, a pocas cuadras de la plaza Baquedano que fue el bastión del estallido social de Chile.
Aunque lejos, juntos, podían sentirse cerca.