Si es verdad que, al fin, el próximo jueves llegarán los agentes federales a la provincia de Santa Fe, ese día debería comenzar otra historia en materia de seguridad y de relación entre el Ejecutivo nacional y la Casa Gris. Sería inmejorable para que, también, la agenda política transite por otro carril.
Pese a las ondas de amor y paz no escritas que se juramentaron macristas y frenteprogresistas tras la reunión a solas entre Mauricio Macri y Miguel Lifschitz, la visita del jueves de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a Rosario mostró tensiones visibles y subterráneas. Las visibles quedaron estampadas como una oblea en las imágenes de la conferencia de prensa de la funcionaria y el gobernador. Las subterráneas en cada diálogo que se tiene sin grabador encendido con los protagonistas laterales de esta larguísima historia de desencuentros.
Bullrich no se privó de hacer guiños al PRO en sus respuestas. Le agradeció a un dirigente partidario santafesino (Agapito Blanco) "la idea de entrar a los puertos" y, como si la provincia fuese un queso Gruyere, lleno de agujeros, serpenteó con que "hay barcos, barquitos y botes que tiran paquetes de drogas hacia las costas". El rostro pétreo de Lifschitz era todo un editorial político. Bullrich es así, como la fábula del escorpión y la rana. La provocación está en su naturaleza, aunque el presidente haya ordenado bajar los decibeles.
No hagan olas. Lifschitz también cumplió su parte del acuerdo verbal con el presidente: ordenó a sus ministros morigerar las críticas al gobierno nacional. Es noticia que en estos últimos 10 días el ministro de la Producción, Luis Contigiani, no haya salido a apostrofar contra la política económica.
El gobernador apuesta ahora a una buena relación con la Casa Rosada y reivindica los últimos episodios: el acuerdo para la construcción de 630 viviendas, el convenio por seguridad y el mejoramiento de condiciones para la Justicia Federal. El próximo paso es que la Nación apruebe el endeudamiento y, como contraparte, abrir las puertas al blanqueo.
En la Gobernación dicen haber interpretado el mensaje de los rosarinos: el aquí, el ahora y el mañana es la seguridad. Hace pocos días convocó a una reunión del gabinete ampliado y les pidió a los ministros y secretarios "aumentar la agilidad en la gestión y escuchar claramente el mensaje de la gente".
Sin que se haya notado demasiado en los medios, en las últimas semanas Lifschitz buscó visibilizar su presencia en reuniones con los gobernadores. Mantuvo encuentros con María Eugenia Vidal, Juan Schiaretti, Gustavo Bordet, Domingo Peppo y Gildo Insfrán. Por estas horas, es uno de los 120 invitados que participa de la fiesta de casamiento gaucho glam de Juan Urtubey con la modelo Isabel Macedo.
No sólo Lifschitz es el que necesita oxigeno político para maniobrar en la coyuntura. El Partido Socialista deberá repensar cómo jugar nacionalmente, tras la fallida experiencia de 2015 en la que innecesariamente envió a Hermes Binner al cadalso de una elección a senador nacional con "boleta corta". El resultado es conocido: cuarto por la tracción de las candidaturas de Macri, Scioli y Massa.
Es extraño el momento que atraviesa la centroizquierda. El escenario político nacional, recortado entre Cambiemos y el peronismo, reclama una opción socialdemócrata pero algunas autodenominadas referencias "progresistas" —como el caso de Margarita Stolbizer— van en busca de una alianza con Sergio Massa.
Habrá que esperar para saber si Antonio Bonfatti, presidente del PS nacional, puede articular un colectivo de centroizquierda que no termine consumido por "la grieta".
Sin embargo, como fue en el último proceso electoral, el socialismo deberá seguir cuidando sus casas matrices: provincia y Rosario.
Rompecabezas. Y aquí es tiempo de acercar el zoom a la oposición. Mientras el PJ intenta resolver el dilema del futuro inmediato tras la salida del kirchnerismo del poder, pero con muchas referencias K en su interior, el PRO deberá ganar las elecciones a diputado, imprescindible para una victoria nacional.
La novedad es que el macrismo blanquea por estas horas una interna que sólo estaba en el subtexto. El relanzamiento de la Fundación Pensar, un ámbito interno en el que se referencian Luciano Laspina, Miguel Del Sel y Anita Martínez, entre muchos otros, no contó con la asistencia de referentes rosarinos, como Roy López Molina y la mayoría de los concejales. Tampoco fue de la partida el presidente del PRO Santa Fe, Federico Angelini. "Me invitaron dos días antes y por WhatsApp", sostuvo Angelini.
"No me parece mal que haya diferentes líneas internas, demuestra el crecimiento del PRO. Pero hay que recorrer la provincia, no sólo venir a Rosario de vez en cuando. No hay que esconderse a hablar de política en los pasillos del Congreso nacional, hay que estar cerca de la gente", amplían cerca suyo. Calma, macristas.
Estas divisiones amarillas son seguidas con cierta preocupación por el intendente de Santa Fe, José Corral. El presidente de la UCR debe definir en poco tiempo más si será candidato a diputado nacional, pero para eso necesita que los planetas macristas estén alineados. Sería una aventura para Corral tener que dejar la Municipalidad de Santa Fe para participar de una interna sin previsibilidad.
Por lo pronto, Cambiemos tiene un potencial primer candidato a diputado nacional: Jorge Boasso. El actual concejal radical decidió que expire su extenso período como concejal y se presentará como postulante para el Congreso. Por lo pronto, el candidato a vicegobernador de Miguel Del Sel fue uno de los asistentes al relanzamiento de la Fundación Pensar, ágape incluido con Rogelio Frigerio.
En el PJ, sólo Agustín Rossi blanqueó su intención de ser candidato a diputado, aunque condicionó su presencia "por adentro" del partido a que "se respete la proporcionalidad por la aplicación del sistema D'Hondt en las Paso". Algunos no descartan que se resuelva una opción similar a la de 2009, cuando se habilitaron dos frentes: el que encabezó Carlos Reutemann y el que llevó a un candidato rossista.
Entre un mar de ismos internos, la novedad más reciente es el intento de provincializar al sector Producción y Trabajo, vinculado a UPCN, hoy conducido políticamente por el concejal santafesino Ignacio Martínez Kerz.
El titular del PJ, Ricardo Olivera, deberá alinear a rossistas, perottistas, obeidistas, UPCN, rubeístas, senadores (y siguen las firmas). Tal vez sea más fácil que caiga nieve en Rosario durante el próximo enero.
Mientras se espera a los gendarmes —cuya lenta llegada permite la ironía de recordar a los morosos tanques de Alais—, la política santafesina intenta comenzar a desperezarse.
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