Uruguay es un pequeño país influido por la situación internacional y regional. Las relaciones económicas internacionales tienen mucho peso en la evolución económica interna. La demanda externa, los flujos de capitales, la inversión directa extranjera, los precios internacionales son factores que pesan sobre la evolución económica del país. La situación regional influye claramente, en la medida que Argentina es el principal destino de nuestras exportaciones de servicios y Brasil ha sido por muchos años el principal destino de las exportaciones de bienes.
El mundo internacional muestra incertidumbre y muchas interrogantes en su futura evolución. Hay un enorme descontento en el mundo occidental, fruto entre otras cosas, de las grandes desigualdades de ingresos y sociales, de un capitalismo en el que son predominantes las acciones financieras. Estos descontentos se reflejan en la actitud de la sociedad que ha perdido credibilidad sobre la política.
Son muy críticos de los partidos políticos tradicionales, de los clásicos dirigentes políticos y en última instancia hay descreimiento sobre la democracia. Así surgen verdaderos outsiders como figuras políticas, generalmente de extrema derecha.
Algunos ejemplos significativos son Trump en EEUU, el Brexit en el Reino Unido. Los actuales gobiernos de Italia, Austria, Polonia y Hungría y los importantes avances en Francia, Holanda y Suecia. En lo económico la guerra comercial entre EEUU y China, con permanentes aumentos de aranceles, profundiza las incertidumbres económicas.
No es sencillo realizar previsiones económicas con este cuadro internacional. Téngase presente que en América del Sur hay influencia política de EEUU, pero en el plano económico China es el principal destino de las exportaciones.
En el plano regional después de gobiernos progresistas en Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, el Paraguay de Lugo y Venezuela avanzan gobiernos de derecha, manteniéndose solamente Uruguay y Bolivia. Los acontecimientos de Brasil son extraordinariamente relevantes por su enorme influencia sobre los países de la región.
Máxime que el próximo domingo puede llegar a la presidencia un candidato como Bolsonaro, que puede poner en peligro el futuro de la democracia. Con gobiernos de derecha retornan los procesos de privatizaciones, estado mínimo, recortes de gastos públicos, liberalizaciones y desregulaciones que pueden profundizar problemas financieros.
Con ello, se pierden conquistas de los gobiernos progresistas, aumenta el desempleo y la pobreza, bajan los salarios reales y se incrementan las desigualdades. Se afectan los derechos humanos y se pierden conquistas de grupos sociales más vulnerables.
Este contexto internacional y regional ayuda a la comprensión e interpretación de los sucesos en Uruguay. Pero hay mucho para hacer en el plano interno. Canadá y Uruguay tienen democracia plena. Hay descontentos en Uruguay, pero la democracia no está en juego como en Brasil. El Frente Amplio puede ganar las elecciones del año que viene, pero también las puede perder.
Es imprescindible analizar las causas del descontento y descreimiento de votantes frentistas. Hay que hacer autocrítica. Hay que entender el profundo anti partido de los Trabajadores en Brasil para no cometer errores similares. Hay críticas por derechización del gobierno del FA, por corrupción (aunque muy lejana a los vecinos) y amiguismo, por los problemas de seguridad (aunque hay que destacar las muy buenas declaraciones de Gustavo Leal), de la educación y más recientemente del empleo.
Hay debilidad de la fuerza política, los distintos sectores de la fuerza política están más preocupados de sus problemas internos que por realizar aportes positivos al FA. Los principales dirigentes siguen polemizando por los medios de comunicación en lugar de realizarlo fraternalmente en la interna. Uno de los grandes y principales valores de la izquierda uruguaya ha sido la capacidad de unidad, de unidad en la acción que se toma como ejemplo en la izquierda regional.
Y a veces se teme que esto esté en juego. Importa destacar que los precandidatos a la presidencia valoran muy fuertemente la unidad. Las relaciones Poder Ejecutivo y fuerza política han dejado mucho que desear. El FA se alejó de la sociedad y de los movimientos sociales. Un dato novedoso de estos días es una especie de nueva presencia de los militares en la vida política, a través del Centro Militar y del propio Comandante en Jefe Manini Ríos que debieran tener sanciones más contundentes.
Autocrítica para enfrentar los descontentos, especialmente frentistas, revitalizar la fuerza política, priorizar la unidad y la disciplina partidaria, retomar la necesaria fraternidad y confianza son elementos indispensables para lograr el cuarto gobierno consecutivo de la izquierda uruguaya. Si así no fuera, puede ganar el Partido Nacional y los resultados hay que mirarlos en Argentina y Brasil para comprender el enorme retroceso que ello significaría.
Alberto Couriel - Analista / Diario La República (Uruguay)